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Jorge Ospina Sardi

 

Los siguientes son los capítulos finales XXIV, XXV y XXVI de la historia de aventuras La Caja de las Joyas titulados "Servicio a Domicilio", "Unas Son de Cal y Otras de Arena" y "Toda Partitura Tiene un Final". Todos los capítulos en los enlaces al final.

 

XXIV) SERVICIO A DOMICILIO

 

Thomas reunió al grupo en la casona a las tres de la tarde. La situación se volvía cada vez más peligrosa.

 

—Esto va de mal en peor. Solo falta que salga un confidencial en "Primera Página" diciendo que Thomas Milton posee la famosa Caja de las Joyas de los nazis y que la policía de Bogotá, Interpol y las mafias internacionales están compitiendo por encontrarla.

 

—Pues a mí no me parece que nos haya ido tan mal —dijo Sophy—. Por ahora hemos conseguido veinte millones de dolaretes. ¿Por qué no aprovechamos la precaria situación de Gatopardi para sacarle otros diez millones? No nos vendrían mal.

 

—Sí —secundó Diana—, ese tipejo se merece pagar eso y más.

 

—Pensándolo bien, a mí tampoco me caerían mal unos millones extra. La inflación me tiene en la ruina —bromeó Carol, provocando risas en el grupo.

 

—El problema —aclaró Thomas— es cómo deshacernos de la Caja de las Joyas sin enredarnos con la policía, Interpol y toda clase de mafias. En este momento la caja no es nuestra, es de Gatopardi. Pero no sabemos si podrá recogerla. ¿Y si la policía lo atrapa?

 

—Tienes razón, Thomas —dijo Alberto—. Ya todos sospechan que tienes la caja. Desde la policía hasta mafias que ni conocemos. Aquí, los chismes vuelan. Siento que esto se salió de control. En río revuelto, ganancia de pescadores, y aquí hay demasiados pescadores.

 

—No tenemos más remedio que deshacernos de la caja sin que nos incrimine —opinó Diana—. De todas maneras, tenemos un trato con Gatopardi. Si llega esta noche, se la entregamos y nos olvidamos del asunto.

 

—No, Diana. Debemos evitar que Gatopardi llegue a la casona porque eso nos compromete más. Que la recoja en el restaurante Gran Vatel, a cuatro cuadras de aquí. Pertenece a Alejo, un amigo mío. Nos dará un cuarto reservado. Tú, Diana, llevas la caja en tu carro y se la entregas ahí, si no es mucha molestia.

 

Diana se quedó muda ante la propuesta.

 

—No estoy segura de ser la mensajera adecuada. ¿Por qué no usamos un servicio de domicilios rápidos, como Rappi?

 

El grupo se miró en silencio. Luego, Thomas exclamó:

 

—¡Por supuesto! ¿Cómo no se nos ocurrió antes? Diana, eres un genio. Si la gente de Matarov o la policía nos están vigilando, jamás sospecharán que transportaremos una valiosa caja en un carrito de Rappi.

 

—Es arriesgado, pero hay que sacarla de aquí como sea —afirmó Alberto.

 

—Entonces, Rappi lleva la caja al Gran Vatel. Alejo la guardará sin saber lo que contiene. La envolvemos con papel de Agroquímicos La Ponderosa. Entre menos importancia le demos, mejor. Diana y Carol llegarán al restaurante a las ocho. Gatopardi recogerá la caja y ustedes se quedan a cenar. Todo dentro de una gran normalidad —concluyó Thomas, satisfecho con su plan.

 

—A las seis, Thomas irá a mi apartamento —intervino Carol—. Si alguien lo sigue, lo distraeremos. Que vean que no lleva ninguna caja.

 

—Oye, Carol —dijo Diana—, otra vez nos toca hacer el trabajo duro y gratis. Siempre igual.

 

—Típico —añadió Carol—. ¿Por qué no nos fugamos con la caja?

 

Ambas sonrieron.

 

—Manos a la obra. Ayúdenme a envolver la caja —ordenó Thomas.

 

Se dirigió al hall, quitó el mantel y el plato que la cubrían, dejando al descubierto la vieja madera y los enchapes de la legendaria Caja de las Joyas.

 

Diana ya sabía dónde estaba, pero los demás no. La sorpresa fue total.

 

—¿Cómo es posible que haya estado todo este tiempo a la vista y nadie sospechara lo que era? —exclamó Alberto.

 

—Increíble —agregó Sophy—. Ni siquiera me había fijado en ella.

 

—Mi madre la puso ahí. Ha estado en el mismo lugar durante años.

 

—Desde que Thomas me mostró la caja, he pensado en nuestra incapacidad para notar lo obvio. Siempre buscamos lo extraordinario, lo desconocido. Nos aburrimos de lo evidente —reflexionó Diana.

 

—Te entiendo, aunque no del todo —dijo Sophy—. Me recuerda a Sherlock Holmes. Él veía lo que nadie más veía. Quizá habría identificado la caja por pequeños indicios.

 

—Nunca lo sabremos —interrumpió Thomas—. ¡A cumplir el plan!

 

—Llamo ya mismo a Rappi —anunció Diana.

 

—Y yo llamo a Géorgine para comunicarle el cambio de planes —añadió Sophy.

 

XXV) UNAS SON DE CAL Y OTRAS DE ARENA

 

Géorgine estaba descansando en su apartamento de Paris cuando recibió la llamada de Sophy. Se sobresaltó con lo que escuchó.

 

No pidió explicaciones por el cambio de planes, pero era evidente que las cosas no estaban saliendo como las había planeado su amado socio, Enri. Para ese momento, Enri debería estar en Europa con la Caja de las Joyas. Sin embargo, no solo no tenía la caja, sino que Matarov lo había traicionado y estaba escondido en un sótano de una galería en Bogotá. ¿Cómo iba a salir de Colombia con la caja sin que su vida corriera peligro?

 

"Ah, mi querido Enri," pensó Géorgine. "Cometiste un error al sobreexponerte. Confiaste en Matarov. Nuestras fuentes fallaron. Nadie parece saber sobre las andanzas de Matorov con Interpol. Nuestra organización ha sido infiltrada por las fuerzas del mal. Hacía mucho que no sufríamos la traición de alguien de tan alto rango. No puedo quedarme aquí sentada. Tengo que viajar esta misma noche a Bogotá."

 

Le informó a Gatopardi que llegaría a Bogotá a la mañana siguiente y le pidió que permaneciera escondido. 

 

—¿Qué sabrá Géorgine que yo no sé? —se preguntó Gatopardi en voz alta—. De todas maneras, Luigi, creo que debemos ir a ese restaurante y traer la Caja de las Joyas. En la galería no van a extrañar a Panessin; está desaparecido desde hace quince días. Podemos quedarnos un día más en este escondite y esperar a Géorgine. Seguro tendrá su versión de cómo está la situación allá afuera.

 

Gatopardi y Luigi salieron por la puerta secreta del cuarto oculto, que daba a un parqueadero al aire libre. Ahí, tomaron un carro que nunca antes habían utilizado y se dirigieron al Gran Vatel. Al llegar, Alejo, los condujo hasta Diana y Carol. Diana le dijo a Alejo que ellos eran los que venían por la caja de los agroquímicos enviada por Thomas. Dos empleados del restaurante la llevaron al vehículo estacionado afuera. Gatopardi le envió saludos a Thomas y, junto con Luigi, se retiró.

 

Diana y Carol se miraron y alzaron sus copas de vino.

 

—Por un final feliz a esta aventura, por Thomas, por Alberto y por Sophy —brindó Diana.

 

Por su parte, ya en el carro:

 

—Por lo menos ya tenemos la caja, Luigi —dijo Gatopardi.

 

—Sí, jefe. No ha sido fácil. ¿La dejamos en el carro o la llevamos al cuarto secreto?

 

—Al cuarto secreto. Mejor pájaro en mano que cien volando. Mañana nos reuniremos aquí con Géorgine, y ojalá podamos salir esa noche a Europa. Después de esto, necesitaremos unas largas vacaciones, Luigi.

 

Luigi recogió a Géorgine en el Hotel Bon Place y la llevó al cuarto secreto de La Ronda Mágica, donde se abrazó largamente con Gatopardi.

 

—Todas nuestras fuentes coinciden en que Interpol sabe que estás aquí, Enri. Y no solo eso, también saben por qué. No sé cómo saldremos de esto, pero la única manera parece ser dejando la Caja de las Joyas. Eso sí, me quedaré con otra joya, más que por su valor, por lo bien que me luce —dijo Géorgine con una sonrisa.

 

—¿Dejar la Caja de las Joyas? ¿Me estás diciendo que todo lo que hemos invertido se fue por el sifón? Sería el peor negocio de mi vida.

 

—La realidad es que la caja se ha desvalorizado. Todo el mundo sabe que existe y que Interpol está encima. Venderla será cada vez más difícil. Además, está el problema de Matarov. Se ha convertido en una amenaza para ti. No hay duda que trabaja para Interpol. Te engañó y te traicionó. Como presidente honorario de 'Las Altas Esferas', debes ponerlo en el banquillo.

 

—No lo había pensado así, Géorgine. Creo que diste en el clavo. La información sobre Matarov y su relación con Interpol será invaluable para 'Las Altas Esferas'. Ellos sabrán cómo tenderle una trampa al traidor. ¿Te imaginas? Tener a alguien como Matarov informando a Interpol… Nos estarán agradecidos de por vida. Al menos podremos disfrutar sin costo alguno de la flota de aviones y yates privados de 'Las Altas Esferas' por un par de años. Sin mencionar otros 'pequeños' favores que Luigi administra.

 

—Hablando de Luigi —continuó Géorgine—, me contó en el camino que aquí está el cadáver de Panessin en un clóset. Si la policía y la Interpol encuentran el cuerpo junto con la Caja de las Joyas, se distraerán con la prensa y las noticias. Eso nos dará tiempo para escapar.

 

—Pero no podemos ser nosotros quienes den la noticia a la policía. Un anónimo en este momento es demasiado arriesgado —reflexionó Gatopardi.

 

—Podría hablar con Sophy y pedirle que se encarguen. Pero seguro nos pedirán dinero.

 

—¿Cuánto?

 

—No lo sé. Probablemente entre uno y dos millones.

 

No había tiempo que perder. Géorgine llamó a Sophy y le explicó la situación: Matarov había asesinado a Panessin, y ellos habían decidido abandonar la caja. Le pidió que se encargaran de alertar a la policía y la prensa para que descubrieran el cuarto secreto, con el cadáver y la caja juntos.

 

Sophy respondió sin dudar:

 

—Eso les costará dinero.

 

—Podemos ofrecer un millón.

 

—Dos millones. Pero necesito consultarlo.

 

—Un millón.

 

—Primero tengo que consultarlo. Lo que nos pides es complicado. Te llamo en dos horas con la respuesta.

 

Los cinco se reunieron de emergencia en el apartamento de Alberto.

 

—¿Cómo lo haremos? —preguntó Thomas—. Tenemos que lograrlo sin que nos involucren. Sin que la policía sospeche que fuimos nosotros. Hay un asesinato de por medio.

 

—No lo veo claro —dijo Alberto—. Al fin nos libramos de la Caja de las Joyas, y ahora buscamos entregársela a la policía. ¿Y qué nos dan por el favorcito?

 

—Un millón, pero le pedí a Géorgine dos. Creo que podemos negociar en un millón y medio —respondió Sophy.

 

—Yo podría ir a La Ronda Mágica y abrir "accidentalmente" la entrada al cuarto secreto —propuso Carol—. No estoy muy involucrada en esto, lo que juega a nuestro favor. Estoy convencida que si muevo el dedo meñique de la gran escultura, se abrirá el acceso. Entraré a la galería, buscaré un cuadro, compraré uno y, al salir, "accidentalmente" tocaré la escultura. Luego me iré tranquilamente. Me caerían bien 300,000 dólares.

 

—A mi también me caerían de perlas —repostó Sophy.

 

—Sí, claro, ya te gastaste los últimos dos millones —bromeó Carol.

 

—La de Carol es la mejor alternativa —afirmó Alberto—. Pero debemos organizarnos ya. Nos queda una hora.

 

Sophy llamó a Géorgine para coordinar el plan y el precio. Acordaron un millón y medio.

 

—Es hora de irnos lo más rápido posible, Enri —ordenó Géorgine—. Tenemos unos treinta minutos. Luigi, coloca la caja junto al cadáver de Panessin. Sophy nos pidió que nos deshagamos del papel en el que está envuelta. Vámonos. Salgamos de esta tumba.

 

XXVI) TODA PARTITURA TIENE UN FINAL 

 

Lo que siguió fue un verdadero pandemonio. Gatopardi, Géorgine y Luigi tenían que abordar su avión privado alrededor de las once de la noche.

 

—Jefe, no hay de otra que dar vueltas por la ciudad durante casi cinco horas —dijo Luigi.

 

—Podemos distraernos con las noticias de la Caja de las Joyas —ironizó Géorgine.

 

Mientras tanto, Carol ejecutó el plan acordado en La Ronda Mágica. Observó algunos cuadros, compró uno y, al salir, tropezó "accidentalmente" la punta del cuadro empacado con el sobre dimensionado dedo meñique izquierdo de la escultura. La escena pasó desapercibida hasta que, de pronto, la escultura comenzó a girar y reveló una escalera que conducía al cuarto secreto. La sorpresa fue total. Primero, algunos curiosos se asomaron; luego, dos empleadas bajaron y una de ellas lanzó un grito mientras la otra pedía que llamaran una ambulancia y a la policía.

 

Minutos después, llegaron las autoridades y, casi al mismo tiempo, apareció el general Fonseca. La prensa, alertada por la conmoción, se presentó en gran número. Fonseca dedujo de inmediato que la caja debía ser la legendaria Caja de las Joyas.

 

Consciente de la presión mediática, decidió enfrentar a la prensa:

 

—Señores, mañana ofreceremos una rueda de prensa donde podrán hacernos preguntas. Por ahora, lo único que puedo decir es que el señor Rogelio Panesso fue hallado muerto en el sótano de su galería. Lamentamos profundamente su fallecimiento y extendemos nuestra solidaridad a su familia. No haremos más declaraciones hasta que avancen las investigaciones.

 

Los periodistas intentaron obtener más información, pero el general subió a su vehículo, sumido en sus pensamientos. ¿Cómo había llegado la Caja de las Joyas hasta allí? Interpol le había advertido que podría estar en manos de Thomas Milton. ¿Por qué asesinaron a Panesso? ¿Estaba Gatopardi en el país?

 

Sabía que las primeras horas de una investigación eran cruciales, pero la noche no era el mejor momento para sacar conclusiones. "A descansar. No hay de otra", se dijo.

 

A la mañana siguiente, Interpol emitió un comunicado:

 

“Después de una exhaustiva investigación que tomó décadas y que contó con la colaboración de la Policía Nacional de Colombia, informamos a la comunidad internacional que hemos recuperado las valiosas joyas robadas por los nazis…”

 

Cuando el avión privado despegó, Gatopardi preguntó a Géorgine:

 

—¿Crees que Thomas Milton y sus amigos podrán eludir la investigación de la policía sobre la muerte de Panesso y la procedencia de la Caja de las Joyas?

 

—Este es uno de esos casos en que todos salen ganando —respondió ella—. La policía colombiana, Interpol e incluso el gobierno alemán, que será el destino final de la caja. Todos tienen razones para celebrar.

 

Géorgine continuó con su análisis:

 

—Habrá miles de teorías y especulaciones sobre la caja en todo el mundo. La muerte de Panesso quedará como una anécdota menor. Ni Thomas, ni Sophy, ni los demás abrirán la boca porque simplemente no les conviene. Gracias a la caja, obtuvieron una suma nada despreciable. No son tontos.

 

—Pero Thomas cree que yo asesiné a sus padres. ¿No intentará vengarse? ¿Te imaginas una excitante segunda temporada de esta historia, como en las series de televisión? Te prometo que en ella serías la gran protagonista. 

 

—Ni en broma Enri. Te salvaste por un pelo. Por fortuna La Caja de las Joyas desapareció de nuestras vidas y con ella las malas vibras. Ya no hay caja que te vincule con Thomas. Hay que seguir adelante. La vida es corta y el final acecha.

 

Al día siguiente, tras la salida de Gatopardi y Géorgine, Thomas y sus amigos se reunieron en el apartamento de Diana.

 

—Lo mejor, mientras la investigación del general Fonseca sigue en curso, es no vernos a menos que sea estrictamente necesario —dijo Thomas—. Lo peor que podríamos hacer es enredarnos en un caso con un asesinato de por medio. Nadie sabe, ni debe saber, de dónde provino la Caja de las Joyas. Si se descubre que yo la poseía, sería nuestra perdición.

 

—No me gusta eso de no vernos, Thomas —protestó Diana.

 

—Sí, no creo que sea para tanto —coincidió Carol.

 

—Thomas tiene razón —intervino Alberto—. El general Fonseca es un investigador hábil. Ahora está centrado en el hallazgo de la caja, pero pronto enfocará su atención en el asesinato de Panesso. Lo prudente es mantenernos alejados. Durante los próximos dos meses, en lo posible, no deberíamos contactarnos ni siquiera por teléfono. Yo les avisaré cuando la policía baje la guardia.

 

—De todas maneras, salimos bien librados, salvo Thomas, que no pudo vengar la muerte de sus padres —dijo Sophy—. Pero, quien quita que en el ático de la casona haya mas manuscritos que nos traigan otros millones.

 

—Sí, Thomas, busquemos en el ático. La inflación está peor que nunca —agregó Carol.

 

—Saben que yo soy la que encuentra los tesoros. No buscaré mas porque ya encontré el mío, —dijo Diana con una sonrisa mirando a Thomas.

 

Thomas le guiñó el ojo a Diana y comentó: —Es curioso pero la Caja de las Joyas nunca le perteneció a nadie. Ni al viejo librero, ni a mis padres, ni a mí, ni a Gotapardi. Como si tuviera vida propia. Bueno, quizás exagero un poco…

 

El general Fonseca interrogó a Thomas y Alberto, pero no logró obtener información relevante sobre el asesinato de Panesso. Su principal interés era esclarecer ese crimen, pero sabía que ambos estaban fuera de sospecha. Por otro lado, ni él ni Interpol tenían interés en investigar el pasado de la Caja de las Joyas antes de su hallazgo en La Ronda Mágica. No valía la pena perder el tiempo en ello.

 

En una conversación con su segundo al mando, el general reflexionó:

 

—Si los policías fuéramos más allá de nuestras responsabilidades, ¿qué les quedaría a los escritores? Son ellos quienes alimentan la imaginación de la gente con historias que sucedieron, pero que nunca llegaremos a conocer ni a comprender del todo.

 

Final de La Caja de las Joyas (historia de 26 capítulos)

 

Todos los capítulos en los enlaces:

 

https://lanota.com/index.php/CONFIDENCIAS/historia-de-aventuras-la-caja-de-las-joyas-i-y-ii.html

 

https://lanota.com/index.php/CONFIDENCIAS/historia-de-aventuras-la-caja-de-las-joyas-iii-y-iv.html

 

https://lanota.com/index.php/CONFIDENCIAS/historia-de-aventuras-la-caja-de-las-joyas-v-y-vi.html

 

https://lanota.com/index.php/CONFIDENCIAS/historia-de-aventuras-la-caja-de-las-joyas-vii-y-viii.html

 

https://lanota.com/index.php/CONFIDENCIAS/historia-de-aventuras-la-caja-de-las-joyas-ix-x-y-xi.html

 

https://lanota.com/index.php/CONFIDENCIAS/historia-de-aventuras-la-caja-de-las-joyas-xii-xiii-y-xiv.html

 

https://lanota.com/index.php/CONFIDENCIAS/historia-de-aventuras-la-caja-de-las-joyas-xv-xvi-y-xvii.html

 

https://lanota.com/index.php/CONFIDENCIAS/historia-de-aventuras-la-caja-de-las-joyas-xviii-xix-y-xx.html

 

https://lanota.com/index.php/CONFIDENCIAS/historia-de-aventuras-la-caja-de-las-joyas-xxi-xxii-y-xxiii.html

 

https://lanota.com/index.php/CONFIDENCIAS/historia-de-aventuras-la-caja-de-las-joyas-xxiv-xxv-y-xxvi.html