LaNota.com
 

–––––––––––––––––––––––––––––––––

  

 

RANKING DIGITAL DE MERCADOS DE COLOMBIA

 

INFORMES SECTORIALES DISPONIBLES

 

(HACER CLICK AQUÍ)

  

–––––––––––––––––––––––––––––––––

 

 

PROYECCIONES ECONÓMICAS DE COLOMBIA 2025-2029

 

VERSIÓN MARZO 2025

 

(HACER CLICK AQUÍ)

 

–––––––––––––––––––––––––––––––––

 

99 INFORMES SECTORIALES STANDARD DE COLOMBIA

 

PAQUETE CON TODOS LOS INFORMES DEL RANKING DIGITAL DE MERCADOS

INFORMACIÓN DE 8.000 EMPRESAS LÍDERES DE COLOMBIA

 

(HACER CLICK AQUÍ)

 

–––––––––––––––––––––––––––––––––

 

DIAGNOSTICENTRO EMPRESARIAL DE COLOMBIA

 

CONCEPTOS SOBRE LAS TRAYECTORIAS FINANCIERAS DE EMPRESAS

 

(HACER CLICK AQUÍ)

 

 –––––––––––––––––––––––––––––––––

 

 

Jorge Ospina Sardi

 

Los siguientes son los capítulos XV, XVI y XVII de la historia de aventuras La Caja de las Joyas titulados "Los Mitos Perduran", "En Toda Historia Hay un Pasado Mañana" y "El Efecto Boomerang". Capítulos anteriores y siguientes en los enlaces al final. 

 

XV) LOS MITOS PERDURAN

 

—Te das cuenta, Luigi, lo fácil que ha resultado la adquisición de la Caja de las Joyas. ¿Pero qué más se puede esperar si soy un mito? El accidente de la avioneta fue necesario para que los colombianos entraran en razón. Entraron en pánico ante la perspectiva de correr la misma suerte. Evitó más muertes innecesarias. Tú conoces mi lema: golpe oportuno y certero, golpe que a futuro salva vidas. Y estamos aquí para no desperdiciar vidas, ¿o no es eso a lo que nos dedicamos, Luigi?

 

—Así es, jefe. Nuestro trabajo es humanitario. Usted me lo dijo una vez y en cada operación que hacemos se confirma.

 

Sonó un timbre. Era Géorgine con la caja.

 

—Que 'Cara Dura' y 'Sorbete' la dejen aquí mientras yo desaparezco en el baño y salgan a la mayor brevedad hacia Europa esta noche en vuelos separados. Menos mal 'Knock Out' logró desembarazarse de la Interpol y ya está en Europa. Ninguno de mis mosqueteros está registrado en esa agencia de caza talentos. A Knock Out no lo pudieron acusar de absolutamente nada. —Gatopardi soltó una carcajada—. Ja, ja, ja.

 

Géorgine llegó con una sonrisa radiante.

 

—Al fin las joyas, Enri. Mission accomplie. Estoy nerviosa porque todo ha salido tal como lo planeamos. No es lo usual.

 

—Sí, mon chéri. Le he dado vueltas y vueltas a cómo se han dado las cosas y no veo que estemos en peligro. La razón es simple: para los colombianos, la Caja de las Joyas es una papa caliente. Une patate chaude, Géorgine. Además, ya nos hicimos sentir al transmitirles un mensaje muy claro con el accidente de la avioneta. Y por supuesto, saben que yo siempre obtengo lo que me propongo. Mi good will es inmenso y trasciende las fronteras. — Ja, ja, ja.

 

—A lo mejor tienes razón, Enri. Pero creo que debemos irnos mañana a primera hora, no vaya a ser que se arrepientan o que enloquezcan.

 

—Tienes razón. Luigi se quedará acá para hacerle la entrega formal de la Caja de las Joyas a Matarov apenas salgamos de los cielos de Colombia. El único eslabón débil que nos queda es Panessin. Sabe demasiado. Y tú sabes que detesto a los que saben demasiado. Me dan erisipela. Y l’erysepelas molto difficile da curare.

 

—Sí, jefe. Ya sé que solo La Finezza puede curarlo de l’erysepelas.

 

—Qué problema, Enri, pero entiendo que es la única solución. Es un dilema entre la vida de Panessin y la vigencia de un mito —dijo Géorgine, satisfecha de haberle encontrado una justificación literaria al tema.

 

En ese momento, el techo se abrió y, de la nada, surgió una escalera por la que bajó Panesso. El techo se cerró cuando ya no necesitó la escalera.

 

—Hola, muchachos —dijo Panesso con tono alegre—. Veo que ya terminaron sus gestiones acá en Colombia. Me alegra haberles ayudado. Ya saben que siempre estaré a sus órdenes para cualquier nuevo emprendimiento que tengan.

 

—Hola, Rogelio —contestó Gatopardi en tono apenas protocolario. Géorgine y Luigi saludaron con gestos.

 

—Pero si la ocasión es para celebrar, ¿por qué están tan serios? —se lamentó Panesso.

 

—Es que estábamos aquí hablando de lo que se viene cuando lleguemos a Europa. Se abandona la plaza y la plaza se alborota —dijo Gatopardi de inmediato—. Me imagino que Luigi ya te informó que Matarov recogerá la mercancía pasado mañana y que él será el encargado de entregarla. Géorgine y yo viajamos mañana a primera hora. Tú, Rogelio, tienes que coordinar y supervisar toda la operación.

 

—Así lo haré —dijo Rogelio en tono firme—. Este Matarov tiene una pésima fama. No quiero exponerme mucho con él. Entiendo que la entrega de la caja tenga que hacerse aquí en La Ronda Mágica. Me estoy arriesgando con esto. Si algo sale mal, quedaría en la mitad de una fritanga. Lo de Matarov da lugar a unos honorarios adicionales.

 

Gatopardi y Géorgine se miraron con sorpresa. Luigi miró al techo.

 

—No esperaba esto de ti, Rogelio. Ya te estamos pagando una suma fabulosa. Habíamos acordado un arriendo por dos semanas para realizar la transacción y pasado mañana no se cumplen las dos semanas.

 

—Cierto, Enrico. Pero nunca me dijeron que iba a tener que lidiar con alguien como Matarov. Con ustedes no tengo problema, ni más faltaba. Pero Matarov me va a conocer. Solo escalofríos me da al pensar que voy a estar en semejante radar.

 

—Bueno, bueno, aunque creo que tus temores son infundados, reconozco que cada quien es dueño de sus propios miedos. Un millón de dólares por este anexo al contrato. Y dicho sea de paso, los cinco millones acordados más el millón adicional te lo giramos en el mismo momento en que Matarov se lleve la Caja de las Joyas —dijo Gatopardi, visiblemente molesto.

 

—Este es otro puntico del cual quería hablar. El 50 % mañana cuando ustedes viajen y el 50 % restante pasado mañana cuando le entreguemos a Matarov la caja.

 

—Pero hoy sí que amaneciste pedigüeño como un pordiosero varado. Géorgine, por favor, dame una mano con Rogelio porque se descontroló.

 

—Sí, Rogelio, desconocíamos esta faceta tuya de pedigüeño. Creo que es tu inexperiencia en estas lides. Pero Enri, no tenemos ninguna queja con el trabajo de Rogelio y por eso me parece que está bien recompensarle atendiendo sus irrazonables peticiones.

 

—Está bien, está bien. Haremos como tú dices, Rogelio. Solo porque Géorgine se puso de tu lado. ¿Te das cuenta de que tu compromiso con nosotros ahora es todavía mayor?

 

—Sí, Enrico. Ten la seguridad que no te fallaré. Gracias por la confianza.

 

XVI) EN TODA HISTORIA HAY UN PASADO MAÑANA

 

El día esperado llegó con la visita de Matarov.

 

—Busco a Rogelio Panesso —dijo con voz firme a la recepcionista de La Ronda Mágica, haciendo retumbar el ambiente.

 

Panesso salió rápidamente a su encuentro, acompañado de Luigi. Matarov no estaba solo: dos de sus hombres, de aspecto severo, lo flanqueaban. Luigi los saludó con su habitual frialdad.

 

—Señor Matarov, un placer verlo —dijo Panesso, quien ya había sacado la Caja de las Joyas del cuarto secreto con la ayuda de Luigi. Cuanto menos supiera Matarov, mejor—. Sigamos a nuestra sala de juntas.

 

Una vez dentro, Panesso y Luigi colocaron la caja sellada sobre la mesa. Tal como Gatopardi había indicado, los sellos intactos garantizaban que su contenido no había sido alterado.

 

—Veo que la caja mantiene los sellos de Gatopardi. Enrico nunca deja cabos sueltos —comentó Matarov con una sonrisa burlona.

 

—Así es, señor Matarov. Todo está tal como lo acordamos —respondió Panesso.

 

Matarov lo observó fijamente durante quince largos segundos. Finalmente, habló:

 

—Hay un pequeño inconveniente, señor Panesso. Hoy no puedo llevarme la caja. Necesito que la guarde hasta mañana por la tarde, cuando viajo.

 

Luigi frunció el ceño.

 

—Esto no fue lo acordado, señor Matarov. ¿El pago ya se realizó? A partir de este momento, todo corre por su cuenta y riesgo. Yo viajo esta noche.

 

—Aquí radica el problema, Luigi. Debido a las sanciones financieras impuestas a mi país por la Guerra de Ucrania, se nos ha complicado el giro. Pero le doy mi palabra de que el asunto se resolverá entre esta noche y mañana.

 

Un tenso silencio se apoderó de la sala.

 

—No tengo manera de comunicarme con el señor Gatopardi en estos momentos —dijo Luigi—. No sé qué responderle, señor Matarov. Nuestro compromiso con el señor Panesso termina hoy. ¿Qué garantía tenemos de que mañana se hará el giro?

 

—Sabes que mi palabra es suficiente, Luigi.

 

—Pero usted también sabe que yo no puedo tomar decisiones de este calibre.

 

—Entonces comunícame con Géorgine.

 

—No estoy autorizado para llamarla por teléfono. Y menos desde Colombia.

 

El nerviosismo de Panesso aumentaba. Estaba atrapado en una situación imprevista y peligrosa.

 

—Señores, mi compromiso era garantizar la entrega de la caja hoy, cuando la recibiría el señor Matarov. No más allá de eso —dijo Panesso, tratando de deslindarse—. Este es un problema entre ustedes dos. A mí me dejan fuera de esto.

 

Luigi y Matarov intercambiaron miradas.

 

—A ver, señor Panesso —dijo Luigi—. Creo que su buena voluntad se extenderá hasta mañana si recibe cien mil dólares adicionales, que el señor Matarov le girará. Y, señor Matarov, voy a hacerme el de la vista gorda con mi jefe, bajo la premisa de que el dinero acordado se girará a más tardar mañana al mediodía. Me queda debiendo una. No me puede hacer quedar mal, señor Matarov. Usted sabe cómo funcionan estas cosas.

 

Panesso, aunque a regañadientes, aceptó la propuesta. Sabía que, si algo salía mal, quedaría atrapado en un fuego cruzado donde su vida sería prescindible.

 

Preocupado, llamó a Alberto.

 

—No sé qué hacer si Matarov no gira el dinero mañana. Estoy solo en esto. Necesito que me asesoren o me protejan de alguna manera.

 

—Por Dios, Rogelio. Por fortuna, nosotros ya no tenemos nada que ver en este asunto. En lo que a mí respecta, la Caja de las Joyas es historia pasada. No podemos volver a involucrarnos. Lo siento mucho. Suerte… Mucha suerte.

 

Intranquilo, Alberto llamó a Thomas y le relató lo sucedido. 

 

—No me gusta nada esto. Quizá debamos tomar medidas preventivas. Pensémoslo esta noche y reunámonos mañana a desayunar en la casona con las tres escuderas.

 

—De acuerdo —asintió Alberto—. Ya sabemos que en el mundo del crimen, los incumplimientos traen represalias y venganzas que arrasan con la vida no solo de los involucrados, sino también de inocentes.

 

XVII) EL EFECTO BOOMERANG

 

El desayuno transcurría en un ambiente inicialmente festivo, pero pronto se ensombreció cuando Thomas compartió las noticias sobre la Caja de las Joyas.

 

—No sé, Alberto, si has pensado en alguna medida de contingencia en caso de que la negociación entre Gatopardi y Matarov fracase. En lo que a mí respecta, creo que si eso sucede, lo mejor sería desaparecer. Inventarnos un viaje al exterior y regresar solo cuando las aguas se calmen.

 

—Si eso pasa —dijo Alberto—, creo que debemos convencer a Panesso, a través de una tercera persona, para que acuda inmediatamente a Interpol y les cuente su historia. A cambio, solicitaría protección de testigo. Ya será un problema de Interpol encontrar la caja y judicializar a quienes puedan caer en el operativo.

 

—No estoy de acuerdo —intervino Diana—. El rebote hacia nosotros no se hará esperar. Nos guste o no, somos parte de la historia de la Caja de las Joyas. Si involucramos a Interpol, seremos testigos de excepción. Y en ese momento, estaremos perdidos.

 

—Sí, Alberto. Yo no quiero pasar el resto de mi vida dando explicaciones a Interpol y huyendo de Gatopardi o de Matarov —agregó Sophy, sin ocultar su nerviosismo.

 

—Totalmente de acuerdo con Diana —coincidió Carol sin dudarlo.

 

—El eslabón débil de toda esta historia es Panesso. Puede comprometer a todos los involucrados en la historia de la Caja de las Joyas. Su vida pende de un hilo y su comportamiento puede tornarse muy errático. Creo que ustedes tienen razón en rechazar mi propuesta —reconoció Alberto.

 

—Bueno, en realidad pienso que hay situaciones en la vida en las que cualquier decisión que se tome es perdedora. Esta situación la llaman "el dilema del prisionero". Si Matarov no paga, lo mejor es no tomar ninguna decisión y esperar que los eventos se desarrollen a nuestro favor. Es una situación sobre la cual no tenemos control alguno, y por lo tanto, intervenir podría ser peor que no hacerlo. No veo otra opción que quedarnos quietos en primera base —concluyó Thomas, satisfecho con su análisis.

 

Mientras tanto, en La Ronda Mágica, Luigi, Matarov y Panesso se reunían nuevamente.

 

—Solo logré reunir el 40% de lo acordado —informó Matarov—. Tienes que entender, Luigi, que la situación en Rusia es muy especial.

 

—No, Matarov. Nos lo debiste haber dicho antes. Esa oferta no es aceptable, ni tampoco este cambio de última hora. Tu credibilidad está en juego —respondió Luigi, indignado.

 

—El 40% de la propuesta inicial. Eso es lo máximo que podemos ofrecer. Lo toman o lo dejan —sentenció Matarov, sin dar su brazo a torcer.

 

Luigi caminaba de un lado a otro por la sala, mientras Panesso suplicaba internamente que se cerrara la negociación a cualquier precio para dar por terminado este capítulo de su vida. Matarov permanecía impasible.

 

A Luigi todo esto le parecía una jugada de Matarov para conseguir una ventaja de última hora. El precio acordado solo lo conocían Gatopardi y Matarov. Pero Luigi sabía que debía ser una suma muy alta. Escuchó cuando Gatopardi le comentó a Géorgine que se trataba de una de las mas importantes transacciones de su vida y que, para celebrarlo, le obsequiaría la diadema de la zarina con la condición de no mostrarla en al menos cinco años.

 

Luigi tenía acceso directo a Gatopardi a través de dos teléfonos fantasma prepago diseñados para mensajes de emergencia. En uno de ellos escribió: "40% del precio acordado". La respuesta fue inmediata y contundente: "NO".

 

Para Gatopardi, no solo estaba en juego el ingreso perdido, que no era despreciable, sino también su reputación. No podía permitir que se divulgara la noticia de que un mafioso ruso lo había timado. Eso lo haría vulnerable, y su mito se desplomaría.

 

Luigi comunicó a Matarov la negativa de Gatopardi.

 

—Si esa es la decisión final, Luigi, hasta aquí llegamos —dijo Matarov, saliendo abruptamente de la sala sin agregar más.

 

Luigi destruyó de inmediato el teléfono prepago con el que se comunicó con Gatopardi. Luego, sacó otro y envió un nuevo mensaje: "No hubo negocio". La respuesta fue breve: "Espere instrucciones".

 

Para Gatopardi era evidente que Matarov lo estaba engañando. Incluso cabía la posibilidad de que estuviera considerando robar la caja, ahora que sabía dónde estaba. Si la mantenían en el cuarto secreto de La Ronda Mágica, Panesso conocía su ubicación, y Matarov podría obtener esa información de él.

 

Justo en ese momento, llegó Géorgine desde Francia. Gatopardi le contó con detalle lo sucedido.

 

—Debemos sacar la Caja de las Joyas de La Ronda Mágica cuanto antes. No veo otra alternativa que guardarla en la casa de Thomas, en las afueras de Bogotá, mientras decidimos qué hacer. No tenemos otro sitio seguro. Luigi puede llevarla allá esta medianoche. Estamos contra la pared y no hay otra opción. Nunca imaginé que Matarov me traicionaría.

 

—No, Enri... no me digas que tengo que volver a conectarme con Sophy... —murmuró Géorgine con preocupación.

 

Continúa (historia de 26 capítulos)…

 

Capítulos anteriores y siguientes en los enlaces:

 

https://lanota.com/index.php/CONFIDENCIAS/historia-de-aventuras-la-caja-de-las-joyas-i-y-ii.html

 

https://lanota.com/index.php/CONFIDENCIAS/historia-de-aventuras-la-caja-de-las-joyas-iii-y-iv.html

 

https://lanota.com/index.php/CONFIDENCIAS/historia-de-aventuras-la-caja-de-las-joyas-v-y-vi.html

 

https://lanota.com/index.php/CONFIDENCIAS/historia-de-aventuras-la-caja-de-las-joyas-vii-y-viii.html

 

https://lanota.com/index.php/CONFIDENCIAS/historia-de-aventuras-la-caja-de-las-joyas-ix-x-y-xi.html

 

https://lanota.com/index.php/CONFIDENCIAS/historia-de-aventuras-la-caja-de-las-joyas-xii-xiii-y-xiv.html

 

https://lanota.com/index.php/CONFIDENCIAS/historia-de-aventuras-la-caja-de-las-joyas-xviii-xix-y-xx.html

 

https://lanota.com/index.php/CONFIDENCIAS/historia-de-aventuras-la-caja-de-las-joyas-xxi-xxii-y-xxiii.html

 

https://lanota.com/index.php/CONFIDENCIAS/historia-de-aventuras-la-caja-de-las-joyas-xxiv-xxv-y-xxvi.html