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Jorge Ospina Sardi

 

Los siguientes son los capítulos XII, XIII y XIV de la historia de aventuras La Caja de las Joyas titulados "Jaque, pero no Mate", "Mejor Cumplir que Trampear" y "Del Win-Win al Win-Tie". Capítulos anteriores y siguientes en los enlaces al final.

 

XII) JAQUE, PERO NO MATE

 

—Me llaman la atención estos colombianos, Luigi —dijo Gatopardi con una sonrisa—. Creen que pueden engañarme. No creo que son sinceros del todo. Creo que quieren atraparnos y entregarnos a Interpol. Nos reuniremos con Géorgine aquí, en este búnker. No podemos comunicarnos con ella por celular. Ni tú ni yo.

 

Poco después llegó Géorgine.

 

—Honores a La Connoisseur. Tiempos desde la última vez. Ya me estaba olvidando de ti, querida —Gatopardi soltó una carcajada.

 

—Solo tú te ríes de tus chistes, querido —respondió Géorgine con rostro serio—. Viste y oíste, me imagino, todo lo que ha pasado en las diferentes reuniones. Fue un gran atrevimiento mostrarme la Caja de las Joyas en el apartamento de Sophie. Parecía la caja original, pero no la pude ver de cerca. De todas maneras, estoy segura de que tienen la original, aunque no estoy convencida de que quieran negociarla con nosotros. Piden diez millones de dólares. Esta oferta sería aceptable si fuera cierta. Y yo me quedaría con la diadema de la zarina.

 

—Sí, nuestra ganancia sería alta con lo que ha ofrecido ese traficante de armas ruso. 

 

—Matarov —intervino Luigi—. Ha sido un cliente confiable. Se dice que maneja estos temas relacionados con el arte para las más distinguidas mafias rusas.

 

—Sí, así es. Prefiero lidiar con Matarov mil veces antes que con las mafias rusas —agregó Gatopardi.

 

—Estoy un poco perdida, Enri, sobre el siguiente paso a tomar. Podemos decirles que aceptamos el trato y ver qué hacen. Tendríamos que organizar el pago y la entrega simultáneamente. Habría que escoger un sitio especial para eso y garantizar que no haya agentes de Interpol de por medio.

 

—El lugar, el día y la hora tendrían que fijarse con un máximo de treinta minutos de anticipación —aclaró Luigi.

 

—Si la caja está en el apartamento de... ¿Cómo se llama esa preciosa joya?

 

—Pensé que solo tenías ojos para esta joya —Géorgine se señaló a sí misma.

 

—Se llama Sophy —dijo Luigi.

 

—Sí... Sophy. Si es cierto que la caja está en su apartamento, entonces acordemos hacer la transacción ahí. Yo no iré. Irían 'Cara Dura' y 'Sorbete', dependiendo de la respuesta que nos den. No pueden involucrar a Interpol, por lo menos en esta etapa, porque perderían la caja. La decomisarían. Y además, tendrían que dar muchas explicaciones.

 

—Son prisioneros de la Caja de las Joyas —continuó Gatopardi—. Desde que ando detrás de ella, han estado dando palos de ciego. Los tengo contra las cuerdas. Thomas sabe que o me dan la caja o correrán la misma suerte que sus padres. No puede escapar de esa disyuntiva. Si esto fuera ajedrez, su rey estaría en jaque, aunque no todavía en mate. Ja, ja, ja.

 

—Sí, querido. Creo que los colombianos están en problemas. Pero actúan como si no lo estuvieran. Qué seguridad la de Sophy en sus respuestas. ¿Y qué tal el cuento de las fundaciones? Voy a decirle a Panessito que le informe a Sophy que mañana a primera hora les daremos el lugar y la hora. Como la caja está en su apartamento, si en el momento de la llamada ella sigue ahí, entonces podemos decirle que llegaremos en veinte minutos o algo así. Panessito debe decirle que tenga lista la billetera de bitcoins para hacerle el depósito cuando llegue el momento.

 

—No creo que sea necesario que tú intervengas, Luigi. Irán Géorgine, 'Cara Dura' y 'Sorbete'. Entre ellos dos pueden cargar la caja si fuera necesario. En el remoto caso que logren sacarla de ahí, la llevarán a una bodega que ha preparado Panessito. La Connoisseur la revisará exhaustivamente para verificar su contenido y asegurarse de que no tenga rastreadores. Luego, la trasladarán en otro carro a una segunda bodega. Después, la cambiarán nuevamente de vehículo hasta que finalmente llegue a La Ronda Mágica, donde permanecerá en un lugar seguro hasta que la gente de Matarov la saque de Colombia por su cuenta y riesgo.

 

XIII) MEJOR CUMPLIR QUE TRAMPEAR

 

Cuando llegó el mensaje de Gatopardi confirmando que recogerían la Caja de las Joyas en el apartamento de Sophy, se convocó una reunión en la casona a media mañana.

 

—Los acontecimientos nos están atropellando y estamos a la defensiva —dijo Thomas—. Recapitulemos. Ellos piensan que la caja está en el apartamento de Sophy. Allí hay una caja falsa con tres joyas; el resto son piedras. Nadie sabe la cantidad exacta de joyas que contiene la caja verdadera.

 

—Démosles una caja con la mitad de las joyas, recibimos los diez millones de dólares y nunca más volvemos a ver a esta gente —afirmó Diana—. Sé, Thomas, que quieres vengar el asesinato de tus padres, pero no veo cómo lograrlo, y menos con estos personajes. Creo que nuestra prioridad debe ser salir de esto lo más rápido posible. Lo hemos hablado con Sophy y Carol, y las tres coincidimos.

 

—Sí, Thomas. Lo principal es salir de esto con algo de dinero. Si intentamos vengarnos de Gatopardi, podríamos arruinarlo todo porque no tenemos los medios suficientes. Es cierto que nos tienes a nosotras y que iríamos hasta el fin del mundo contigo, pero hay que ser realistas —Carol apoyó la propuesta de Diana.

 

—Totalmente de acuerdo con Diana y Carol —intervino Sophy—. Yo me encargaría de la entrega a Géorgine de la Caja de las Joyas y de la transacción de los diez millones de dólares. Cuanto menos te involucres, Thomas, mejor.

 

—En ese caso, yo acompañaría a Sophy —afirmó Alberto—. Todo se haría en un espacio abierto, en un rincón del hall del Hotel Bon Place. Conozco al gerente del hotel. Le solicitaré el acceso al parqueadero y a un pequeño cuarto de reuniones semi público que hay en ese hall y donde no hay cámaras. En ese cuarto haremos la transacción en bitcoins y luego iremos al parqueadero y trasladamos la caja de nuestro carro al de ellos. La caja debe estar envuelta en papel regalo. 

 

—De acuerdo, intentémoslo así. Si todo resulta, el 60% de los diez millones será para el poseedor actual de la caja y el otro 40% se dividirá en partes iguales entre los cuatro miembros restantes del grupo, en concordancia con la filosofía que siempre hemos aplicado en cuestiones mucho menos importantes que esta —sentenció Thomas.

 

Sophy se comunicó con Géorgine y le dijo de entrada:

 

—Le tengo buenas noticias, Géorgine. La Caja de las Joyas es suya. Aceptamos su oferta de diez millones de dólares. Mañana a las once, en el hall de su hotel, haremos un intercambio simultáneo de la caja y el giro a una billetera de Bitcoin. Me acompañará Alberto Collins, experto en criptomonedas. Él la llamará y le contará cómo será la logística de la operación. 

 

—Excelente, Sophy —respondió de inmediato Géorgine—. Iré a la cita con dos ayudantes para que se hagan cargo de la caja. No la revisaré; parto del principio de la buena fe. Espero que no me engañes.

 

—Hecho, Thomas —dijo Sophy al colgar—. Todo marcha fluidamente.

 

Thomas tenía sentimientos encontrados. Todavía era muy vívido el recuerdo de sus padres. ¿Debería contentarse con recibir dinero y quedarse con la mitad de las joyas? ¿Y qué hacer con esa mitad? No estaba del todo satisfecho con un arreglo que dejaba impune al asesino de sus padres. Pero, además, ¿cómo reaccionaría Gatopardi si descubría que le habían entregado solo la mitad de las joyas?

 

Estaba sumido en estos pensamientos cuando Alberto le preguntó:

 

—¿Y cómo vamos a hacer para que la caja aparezca llena con la mitad de su contenido?

 

—Buena pregunta. No hay solución para esto excepto conseguir una caja más pequeña de esa época en un anticuario o de alguien... —Thomas se detuvo en seco—. No, eso tampoco. Pensándolo bien, con lo que vamos a hacer, Gatopardi seguirá tras nosotros. Él va por todo o nada. Entreguémosle todas las joyas. Así quedamos a paz y salvo en esta operación. Lo que venga después, digamos al día siguiente, ya no será problema nuestro. De pronto, sin saberlo, tenemos un as bajo la manga: el dedo meñique izquierdo de la escultura del gran salón de La Ronda Mágica.

 

—Bueno —contestó Alberto—, podemos organizar con ayuda de Interpol una gran redada en La Ronda Mágica para la tarde del siguiente día. Si lo que nos dijo Carol sobre el dedo meñique es cierto, entonces quizá caiga el pez gordo y, no solo eso, la Caja de las Joyas quedará en manos de las autoridades gubernamentales. Y nosotros nos quedamos con los diez millones de dólares.

 

—Creo que esa es nuestra única alternativa, Alberto. Cumplirle a Gatopardi con lo acordado. De ahí en adelante, es por su cuenta y riesgo. Si la redada no da resultado, pues qué le vamos a hacer. En ese caso, Gatopardi ya tiene la Caja de las Joyas, que era a lo que vino. Lo que le suceda con la caja o a él personalmente ya no será nuestro problema. Si se enreda, no nos puede culpar.

 

Thomas continuó su análisis de la situación:

 

—Si lo atrapan, esa será mi venganza. Si no lo atrapan, al menos conseguimos una retribución monetaria y nos libramos de la famosa Caja de las Joyas y de los peligros que implica su posesión, que para nosotros son inmanejables. En términos administrativos, no es un win-win del todo, pero sí una especie de win-tie: por un lado, ganamos un dinero que no teníamos, y por el otro, aunque no puedo vengarme, nos deshacemos de un peligro latente.

 

XIV) DEL WIN-WIN AL WIN–TIE

 

A primera hora de la mañana siguiente Thomas colocó la Caja de las Joyas en la puerta de entrada de la casona envuelta en papel de regalo. Sophy y Alberto la recogieron sin preguntar nada y se dirigieron con ella al hotel Bon Place. Diana, Carol y Thomas permanecían expectantes en la casona.

 

—Entonces, Thomas, ¿te inventaste un nuevo concepto en administración? El win-tie —dijo Diana con tono burlón.

 

—Así es, se me prendieron las luces —respondió Thomas—. Yo mismo me quedé reflexionando sobre el win-tie. Existe el concepto de moñona, que es cuando una persona recibe dos beneficios con una sola acción: el que buscaba alcanzar directamente y un beneficio adicional indirecto. Este concepto de moñona coincide mas o menos con el concepto win-win. En la vida real, muchas veces se da un win-loss: ganamos algo, pero a costa de otra cosa, esperando que la ganancia sea superior al costo. Pero nadie habla del win-tie: recibir un beneficio sin recibir otro adicional y sin incurrir en un costo.

 

—Carambas, Thomas, es la primera vez que te oigo decir algo tan brillante —exclamó Carol.

 

—El win-tie de Thomas es algo así como obtener beneficios sin incurrir en costos. Nada fácil en la vida real —intervino Diana—. Pero es interesante porque, en realidad, todo el tiempo intentamos hacer moñona, aunque la ambición rompe el saco. Es mucho más razonable tratar de conseguir algo sin asumir un costo, como en esta peculiar situación en la que nos encontramos.

 

—A mí esto me parece un trabalenguas —Carol no estaba convencida del novedoso concepto.

 

—Pero fíjate, Carol, que hay otras situaciones win-tie en la vida real. Por ejemplo, cuando nos enamoramos a primera vista, sin haber asumido todavía los costos de una relación de pareja. Hay un win-tie al comienzo de la relación.

 

—No se… siguen sin convencerme del todo —dijo Carol, aún escéptica.

 

—Otro ejemplo que se me acaba de ocurrir: cuando recibimos una herencia y los demás parientes la aceptan sin conflictos. Cuando no hay envidias ni acciones hostiles para impedir que se cumpla la voluntad del fallecido —añadió Thomas, entusiasmado con su descubrimiento.

 

Estaban en estas disquisiciones cuando sonó el teléfono. Era Alberto.

 

—Listo. Se llevaron la Caja de las Joyas. Nos giraron el dinero a la billetera de Bitcoin. A Géorgine le pareció extraño que la caja no coincidiera con la que vio en el apartamento de Sophy, pero le expliqué que no podíamos andar por la ciudad con una caja tan valiosa. Dijo que lo importante era que esta fuera la verdadera Caja de las Joyas y que, por suerte para todos, lo pasado quedaba en el pasado.

 

—Thomas, creo que debemos reunirnos para reconsiderar la decisión de hacer la redada en La Ronda Mágica. Y, como siempre ha sido en decisiones que afectan al grupo, se votará —dijo Diana con firmeza.

 

Thomas presintió que la votación no favorecería su propuesta.

 

—Pero aquí está en juego el asesinato de mis padres. Debemos, al menos, intentar que no quede impune —protestó.

 

—Muy cierto. Pero lo que mantiene unido a un grupo de amigos como este es que las decisiones se toman en conjunto y no por un solo miembro. Están en juego los intereses de todos. De hecho, como este es un caso delicado, la votación debe ser secreta —replicó Diana.

 

Thomas no supo qué responder de inmediato. Sin embargo, tras dos minutos de silencio, dijo:

 

—Bueno, acepto la propuesta de Diana, que al final de cuentas es la voz jurídica del grupo.

 

Esa noche, los cinco se reunieron, votaron en secreto y la decisión de no hacer la redada en La Ronda Mágica ganó por 3-2.

 

Al conocer el resultado, Carol comentó:

 

—No me quedaré con la espinita de no mover el dedo meñique y enterarme qué hay debajo de esa escultura...

 

—La curiosidad no solo ha sido la perdición de muchos gatos, sino también de muchas mujeres —concluyó Alberto, riéndose.

 

Continúa (historia de 26 capítulos)…

 

Capítulos anteriores y siguientes en los enlaces:

 

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