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Periodistas han propagado irresponsablemente el rumor que en su columna de opinión sembró Morales sobre Álvaro Uribe Vélez.
 
En ella afirmó que fue violada. Sin mencionar nombre dio a entender que se trataba de Álvaro Uribe, en cuyo caso la violación habría ocurrido cuando ejerció como encargada de prensa internacional de la Presidencia en 2003-2004.

Inmediatamente después de publicada la columna algunos de sus colegas salieron con el cuento que Morales era una pobre víctima y que tenía todo el derecho a no proporcionar el nombre de su supuesto violador. Pero no los molestó que se pudiera lanzar semejante tamaña acusación contra la honra de una persona con base en solo insinuaciones acerca de su identidad y sin acervo probatorio alguno.  

Casi simultáneamente el muy izquierdista reportero de la revista The New Yorker de Estados Unidos Jon Lee Anderson recogió el rumor y en su cuenta de Twitter se refirió, no a una violación, sino a “las violaciones presuntamente cometidas por el ex presidente Álvaro Uribe Vélez”. De manera que ya no es una violación sino “las violaciones”.

No podía faltar esa otra publicación izquierdista francesa Le Monde. La corresponsal en Bogotá Marie Delcas tomó el Twitter que lanzó Anderson y tras elogiarlo como un “gran reportero” se apresuró a servirle de caja de resonancia escribiendo que Uribe es “sospechoso de violación”.

La ética periodística de Delcas se quedó en el tintero puesto que Uribe no es “sospechoso” de eso. No hay un juicio de por medio. No hay una acusación concreta. No hay evidencia alguna. Lo único que existe es una insinuación de Claudia Morales propagada hábilmente y con alevosía por periodistas anti uribistas.

A todas estas, ¿qué pitos toca el esposo de Claudia Morales el coronel (r) Mauricio Miranda? Fue subalterno en la pasada década del actual vicepresidente Oscar Naranjo, y estuvo encargado de la seguridad presidencial cuando la periodista acompañó a Uribe en algunos de sus viajes internacionales. Es sabido que en todas partes a donde fue el ex mandatario, la vigilancia policial estuvo siempre presente. ¿Qué tiene que decir Miranda acerca de los viajes en los que coincidieron el ex presidente y la periodista?

Una acusación indirecta como la que ha prosperado en medios de comunicación y redes sociales, por su gravedad, debe ser considerada como falsa mientras no se demuestre lo contrario. Y mientras no se demuestre lo contrario los propagadores de lo que por ahora no pasa de ser un infame rumor o bien son unos idiotas útiles o bien hacen parte de un montaje con fines políticos, así se presenten como adalides de la causa feminista.

Tal como ha evolucionado este novelón cuesta solidarizarse con el dolor de una supuesta víctima cuya credibilidad está seriamente comprometida por la forma como ha expuesto su caso. Aunque Morales ha perdido últimamente vigencia en su profesión, lo cierto es que posee la experiencia necesaria como para saber que un tema como este debe manejarse con un mínimo de claridad y sin tanto maquiavelismo. Ha dejado la impresión que si no lo hizo así fue simplemente para eludir la diafanidad propia de la verdad.