La versión de la periodista parece ser un montaje para perjudicar a Álvaro Uribe Vélez e incidir en el resultado de las próximas elecciones colombianas.
Según la periodista, al supuesto violador, jefe de ella en el momento de los acontecimientos, “ustedes lo oyen y lo ven todos los días”. En “la vida que esa persona ha tenido ha demostrado que nada de lo que ocurra a su alrededor le puede hacer daño, que tiene todo el poder para poderse salir con la suya.” Y como si lo anterior fuera poco afirma que comparado con su supuesto violador “Harvey Weinstein es un pobre imbécil”.
El único jefe en la biografía de la periodista que tiene esta importancia es Álvaro Uribe. Por allá entre 2003 y 2004 Claudia Morales fue jefe de prensa internacional de la Presidencia. Su único otro jefe que medio se aproximaría en importancia es Julio Sánchez Cristo.
Esta conclusión ilustra la injusticia detrás de este tipo de acusaciones públicas anónimas y lleva a pensar en intenciones que van mas allá “de dar un paso hacia la sanación” por las heridas ocasionadas ante lo presumiblemente sucedido hace más de una década.
¿Por qué ahora sale la periodista con esta historia sin dar a conocer el nombre del supuesto violador y sin proporcionar pruebas así sean circunstanciales? No obstante la incompleta y fragmentaria versión, varios medios de comunicación y comentaristas le conceden una credibilidad que por ahora está muy lejos de merecerla.
Con todo, la Fiscalía inició por su cuenta una investigación penal “con base en fuentes abiertas por los hechos que públicamente hizo reconocer una reconocida periodista en su columna de opinión”.
La idea, por lo visto, es generar un gran escándalo antes de las próximas elecciones del 11 de marzo, en momentos en que todo apunta a que el Centro Democrático obtendrá una nutrida votación. Una acusación sin pruebas se convertiría entonces en un factor determinante en las próximas elecciones.
La politización y la falta de hechos incriminatorios concretos desdice de la seriedad de esta acusación. La misma periodista reconoce que se trata del típico caso de la palabra del acusado frente a la palabra de quien acusa. Si ello es así no cabe mas que aplicar el principio universal de la presunción de inocencia, aunque el daño quede hecho por la tendencia en estos casos a creer mas en la versión femenina que en la masculina.
El único jefe en la biografía de la periodista que tiene esta importancia es Álvaro Uribe. Por allá entre 2003 y 2004 Claudia Morales fue jefe de prensa internacional de la Presidencia. Su único otro jefe que medio se aproximaría en importancia es Julio Sánchez Cristo.
Esta conclusión ilustra la injusticia detrás de este tipo de acusaciones públicas anónimas y lleva a pensar en intenciones que van mas allá “de dar un paso hacia la sanación” por las heridas ocasionadas ante lo presumiblemente sucedido hace más de una década.
¿Por qué ahora sale la periodista con esta historia sin dar a conocer el nombre del supuesto violador y sin proporcionar pruebas así sean circunstanciales? No obstante la incompleta y fragmentaria versión, varios medios de comunicación y comentaristas le conceden una credibilidad que por ahora está muy lejos de merecerla.
Con todo, la Fiscalía inició por su cuenta una investigación penal “con base en fuentes abiertas por los hechos que públicamente hizo reconocer una reconocida periodista en su columna de opinión”.
La idea, por lo visto, es generar un gran escándalo antes de las próximas elecciones del 11 de marzo, en momentos en que todo apunta a que el Centro Democrático obtendrá una nutrida votación. Una acusación sin pruebas se convertiría entonces en un factor determinante en las próximas elecciones.
La politización y la falta de hechos incriminatorios concretos desdice de la seriedad de esta acusación. La misma periodista reconoce que se trata del típico caso de la palabra del acusado frente a la palabra de quien acusa. Si ello es así no cabe mas que aplicar el principio universal de la presunción de inocencia, aunque el daño quede hecho por la tendencia en estos casos a creer mas en la versión femenina que en la masculina.