En un momento bajo de su popularidad Gustavo Petro optó por convocar a Uribe y a su partido el Centro Democrático a una reunión sin resultado específico a la vista. A estos opositores “se les fueron las luces”.
El problema de Uribe y del Centro Democrático fue el propósito de la reunión: debatir sobre la reforma a la salud. Se trata de un tema al que no hay que agregarle nada en una reunión de esta naturaleza, a menos que fuera para llegar a algún tipo de acuerdo. El Congreso lleva mas de un año en ese debate. El gobierno tiene su posición y quienes se oponen tienen la suya. Ambas posiciones son de sobra conocidas por la opinión pública.
¿Cuál era entonces la idea de reunirse después de mas de un año en el que el tema se ha debatido en el Congreso, para volver a debatirlo en esta ocasión en una reunión en el Palacio de Nariño?
Una oposición bien entendida puede aceptar invitaciones al Palacio de Nariño pero básicamente para llegar a puntos de encuentro sobre temas que ya están “sobre el tapete” o por ejemplo, para escuchar al Presidente sobre nuevas iniciativas que le va a presentar al país. Pero, “¿para llover sobre mojado?”
Semejante show mediático, ¿para que los congresistas del Centro Democrático Paloma Valencia y Andrés Forero nos contaran por enésima vez su parecer sobre lo inconveniente que es para el país la reforma a la salud?
Con Gustavo Petro vale la pena reunirse porque es el Presidente, pero “conociendo el almendrón” hay que hacerlo con una agenda concreta y no indefinida. Extraño por decir lo menos que Álvaro Uribe se haya prestado a hacer lo que hizo.