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Jorge Ospina Sardi
 
El desempeño reciente del valor del Bitcoin valor frente al dólar ha llevado a la idea injustificada de que se trata de una burbuja semejante a la del Internet de finales de los años noventa.
 
Una cosa parece ser segura. La tecnología de los encadenamientos de bloques (blockchains) que se utiliza en el caso del Bitcoin y demás criptomonedas promete ser muy innovadora en sus aplicaciones en toda clase de actividades de la vida de las personas. Es semejante a un gran libro contable o base de datos “formada por cadenas de bloques diseñadas para evitar su modificación una vez que un dato ha sido publicado usando un sellado de tiempo confiable y enlazando a un bloque anterior” (según consulta en Wikipedia).

Esta tecnología basada en plataformas de código abierto que permite, de manera anónima y sin la participación de intermediarios, pagos, transacciones financieras, registro de contratos y depósitos de valores en billeteras digitales, ha despertado un justificado interés entre inversionistas y empresarios en todas partes del planeta, al igual que sucediera en su momento con la tecnología utilizada en el Internet.


Tecnologías disruptivas y euforias

El Bitcoin y las criptomonedas reúnen una de las condiciones que se han dado en muchas de las burbujas recientes: la aparición para quedarse de una tecnología disruptiva que desplaza a otras vigentes al facilitar esquemas mas eficaces y atractivos de relacionamiento entre los seres humanos.  

Detrás de la aparición de una tecnología disruptiva como la basada en el uso de ‘blockchains’ se crean toda clase de expectativas sobre negocios y emprendimientos nuevos. Se despiertan entusiasmos entre inversionistas inducidos por las novedosas y promisorias oportunidades que traerá su utilización.

Estas expectativas y entusiasmos son contagiosos. Atraen la atención de un creciente número de inversionistas grandes y pequeños, muchos de los cuales buscan lucrarse con las trayectorias ascendentes de precios y valores vinculados a los nuevos negocios y emprendimientos.

No hace sentido calificar a esas expectativas y entusiasmos como “racionales” o “irracionales”. Lo único que se sabe es que podrían pecar de optimistas, en cuyo caso aplicaría el término utilizado por los economistas de “euforia”.

En medio de la “euforia” acerca de las posibilidades y oportunidades que se abren con la utilización de la nueva tecnología se eleva el riesgo de que los aumentos en los precios y valores excedan niveles razonables o sostenibles en relación con los resultados que finalmente se logran en las implementaciones.
 
Al impacto de expectativas y entusiasmos iniciales no satisfechos que inevitablemente trae consigo la llegada de una nueva tecnología disruptiva, a la euforia que ella genera entre inversionistas, los economistas le han asignado el calificativo de “burbuja”.

Sin embargo, no hay que ponerle mucha tiza al tema. Lo importante de tener en cuenta es que en la etapa de introducción de nuevas tecnologías, los riesgos y las incertidumbres son mayores y por tanto, las equivocaciones y los errores de percepción de inversionistas y empresarios son mas numerosos que cuando se trata de proyectos relacionados con tecnologías conocidas y que llevan años de implementación.


El peculiar caso del Bitcoin

El Bitcoin y las criptomonedas constituyen un sistema de pagos y transacciones diferente al actualmente existente controlado por gobiernos a través de sus bancos centrales y entidades financieras subordinadas. Uno que usa una tecnología nueva disruptiva cuyas aplicaciones van mas allá.

Al Bitcoin y a las mas de 800 aplicaciones que se han establecido formalmente hay que evaluarlas por lo que dicen ser: sistemas de pagos, de transacciones, de registro y de almacenamiento de datos más ágiles, menos costosos y mas privados que los existentes.

A medida que el nuevo sistema capte un número creciente de usuarios y que los planes y visiones de fundadores y desarrolladores despierten el interés de los inversionistas, su capitalización expresado en dólares y otras monedas oficiales podrá aumentar aceleradamente, tal como de hecho ha sucedido hasta ahora.

Por otro lado, las criptomonedas compiten entre sí, lo que puede incidir en sus cotizaciones. Al Bitcoin no solamente le han surgido competidores directos sino también bifurcaciones o diversificaciones (forks) desde su plataforma que son igualmente competencia porque pretenden ser medios de pago mas ágiles y expeditos que el original.

Pero concentrémonos en la cotización del Bitcoin, la cual experimentó en 2017 una trayectoria que los expertos llaman “parabólica” y que algunos de ellos consideran insostenible y que la asimilan a una “burbuja” como lo fuera el precio de muchas acciones de empresas que se crearon cuando el Internet irrumpió en escena a finales de los años noventa.  

Se podría argumentar que la cotización del Bitcoin frente al dólar no se fundamentará en su función como medio de pago en el comercio minorista, en lo que otras criptomonedas lo superan en eficacia. Sin embargo, hay que tener en cuenta que se utiliza como unidad de valor e instrumento de monetización de otras criptomonedas. 
 
A mas largo plazo su cotización dependerá de su rol como depósito de valor de un número creciente de inversionistas y seguramente como instrumento de intercambio de riqueza entre personas naturales.
 
La cantidad de Bitcoin es limitada a 21 millones y así fuere por solo esta razón su cotización frente a monedas oficiales inflacionarias como el dólar y el euro debería ser creciente, siempre y cuando su demanda vaya en aumento.

Adicionalmente, la elevada liquidez actual en los mercados de capitales podría estimular esa demanda si se extiende la percepción entre inversionistas de que el Bitcoin constituye una especie de “oro digital” o refugio frente a las depreciaciones de las monedas oficiales y frente a la voracidad tributaria (expoliadora) de los gobiernos.

Si alrededor del Bitcoin se consolida una comunidad creciente y muy numerosa de inversionistas, como parece ser, no habría límites a aumentos en su valor. Puesto de otra manera, si la comunidad de inversionistas de Bitcoin se extiende a tal punto que su capitalización se vuelve muy significativa en un contexto global, sería difícil que su valor se desplomara abruptamente de la noche a la mañana tal como sucede con las famosas burbujas de los economistas.

No habría estampidas como las que se dan con el precio de las acciones de empresas o compañías en problemas financieros o con el precio de productos básicos cuando por ejemplo se presentan aumentos imprevistos en su oferta. Tampoco habría estampidas como es el caso de devaluaciones masivas de monedas oficiales ocasionadas por las políticas económicas irresponsables de los gobiernos.

Hay que repetirlo una y otra vez. El Bitcoin es una moneda digital cuyo sistema de operación es completamente descentralizado y cuya cotización no depende de los planes y estrategias de unos “directores de orquesta” como en el caso de empresas y gobiernos. Ni tampoco depende de hechos fortuitos como pueden ser fenómenos climatológicos.  

Su cotización por lo tanto obedecerá a otros factores. Uno de ellos muy importante, sin duda, es la confianza entre sus poseedores y usuarios: la creencia en su vigencia a futuro y la expectativa de que el proceso de atracción de nuevos inversionistas se mantendrá pese a los embates de la competencia y de los gobiernos.

Especialmente los embates provenientes de los bancos centrales y de las instituciones financieras tradicionales que se resisten a perder el arbitrario control que actualmente ejercen sobre el manejo de un dinero que no les pertenece (que no es el suyo sino el de la gente). Pero a pesar de la “guerra” mediática al Bitcoin y de “castigos” y “obstáculos” a sus inversionistas, la confianza en esta moneda digital se ha mantenido relativamente inalterada.

Esta resistencia es un indicio de que llegó para quedarse como protagonista y alternativa del sistema monetario internacional. Dado que su uso apenas está en sus etapas iniciales, que su cantidad es limitada, y que su operatividad escapa a los sistemas institucionales actuales de control y expoliación, es razonable proyectar que no se frenará, en medio de altibajos, su trayectoria ascendente frente al dólar y otras monedas oficiales.