Jorge Ospina Sardi
Este país se encuentra en una posición económica y financiera relativamente vulnerable. ¿Cuáles son las tendencias macro que están detrás de esta situación?
Por iniciativa de Judith Rodríguez Molina (JRM) me di a la tarea de hacer un diagnóstico sobre la situación económica actual de su país. A JRM la inquietó los informes de las calificadora internacionales de riesgo sobre Costa Rica. También rumores sobre estados de iliquidez en algunos sectores y la falta de debates a fondo del tema económico en la reciente elección presidencial de 2018.
Fue así como al revisar informes de la prensa internacional me sorprendí con el acento pesimista de los comentarios acerca del futuro económico de Costa Rica. En primer lugar, me llamó sobremanera la atención que un país con tan altos ingresos externos, no solamente no recibiera grado de inversión por parte de las calificadoras internacionales, sino que además todas ellas estuvieran amenazando con bajarlas aun mas.
Por otro lado, no obstante que el gobierno de Luis Guillermo Solís entrega una economía en peor estado a como la recibió, su candidato, el del Partido de Acción Ciudadana (PAC), salió victorioso. “Mas de lo mismo no puede ser la salida”, me había comentado JMR al conocer los resultados electorales.
De manera que, como primer paso, al igual que cuando analizo las perspectivas económicas de Colombia y de otros países, me propuse examinar con detenimiento las cifras mas recientes del desempeño económico de Costa Rica. Las encontré un tanto dispersas, pero ahí estaban en la cantidad y calidad requeridas para realizar un primer diagnóstico.
Resolví entonces, en un trabajo que tomó cierto tiempo, presentarlas reunidas en un informe estadístico para el período 2010–2017, y que contiene información detallada sobre población, PIB, empleo, liquidez, sistema financiero, inflación, tasas de interés, crédito interno, tasas de interés, tasa de cambio, balanza de pagos, exportaciones de bienes, exportaciones de servicios, inversión extranjera directa, deuda externa, balance fiscal, ingreso y gasto público, esfuerzo tributario, crecimientos sectoriales, y comportamiento del consumo y la inversión.
El respectivo informe estadístico de cinco páginas se puede conseguir por ahora gratis en el enlace:
El siguiente es mi diagnóstico al analizar las tendencias que se observan en ese informe estadístico:
1) Desde 2010 el crecimiento económico se ha desacelerado. De tasas anuales de aumento del PIB entre 4% y 5% se ha pasado a tasas anuales entre 3% y 4%, y se está en peligro de caer a un rango promedio entre 2% y 3%.
2) A causa de este menor crecimiento el desempleo abierto se ha mantenido por encima del 9%, al lado de una disminución de la tasa de participación que indica que un creciente número de costarricenses en edad de trabajar se han alejado del mercado laboral por la imposibilidad de conseguir empleo.
3) El consumo de hogares ha perdido dinamismo y su crecimiento ha sido inferior al consumo del gobierno. Ello no obstante un alto crecimiento del endeudamiento, tasas reales de interés a la baja y una revaluación del colón.
4) La inversión (formación bruta de capital fijo) registra un lánguido comportamiento en estos últimos años. Su nivel actual como proporción del PIB (16,7% en 2017) es bastante inferior no solamente al de otros países de la región sino que está por debajo al histórico de Costa Rica cercano a 20%.
5) Las exportaciones jalonaron a la economía durante 2016–2017. Tanto exportaciones como importaciones han representado consistentemente mas del 30% del PIB, lo que coloca a esta economía como una de las mas abiertas de América Latina.
6) Industria, agricultura, construcción y actividades inmobiliarias han perdido importancia relativa recientemente, mientras que las actividades financieras y los servicios profesionales la han ganado.
7) A pesar del dinamismo de las exportaciones, la balanza comercial (exportaciones de bienes menos importaciones de bienes) muestra un elevado déficit (7,5% del PIB en 2017).
8) Sin embargo, la balanza de servicios, gracias a los ingresos por concepto de turismo y los provenientes de los centros de servicios compartidos, arroja un saldo positivo, por lo que el déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos (que recoge el déficit en la balanza comercial y este superávit en la balanza de servicios) se ha situado alrededor de un promedio de 3% del PIB en los últimos tres años, un nivel administrable para un país no muy endeudado pero no así en un país sobre endeudado.
9) El sector exportador de bienes de Costa Rica está relativamente diversificado, lo cual es una de sus fortalezas, destacándose, en su orden, dispositivos médicos, banano, piña, equipo electrónico, frutas en conserva, comidas y alimentos preparados, productos de plástico, café, productos farmacéuticos, productos de caucho, productos de papel, aceites vegetales, hierro y acero, productos metálicos, productos lácteos, y azúcar.
10) La inversión extranjera directa se ha estancado últimamente alrededor de US$3.000 millones anuales. Las zonas francas y el sector inmobiliario y de turismo se mantienen como fuente importante de atracción de estos capitales. No hay una razón para que estos niveles de inversión no sean similares a los de Panamá, que en los últimos tres años han sido superiores en mas de un 60% a los de Costa Rica.
11) Las reservas internacionales del Banco Central de Costa Rica han estado en niveles insuficientes para proporcionar tranquilidad a los acreedores externos. En 2017 su nivel cerró en el equivalente a 4.5 meses de importaciones de bienes y servicios, pero si se incluyen los egresos por concepto de renta de inversiones ese nivel cae por debajo de 4 meses, bastante inferior al de países de la región que tienen una mas alta nota por parte de las calificadores internacionales.
11) La deuda externa total se ha triplicado en valor en el lapso de 7 años. Como proporción del PIB ha pasado de 24,6% en 2010 a 46,9% en 2017. Este ya es un nivel alto, pero lo mas preocupante es su actual trayectoria ascendente.
12) El significativo aumento de la deuda externa se ha dado no solamente en el sector público no financiero sino igualmente en el sector privado no financiero y en el sector financiero propiamente dicho.
13) Es llamativo que el sector de inversionistas extranjeros que operan en Costa Rica haya incrementado de manera considerable su endeudamiento externo. Por lo visto, últimamente han optado por financiarse en mayor proporción con deuda en lugar de inversión directa de capital.
14) Costa Rica se ha caracterizado por déficit fiscales que no dan tregua. En los últimos cuatro años, a nivel del gobierno central el déficit promedio anual fue de 5.7% del PIB, mientras que el del consolidado del sector público no financiero fue de 4,7% del PIB. Déficit fiscales de esta magnitud, cuando se dan de forma ocasional son manejables, pero cuando son permanentes generan desequilibrios explosivos en el sistema macroeconómico.
16) Como resultado de un permanente gran hueco en las finanzas públicas, no solamente ha aumentado la deuda pública externa sino muy especialmente la deuda pública interna, la que pasó de 31,7% del PIB en 2010 a 50,1% del PIB en 2017. Las dos deudas públicas ascienden a 65,2% del PIB, sin incluir la del sector financiero oficial. Estos niveles de endeudamiento público ya son excesivos, le restan margen de maniobra a la política económica, pero lo mas grave es su actual tendencia de aumento.
17) Un estimativo aproximado indica que la deuda total pública y privada (interna + externa) de los costarricenses supera el 110% de lo que producen anualmente (de su PIB). Esto sitúa al país dentro de la categoría de uno de los de elevado endeudamiento a nivel planetario.
18) Hay un “manipuleo” de la tasa de cambio y de las tasas de interés por parte del Banco Central que va en contra de una corrección de los desequilibrios macro. El colón se ha revaluado no obstante que las condiciones de mercado apuntan a que debería haber sucedido lo contrario.
19) Por otro lado, las tasas reales de interés de colocación (las tasas después de descontar la inflación) muestran una tendencia descendente no obstante los indicios de un sobre endeudamiento generalizado. Las calificadoras internacionales han expresado su preocupación por la salud de un sistema financiero que es en su mayoría público y que no maneja con el rigor debido los riesgos implícitos en su actividad crediticia.
20) De hecho, el saldo a final del año del crédito interno total pasó de ser 47.3% del PIB en 2010 a 68,6% del PIB en 2017. Con una economía desacelerada y desde hace algún tiempo sobre endeudada, el sector financiero de Costa Rica ha continuado incrementando alegremente su cartera de crédito.
¿Cuál conclusión general se desprende del diagnóstico anterior? Una amiga de JRM, al referirse al tema económico, manifestó que no había que preocuparse porque Costa Rica era un país “especial”. Pues si, es especial en la fortaleza de su sector exportador, en el nivel promedio de educación de su gente, en el buen trato al extranjero, en el manejo de su medio ambiente, y así la lista podría hacerse interminable.
Pero en lo que respecta al manejo de su macroeconomía no hay mucho de “especial”. Por el contrario, se repite en Costa Rica lo que ha sido historia en otros países. Y es esa condición tan humana de caer en la complacencia ante el éxito, de subestimar el esfuerzo que se requiere para mantener una trayectoria exitosa, de anticipar el disfrute del éxito antes de tiempo.
El problema es que esta postura lleva a un creciente deterioro en la evolución macroeconómica del país, que sin rectificaciones de fondo, podría acabar con valiosos logros ya alcanzados en calidad de vida y bienestar.
Esas rectificaciones, por ejemplo, pasarían por un período de verdadera austeridad en el gasto del gobierno central y en el de las instituciones descentralizadas. También con un programa de privatización de empresas públicas y bancos oficiales con el cual se obtendrían los recursos requeridos para darle un significativo impulso a la infraestructura que tanta falta le hace al país.
Propuestas como estas, al igual que otras de difícil aceptación política, están lejos de ser debatidas y aclimatadas entre la población. De la pasada elección presidencial no quedó prácticamente ninguna propuesta de fondo sobre la mesa, aparte de la idea de subir impuestos, lo que desestimularía la inversión privada en momentos en que sus niveles son de por sí insuficientes para dinamizar la economía.
Da la impresión que la clase política costarricense hubiere optado desde hace algún tiempo por dedicarse a “parlar” sobre las cosas buenas del país, sin confrontar unos desafíos económicos que son cada vez mas complejos y crecientes debido precisamente a sus indecisiones y a la falta de acciones correctivas concretas.
Las cifras no engañan. Muestran la compleja realidad económica actual que enfrenta el país. Pero lo mas inquietante que muestran no es eso. Son las tendencias de deterioro que se observan, sin que se vea su reversión. Sin que se escuche siquiera debates serios sobre salidas a esta situación.
Le comenté a JRM que solo queda darle un compás de espera al nuevo gobierno de Carlos Alvarado para tener una mayor claridad sobre el futuro económico de su país, después del cual me comprometería a hacer unas proyecciones a mediano plazo similares a las que realizo para Colombia. Me preguntó, qué tan largo sería el compás de espera. Unos tres meses fue mi respuesta.