Mentiras del tamaño de una catedral en relación con el sector eléctrico y básicamente con todo lo demás de lo que sucede en ese país. La intervención militar rusa es otra curiosidad.
Las mentiras de Nicolás Maduro sobre los apagones que sufre Venezuela serían motivo de carcajadas sino fuera por su terrible impacto sobre la calidad de vida de la población. Como una lora, cada vez que se va la luz, Maduro sostiene que se trata de sabotajes. Por lo menos debería intentar cambiar de mentira. Pero hasta en eso se refleja su incompetencia.
Todos los ingenieros expertos en el sector eléctrico han contado en múltiples ocasiones la simple verdad: un sector completamente desfinanciado que no ha recibido mantenimiento alguno en los últimos diez años. Robos y corrupción a la lata. Una crisis que ha llegado paulatinamente al crítico estado actual. Estos apagones han sido pan de cada día desde hace ya varios años, solo que ahora último son generalizados y afectan a Caracas.
Maduro sigue al pie de la letra las instrucciones de los cubanos que manejan la inteligencia de su país. Es una inteligencia totalmente predecible enchapada a la antigua. Herencia de la Unión Soviética: burda represión y mentiras infantiles en relación con la realidad. Excusas realmente bobaliconas, culpando siempre a terceros.
Cuba se quedó congelada en los años setenta del siglo pasado en todos los aspectos, incluida la mentalidad de su gente. Es como si no hubiera caído la Cortina de Hierro. Pero lo mas curioso de todo esto es el apoyo que todavía reciben Cuba y Venezuela de muchos intelectuales y políticos de izquierda en otros países de América Latina. Ellos también se momificaron por lo visto, aunque hay que reconocer que los mas inteligentes lo hacen a cambio de dádivas y prebendas.
Sobre Cuba y Venezuela vale la pena hacer referencia a lo que escribió Václav Havel en 1978 con respecto a cómo se vivía en esa época en el sistema comunista de su país Checoeslovaquia:
“Las personas hacen parte de una gran mentira. No necesitan aceptarla. Es suficiente con vivir con ella y en ella. Porque es de esta manera que cumplen con el sistema, que hacen posible al sistema, que finalmente se convierten en el sistema.”
En este sistema totalitario hay que esconder lo que se cree y lo que se siente. Hay que seguirle el juego a la mentira para así pasar desapercibido y poder sobrevivir.
A todas estas, otra curiosidad: ¿qué hace Rusia apoyando a regímenes políticos como el de Siria y el de Venezuela? ¿Hacer negocio con la venta de armas? No ha sido capaz Rusia de dar un salto cualitativo y convertirse en una nación civilizada que no apoya a unas horrendas dictaduras. Al parecer, todavía tiene un pie metido en el estiércol que le dejó 70 años de sistema comunista con su secuela de opresión y de decenas de millones de muertos y desaparecidos.