Nunca se había visto algo así. Trump está arrasando con el poder del Partido Demócrata y de sus líderes Hillary y Obama.
No es solo que Trump haya destrozado el legado de Obama con políticas totalmente opuestas a las del gobierno anterior. El problema mas grave y complejo es que tanto Hillary, como Obama en la segunda parte de su gobierno, incurrieron en toda clase de delitos penales.
Hay que tener presente que los delitos de Hillary contaron con la abierta complicidad de la administración Obama. Los delitos pasan por:
1) La venta de Uranio a Rusia con contraprestación de dinero depositado en la Fundación Clinton.
2) Las prácticas contables ilegales de la Fundación Clinton.
3) La fabricación de un “dossier” lleno de falsedades sobre Trump en plena campaña presidencial financiado por el Partido Demócrata y en cuya elaboración participó el FBI de James Comey.
4) La grabación por parte de la administración Obama durante la campaña presidencial de la Torre Trump y de sus hijos y colaboradores mas cercanos (en escala muy superior a las famosas grabaciones de Richard Nixon en el caso Watergate).
5) El nombramiento de Robert Mueller como Special Council para investigar una inexistente colusión de la campaña de Trump con el gobierno de Rusia. Mueller conformó un equipo con la “banda” que durante el gobierno de Obama trabajaba para Hillary desde el FBI.
6) El tema de los email de Hillary, cuyo manejo personal y no institucional comprometió la seguridad nacional. Hay mas de 200 de esos correos electrónicos que hacían parte de secretos de estado.
La lista no termina ahí. Por ejemplo, habría que agregar la reunión secreta entre la Fiscal General de Estados Unidos de la administración Obama y Bill Clinton en la que se discutió la exoneración de Hillary en el caso de los emails.
Y mas recientemente, el “descubrimiento” que tanto Mueller como su equipo de investigadores son reconocidos partidarios de Hillary. Por su abierta y manifiesta parcialidad contra Trump debieron recusarse de participar en esta investigación.
El destape de que el equipo de Mueller es manejado por antiguos funcionarios del FBI que trabajaron a favor de los intereses de Hillary ha sido un duro golpe a la credibilidad de su investigación.
Adicionalmente, hay otras investigaciones que ya llevan 11 meses, y que han sido realizadas por el Departamento de Justicia, por el nuevo director del FBI (de Trump) y especialmente por el Inspector General (también de Trump) sobre la participación y complicidad de Mueller y miembros de su equipo en las ilegalidades de Hillary.
Mueller ha intentado avanzar en sus investigaciones contra Trump sin que hasta ahora haya demostrado resultados importantes. Su ascendiente político se ha debilitado al punto que es previsible su destitución y la de su equipo por parte de Trump y simultáneamente acusaciones formales a los destituidos por actuaciones ilegales durante el ejercicio de sus cargos anteriores como funcionarios públicos.
Por lo menos eso es lo que se vislumbra a estas alturas de una batalla que ha sido quizás las mas importante entre las que se han librado en la capital del país mas poderoso del planeta desde cuando Trump asumió la Presidencia. Si su desenlace final le es favorable, se deshacería de la punzante piedra en el zapato que le implantaron Hillary y Obama al inicio de su gestión como Presidente.
Hay que tener presente que los delitos de Hillary contaron con la abierta complicidad de la administración Obama. Los delitos pasan por:
1) La venta de Uranio a Rusia con contraprestación de dinero depositado en la Fundación Clinton.
2) Las prácticas contables ilegales de la Fundación Clinton.
3) La fabricación de un “dossier” lleno de falsedades sobre Trump en plena campaña presidencial financiado por el Partido Demócrata y en cuya elaboración participó el FBI de James Comey.
4) La grabación por parte de la administración Obama durante la campaña presidencial de la Torre Trump y de sus hijos y colaboradores mas cercanos (en escala muy superior a las famosas grabaciones de Richard Nixon en el caso Watergate).
5) El nombramiento de Robert Mueller como Special Council para investigar una inexistente colusión de la campaña de Trump con el gobierno de Rusia. Mueller conformó un equipo con la “banda” que durante el gobierno de Obama trabajaba para Hillary desde el FBI.
6) El tema de los email de Hillary, cuyo manejo personal y no institucional comprometió la seguridad nacional. Hay mas de 200 de esos correos electrónicos que hacían parte de secretos de estado.
La lista no termina ahí. Por ejemplo, habría que agregar la reunión secreta entre la Fiscal General de Estados Unidos de la administración Obama y Bill Clinton en la que se discutió la exoneración de Hillary en el caso de los emails.
Y mas recientemente, el “descubrimiento” que tanto Mueller como su equipo de investigadores son reconocidos partidarios de Hillary. Por su abierta y manifiesta parcialidad contra Trump debieron recusarse de participar en esta investigación.
El destape de que el equipo de Mueller es manejado por antiguos funcionarios del FBI que trabajaron a favor de los intereses de Hillary ha sido un duro golpe a la credibilidad de su investigación.
Adicionalmente, hay otras investigaciones que ya llevan 11 meses, y que han sido realizadas por el Departamento de Justicia, por el nuevo director del FBI (de Trump) y especialmente por el Inspector General (también de Trump) sobre la participación y complicidad de Mueller y miembros de su equipo en las ilegalidades de Hillary.
Mueller ha intentado avanzar en sus investigaciones contra Trump sin que hasta ahora haya demostrado resultados importantes. Su ascendiente político se ha debilitado al punto que es previsible su destitución y la de su equipo por parte de Trump y simultáneamente acusaciones formales a los destituidos por actuaciones ilegales durante el ejercicio de sus cargos anteriores como funcionarios públicos.
Por lo menos eso es lo que se vislumbra a estas alturas de una batalla que ha sido quizás las mas importante entre las que se han librado en la capital del país mas poderoso del planeta desde cuando Trump asumió la Presidencia. Si su desenlace final le es favorable, se deshacería de la punzante piedra en el zapato que le implantaron Hillary y Obama al inicio de su gestión como Presidente.