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No se ve el final de su valorización frente al dólar y otras monedas inflacionarias gubernamentales. 

La gran valorización del Bitcoin y otras criptomonedas no es una “burbuja” como lo han hecho creer unos supuestos “expertos”. Quienes no entienden de fenómenos monetarios y financieros complejos deberían abstenerse de pontificar públicamente al respecto. Clichés como “todo lo que sube baja” o “inversión de alto riesgo” poco o nada agregan al entendimiento de este fascinante tema.

 
Lo primero que hay que decir es que el Bitcoin y otras criptomonedas son sistemas que operan en el mundo de lo digital y que permiten pagos, transferencias de riqueza y depósitos de valores en billeteras digitales, sin la intermediación de instituciones financieras.

Utilizan como tecnología los llamados encadenamientos de bloques (blockchains) que son como unas bases de datos semejantes a las de un gran libro de contabilidad y que están alojadas, no en el servidor de una empresa o de un gobierno, sino en varios computadores distribuidos a lo largo y ancho del planeta.  

Una buena explicación de esta tecnología es la proporcionada por Jeffrey A. Tucker (“What Gave Bitcoin its Value?”, Foundation for Economic Education, Agosto de 2014): “La innovación con el Bitcoin es la red de transacciones y no la moneda. La moneda o unidad digital solo expresa el valor de la red. Es una herramienta de contabilidad que absorbe y transporta el valor de la red a través del tiempo y el espacio. Esa red se llama cadena de bloques. Es un libro contable almacenado en la nube digital… (que es) supervisado cuidadosamente por todos los usuarios… (y que) permite la transferencia de bits seguros y no repetibles de información de una persona a otra en cualquier parte del mundo, y estos bits de información están garantizados por una forma digital de título de propiedad… (donde) es posible verificar los derechos de propiedad sin tener que depender de alguna agencia fiduciaria de terceros”.

Tucker añade que el libro contable es un registro que “guarda las cantidades, los tiempos y las direcciones públicas de cada transacción. La información se comparte en todo el mundo y siempre se actualiza. El libro garantiza la integridad del sistema y permite que la unidad monetaria se convierta en una forma digital de propiedad con un título”. Habría que añadir que la información del libro contable es anónima, en el sentido de que no hay forma de saber quién es la persona natural o jurídica que efectúa la transacción o puesto de otra manera, quién es la persona natural o jurídica dueña de las “firmas digitales” o títulos digitales de propiedad.

Así las cosas, una importante conclusión que sale a la luz inmediatamente es que, como lo señala Tucker, las propuestas de valor del Bitcoin y las otras criptomonedas están vinculadas con sus redes de transacciones adjunta. Esa propuesta de valor tiene que ver con los innovadores sistemas de pago y de transferencia de fondos que les son inherentes. 

Pero por qué el “valor de uso” del Bitcoin y otras criptomonedas, para usar la terminología de Ludwig von Mises, medido en términos de dólares o euros, ha alcanzado niveles que sorprenden a muchos “expertos”. En primer lugar, hay que recalcar que se trata de sistemas de pagos y transferencia de fondos de por si valiosos por la privacidad y seguridad que ofrecen, por su muy bajo costo, y por una razonable convertibilidad con monedas tradicionales (a través de un creciente número de casas de cambio y de apuestas).


En segundo lugar, aunque es importante el uso del Bitcoin y otras criptomonedas como medio de pago para la adquisición y venta de bienes y servicios, quizás lo es en mayor grado como vehiculo de trasferencias de fondos de persona a persona. Este último aspecto se ha vuelto determinante en un mundo en el que los fisgones y expoliadores gobiernos actuales se han propuesto registrar todas las operaciones financieras de sus contribuyentes bajo la disculpa de la lucha contra el lavado de dinero y la evasión de impuestos.

Ese afán expoliador y controlista de los gobiernos los ha llevado a convertir a las instituciones financieras tradicionales en simples apéndices de un engranaje coercitivo que atenta contra las libertades individuales mas fundamentales, y que adicionalmente ha llevado a la gradual eliminación de los paraísos fiscales existentes.

De manera que hoy en día, el Bitcoin y otras criptomonedas se han convertido en uno de lo pocos instrumentos de manejo privado de fondos a disposición de personas naturales y jurídicas. Uno que escapa a la voracidad expoliadora de gobiernos y sus corruptelas. Uno al que además no aplican los sobrecostos con los que operan los sistemas financieros tradicionales.

Este aspecto de la privacidad ha contribuido a que sean utilizadas como instrumentos de ahorro y no solamente como medios de pago para el comercio de bienes y servicios. Por ejemplo, han captado en cuantía no despreciable capitales que buscan huir de países inmersos en crisis políticas y económicas. Y por supuesto, a medida que han ganado en capitalización y confianza, también han captado capitales especulativos, aquellos que buscan rendimientos rápidos jugándole a las volatilidades de corto plazo en sus cotizaciones.


La tendencia actual de largo plazo es la de un aumento relativamente acelerado en sus cotizaciones, lo que no debe ser motivo de sorpresa. Porque aparte de una creciente demanda se agrega el hecho de que el Bitcoin y otras criptomonedas son deflacionarias y no inflacionarias. Están diseñadas para que su oferta, la extraída a través de minerías digitales, alcancen unos topes que no pueden sobrepasarse. Es mas, a medida que transcurre el tiempo y se aproximan a esos topes las cantidades ofrecidas aumentan a un ritmo decreciente.

Hay pues una gran diferencia con las monedas de unos gobiernos que emiten alegremente, mas allá de lo que se requiere para evitar depreciaciones. Si fuera por solo esta circunstancia habría que esperar que, en una trayectoria de largo plazo, el Bitcoin y otras criptomonedas tiendan a fortalecerse frente al dólar, el euro y demás monedas inflacionarias.

Por otro lado, es todavía pequeña su importancia relativa en el contexto global monetario y financiero, de manera que hay campo de sobra para incrementos en su posicionamientos y mas si se tienen en cuenta las facilidades de acceso desde cualquier lugar del planeta.

Adicionalmente, los encadenamientos de bloques son una tecnología de protocolo abierto (sin propietario) ideal para transferencias de cualquier información que requiera de seguridad, confirmación y garantía total de autenticidad. Se trata de la mas óptima tecnología desarrollada hasta ahora para contratos y transacciones persona a persona de todo tipo (sin participación del gobierno y de otros terceros).

De lo dicho anteriormente, y haciendo abstracción de fluctuaciones a corto plazo, se concluye que es razonable esperar que se mantendrá una fuerte demanda por el Bitcoin y otras criptomonedas, al tiempo que será limitada la oferta que viene encriptada en sus algoritmos matemáticos. De hecho, esa demanda es actualmente tan vigorosa que ha estimulado el surgimiento de cientos de nuevas criptomonedas, la mayoría de las cuales apenas empiezan a competir por lograr un buen posicionamiento.

No es aventurado afirmar, entonces, que el Bitcoin y las otras criptomonedas como Ethereum, Bitcoin Cash, Ripple, Bitcoin Gold, Dash y Litecoin, que han logrado un alto nivel de capitalización y se han ganado la confianza de los inversionistas, continuarán por ahora revaluándose frente a monedas inflacionarias gubernamentales.