Ya salieron los primeros datos de abril y lo que pasó en ese mes fue inaudito. Abruptos descensos en la producción, ventas e ingresos de numerosos sectores de la economía.
Con respecto a abril del año anterior, en abril de 2020 la producción en términos reales del sector manufacturero cayó 35,8%, las ventas reales del comercio al por menor se contrajeron en 42,9%, y los ingresos reales del sector hotelero se desplomaron en 94,2%.
Algunos muy pocos subsectores tuvieron un desempeño positivo como los relacionados con alimentos procesados y artículos de aseo, pero no así los demás donde se observan a varios que han estado casi completamente paralizados.
Estas cifras son las primeras que muestran el enorme daño que se le hizo al sistema productivo bloqueándolo súbitamente para combatir la propagación del coronavirus, un daño que se extendió a mayo y junio, y que amenaza con ocasionar el irreparable cierre de cientos de miles de actividades económicas y sociales a lo largo y ancho del país y de elevar el desempleo a niveles explosivos.
La emergencia económica, con sus negativas secuelas sobre la salud física y mental de muchas personas, es actualmente un problema mas sustancial que la emergencia sanitaria producida por el coronavirus. La razón es muy simple: sin actividad productiva y social-recreativa la vida en sociedad se torna inviable.