La OPEP no ha adicionado capacidad de producción adicional en los últimos años. No es claro que pueda sustituir faltantes generados por problemas políticos.

 

El flujo de petróleo procedente de Libia se ha reducido en cerca de 1 millón de barriles diarios de los 1.6 millones que solía exportar. Si continúa el conflicto podría desaparecer toda su producción y afectarse seriamente los planes de inversión de proyectos futuros.

Ahora bien, esta reducción no es sustancial si se compara con la oferta global de 88 millones de barriles diarios. Pero hay dudas sobre la capacidad de Arabia Saudita y otros países de la OPEP de incrementar su producción actual. Y el temor es muy grande de que los eventos políticos recientes en algunos países del Medio Oriente y Norte de África se extiendan a otros países productores y afecten significativamente la disponibilidad futura del crudo.

De ahí que haya inversionistas apostando a precios entre US$150 el barril y US$200 el barril para finales de 2011. Sin embargo, lo que puede detener la tendencia alcista es obviamente una desaceleración de la economía global, la que aparte de los fenómenos inflacionarios recientes se ha apoyado para su recuperación en políticas de estímulo monetario y de gasto público que no son sostenibles.

En otras palabras, la actual ola alcista en el precio del petróleo bien podría constituirse para la economía global en la gota que derrama el vaso, tal como sucedió a mediados de 2008.