Es inconcebible que el gobierno de Barack Obama y el Partido Demócrata no se den por enterados. El aterrizaje será estrepitoso.
El rey de los bonos y uno de los inversionistas más importantes de Estados Unidos, Bill Gross de Pimco, dijo en una entrevista que si Estados Unidos fuera una corporación, nadie le prestaría. Hasta ahora el gobierno federal ha pagado las deudas gracias a la generosidad de países como China y Japón. Pero, según Gross, el nivel de endeudamiento está llegando a un punto en el cual será muy difícil mantener la confianza y acudir al capital externo como último recurso.
Este diagnóstico de Gross lo han anticipado muchos expertos y se ha planteado en repetidas ocasiones en LaNota.com. Un país cuyo gobierno central tiene por tercer año consecutivo un déficit en los alrededores de 10% del PIB y sin perspectiva de mayores reducciones en los próximos años, simplemente no es viable, así se llame Estados Unidos de América.
Por otro lado, el problema no es sólo el del gobierno federal. Los diferentes estados de la unión tienen un faltante de US$120.000 millones para la vigencia fiscal de 2012.
Tanto Barack Obama, quien parece un empleado pagado por los sindicatos del sector público antes que por los contribuyentes, como los políticos del Partido Demócrata se han opuesto a unos recortes significativos del gasto tanto a nivel del gobierno federal como de los gobiernos estatales. Su argumento central es que con estos recortes se le asestaría un golpe a la actual débil recuperación económica.
Lo que no se percatan estos políticos es que con los actuales déficit fiscales es insostenible siquiera crecer a 3% anual, tal como es el caso hoy en día. Estados Unidos es un país que no ahorra: el ahorro neto es negativo si se tienen en cuenta las cuentas públicas. Los hogares tampoco ahorran mayormente y con los muy bajos niveles de las tasas de interés no hay estímulo para hacerlo. El diagnóstico de Gross es muy claro: “Estados Unidos no está ahorrando lo suficiente para reemplazar su propio capital desde el punto de vista de la depreciación de sus activos y de la inversión potencial que se necesita para crecer”.
Estados Unidos tiene una dependencia del petróleo y de otras fuentes energéticas que crece por minutos. Posee todos los recursos naturales para reducir significativamente esa dependencia, pero se niega a explotarlos por costos ambientales (costos que terminan asumiendo los países a los que le compran estos recursos). Al tiempo que se da ese lujo, el gobierno gasta ingentes cantidades de dinero en el desarrollo de fuentes alternativas que claramente no son rentables ni siquiera a mediano plazo.
Lo más sorprendente de todo es que haya tantas personas educadas en Estados Unidos que crean que las leyes económicas elementales, las que aplican a los demás países del planeta, no significan nada allá. Aunque para el Partido Republicano y el Tea Party el recorte del gasto público y la reducción de los déficit y de los niveles de endeudamiento se han convertido en su bandera principal, todavía existe una porción muy importante de la opinión ilustrada, especialmente dentro del Partido Demócrata y la izquierda, que se burla de quienes alertan sobre el tema.
Pero lo más patético de todo es la falta de liderazgo del gobierno de Obama en relación con esta crisis. Pareciera que estuviera emulando al avestruz: basta meter la cabeza en un hueco para que el problema desaparezca como por encanto. Esta situación constituye un muy amenazante nubarrón sobre el futuro de la economía global.
Como ya ha sucedido en otros países y ahora último en Europa, será duro el despertar para los estadoudinenses que creen que lo peor de la crisis económica ya pasó. Y sobretodo que no vendrá un gran ajuste del cinturón. A ellos habría que decirles “you ain’t seen nothing yet”.
Este diagnóstico de Gross lo han anticipado muchos expertos y se ha planteado en repetidas ocasiones en LaNota.com. Un país cuyo gobierno central tiene por tercer año consecutivo un déficit en los alrededores de 10% del PIB y sin perspectiva de mayores reducciones en los próximos años, simplemente no es viable, así se llame Estados Unidos de América.
Por otro lado, el problema no es sólo el del gobierno federal. Los diferentes estados de la unión tienen un faltante de US$120.000 millones para la vigencia fiscal de 2012.
Tanto Barack Obama, quien parece un empleado pagado por los sindicatos del sector público antes que por los contribuyentes, como los políticos del Partido Demócrata se han opuesto a unos recortes significativos del gasto tanto a nivel del gobierno federal como de los gobiernos estatales. Su argumento central es que con estos recortes se le asestaría un golpe a la actual débil recuperación económica.
Lo que no se percatan estos políticos es que con los actuales déficit fiscales es insostenible siquiera crecer a 3% anual, tal como es el caso hoy en día. Estados Unidos es un país que no ahorra: el ahorro neto es negativo si se tienen en cuenta las cuentas públicas. Los hogares tampoco ahorran mayormente y con los muy bajos niveles de las tasas de interés no hay estímulo para hacerlo. El diagnóstico de Gross es muy claro: “Estados Unidos no está ahorrando lo suficiente para reemplazar su propio capital desde el punto de vista de la depreciación de sus activos y de la inversión potencial que se necesita para crecer”.
Estados Unidos tiene una dependencia del petróleo y de otras fuentes energéticas que crece por minutos. Posee todos los recursos naturales para reducir significativamente esa dependencia, pero se niega a explotarlos por costos ambientales (costos que terminan asumiendo los países a los que le compran estos recursos). Al tiempo que se da ese lujo, el gobierno gasta ingentes cantidades de dinero en el desarrollo de fuentes alternativas que claramente no son rentables ni siquiera a mediano plazo.
Lo más sorprendente de todo es que haya tantas personas educadas en Estados Unidos que crean que las leyes económicas elementales, las que aplican a los demás países del planeta, no significan nada allá. Aunque para el Partido Republicano y el Tea Party el recorte del gasto público y la reducción de los déficit y de los niveles de endeudamiento se han convertido en su bandera principal, todavía existe una porción muy importante de la opinión ilustrada, especialmente dentro del Partido Demócrata y la izquierda, que se burla de quienes alertan sobre el tema.
Pero lo más patético de todo es la falta de liderazgo del gobierno de Obama en relación con esta crisis. Pareciera que estuviera emulando al avestruz: basta meter la cabeza en un hueco para que el problema desaparezca como por encanto. Esta situación constituye un muy amenazante nubarrón sobre el futuro de la economía global.
Como ya ha sucedido en otros países y ahora último en Europa, será duro el despertar para los estadoudinenses que creen que lo peor de la crisis económica ya pasó. Y sobretodo que no vendrá un gran ajuste del cinturón. A ellos habría que decirles “you ain’t seen nothing yet”.