El Representante Comercial Ron Kirk dio una declaración insólita sobre la posición de su gobierno, en la que prácticamente lo entierra.
Kirk dijo que no solamente Colombia debe cambiar las leyes laborales sino que habría que esperar los resultados de los cambios. Ante semejante postura, el presidente de la ANDI Luis Carlos Villegas se declaró “perplejo” y la embajadora de Colombia en Estados Unidos Carolina Barco solicitó “pasos concretos” para la aprobación del TLC.
Por otro lado, Sandy Levin reemplazó a Charles Rangel como chairman del Ways and Means Committee de la Cámara, el cual es clave en todo los temas de comercio de Estados Unidos con el resto del mundo. Levin se ha declarado abiertamente contra los acuerdos de libre comercio.
Con un gobierno como el de Barack Obama que se caracteriza por su procrastinación en estos temas y con un congreso que está en manos de políticos opuestos al libre comercio, lo mejor para Colombia es olvidarse por ahora de este asunto. Mientras la actitud de quienes actualmente gobiernan a Estados Unidos sea la de que estos acuerdos comerciales son del interés exclusivo de terceros países y no el de ellos, no hace mayor sentido gastar tiempo y recursos en lobby y reuniones.
Lo cierto es que actualmente Estados Unidos ofrece condiciones más ventajosas en su mercado a algunos países de América Latina en detrimento de los intereses de países como Colombia. Una de las maneras que tienen los países comercialmente discriminados para defender su competitividad en el mercado de Estados Unidos es precisamente la de mantener bajos los costos laborales, exactamente lo opuesto de lo que exigen los sindicatos de Estados Unidos, que son acérrimos enemigos de estos tratados.
Debido a este tratamiento comercial discriminatorio, Colombia y los países a los cuales no se les ha aprobado estos TLC no tienen razón alguna para escuchar y atender las demandas de los políticos de Estados Unidos en temas de legislación laboral, ambiental o financiera, que son consideradas del ámbito autónomo de cada país.
Por otro lado, Sandy Levin reemplazó a Charles Rangel como chairman del Ways and Means Committee de la Cámara, el cual es clave en todo los temas de comercio de Estados Unidos con el resto del mundo. Levin se ha declarado abiertamente contra los acuerdos de libre comercio.
Con un gobierno como el de Barack Obama que se caracteriza por su procrastinación en estos temas y con un congreso que está en manos de políticos opuestos al libre comercio, lo mejor para Colombia es olvidarse por ahora de este asunto. Mientras la actitud de quienes actualmente gobiernan a Estados Unidos sea la de que estos acuerdos comerciales son del interés exclusivo de terceros países y no el de ellos, no hace mayor sentido gastar tiempo y recursos en lobby y reuniones.
Lo cierto es que actualmente Estados Unidos ofrece condiciones más ventajosas en su mercado a algunos países de América Latina en detrimento de los intereses de países como Colombia. Una de las maneras que tienen los países comercialmente discriminados para defender su competitividad en el mercado de Estados Unidos es precisamente la de mantener bajos los costos laborales, exactamente lo opuesto de lo que exigen los sindicatos de Estados Unidos, que son acérrimos enemigos de estos tratados.
Debido a este tratamiento comercial discriminatorio, Colombia y los países a los cuales no se les ha aprobado estos TLC no tienen razón alguna para escuchar y atender las demandas de los políticos de Estados Unidos en temas de legislación laboral, ambiental o financiera, que son consideradas del ámbito autónomo de cada país.