En todas partes del mundo el sector financiero recibe presiones para prestar más allá de lo razonable. Es como si el dinero en su poder no fuera suyo, o de quien allí lo deposita. Y Colombia no es la excepción.
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Sector financiero: entre el SI y el NO
Un componente para nada despreciable de la crisis financiera de Estados Unidos fueron las regulaciones y las presiones políticas que indujeron al sector financiero a otorgar préstamos hipotecarios a gente sin capacidad de pago. Los políticos utilizaron para tal efecto a entidades como Fannie Mae y Freddie Mac, utilizándolas de garantes de una deuda hipotecaria "toxica". El desplome de ambas entidades fue el detonador de la actual crisis económica global.
En lo que respecta a Colombia, se oyen toda clase de voces urgiendo al sector financiero a prestarle a las "víctimas" de las pirámides (o a sus primos) y a las microempresas. Y esto en momentos en los cuales el micro crédito ya muestra una morosidad superior al 7%. Eso tiene sin cuidado al presidente Álvaro Uribe que sigue con el cuento de que hay que aumentar aún más este tipo de crédito.
Mal haría el sector financiero, en las circunstancias actuales, en hacerle caso a los cantos de sirena de los políticos y de los columnistas light. El momento es uno de retraimiento y de aversión al riesgo. La magnitud de la actual crisis económica global lleva a pensar que vendrán por lo menos dos años difíciles para la economía colombiana (ver sección de "proyecciones"). La experiencia muestra que en períodos como estos les va menos mal a aquellas entidades financieras que con mayor ortodoxia manejaron su cartera.
No hay que esperar a la llegada de los momentos más difíciles para cubrirse con el manto de la prudencia. Cuando se proyecta que las vacas flacas están a la vuelta de la esquina, la tabla de salvación disponible para los banqueros es el NO (cualquier excusa es válida). Y es en estos momentos cuando el resto de la humanidad, incluidos los políticos, más presionan a favor del SI. Pero si después las entidades entran en problemas de morosidad y descapitalización, llueven las acusaciones de que los banqueros manejaron mal sus negocios y de que pusieron en peligro el ahorro de la gente. Y los primeros en lanzar estas acusaciones serán los que más presionaron para que prestaran irresponsablemente. Nadie, pero absolutamente nadie, les agradecerá la generosidad y condescendencia de las épocas anteriores a las crisis.