Definitivamente el nuevo presidente de Estados Unidos ha escogido un equipo de gobierno que apunta más hacía el centro del espectro político, que hacía el centro izquierda. Varios de los seleccionados hicieron parte del gobierno de Bill Clinton.
En el área económica escogió como secretario del Tesoro a Timotthy Gaithner, actual director de la Reserva Federal de New York y que hiciera parte del equipo económico de la administración Clinton. Como principal asedor económico seleccionó a Larry Summers, quien fuera secretario del Tesoro en la era Clinton y rector de la Universidad de Harvard. El puesto de jefe del Council of Economic Advisers recayó en la profesora de la Universidad de California Christina Romer, quien es profesora de la Universidad de California y experta en el tema de las recesiones (además crítica de la forma como la administración de Franklin Delano Roosevelt enfrentó la depresión de los años treinta). Para encabezar un panel de asesores económicos nombró a Paul Volcker, director de la Reserva Federal antes de Alan Greenspan. Y como secretario de Comercio escogió a Bill Richardson, actual gobernador de New México y ex secretario de Energía de la administración Clinton. Y como si todo lo anterior fuera poco, Hillary Rodham Clinton le aceptó servir como Secretario de Estado. Se trata, sin duda, de un equipo de muy reconocida experiencia y de línea relativamente conservadora dentro de su partido.
Obama también resolvió mantener por al menos un año a Robert Gates, el actual secretario de Defensa de la administración Bush. Y en el caso de otros nombramientos también ha prevalecido la línea moderada, antes que la de izquierda. En realidad, pareciera que la administración de Obama se está posicionando a la derecha de Harry Reid y Nancy Pelosi, los líderes del Senado y de la Cámara.
El ala izquierdista del Partido Demócrata le está reclamando a Obama su falta de compromiso con ellos. Incluso dicen que lo que se vislumbra es una administración que continuará, en lo esencial, con las políticas del gobierno de Bush. Y que la mayoría de la gente que ha nombrado son personajes del círculo interno de Washington, opuestos al "cambio" por el cual votó la gente.
El problema para los izquierdistas es que Obama nunca fue muy explícito en cuál era el "cambio" que proponía. Su ambigua propuesta electoral sólo logró el 53% de la votación. Por otro lado, Estados Unidos tiene una reconocida fortaleza institucional que hace difícil modificaciones bruscas de política en las distintas áreas del gobierno. Finalmente, la compleja situación que enfrenta Estados Unidos a nivel interno y externo reduce el margen de maniobra del que pueda disponer Obama para improvisar y asumir riesgos, ya sea en materia económica como en política exterior.