La Cámara baja aprobó iniciar el proceso de destitución de la Presidente de Brasil. Se da por descontado que el Senado le asestará el golpe definitivo.
Se requerían dos terceras partes de la Cámara para iniciar el proceso, o sea como mínimo 342 votos. La iniciativa finalmente contó con 367 votos a favor. Fue una cómoda victoria de los opositores de Roussef luego de que el Partido do Movimiento Democrático do Brasil (PMDB) del Vicepresidente Michel Temer le quitara su apoyo. El PMDB, una agrupación política de centro, había sido el aliado del Partido de los Trabajadores en los gobiernos de Lula da Silva y Rousseff.
El proceso de destitución pasa ahora al Senado donde su continuación deberá ser aprobada por mayoría simple. A Roussef se la acusa de maquillar las cuentas públicas y de crear partidas presupuestarias para esconder el déficit fiscal. Aunque no se la ha vinculado formalmente al escándalo de Petrobras, algunos testigos de ese otro proceso la han involucrado (Rousseff fue miembro de la junta directiva de la estatal petrolera durante el gobierno de Lula).
Si el Senado aprueba la continuación del proceso, tal como se espera, Rousseff será apartada del cargo de Presidente por hasta 180 días y será reemplazada por el Vicepresidente Temer. Si es hallada culpable por el Senado, lo que también se da como un hecho, será destituida e impedida de ejercer cargos durante 8 años. El Vicepresidente concluirá su mandato.
Tanto el PMDB como su líder Temer han evitado comprometerse con ideologías muy definidas. Se han posicionado como un partido “comodín”, como los socios ideales en las coaliciones de poder. Temer, un abogado de 75 años, ha afirmado que si el proceso de destitución de Rousseff avanza Brasil necesitará de “un gobierno que salve al país”.
De hecho, en octubre de 2015 el PMDB lanzó un manifiesto titulado Puente al Futuro en el que se proponen políticas de mayor ajuste fiscal a las propuestas por Rousseff, abrir el sector petrolero, flexibilizar la legislación laboral y modificar el alcance de los programas sociales.
Como se sabe la economía brasilera se encuentra en un segundo año de contracción (descenso del PIB cercano a 4%), con una inflación que bordea 10% anual, y con un déficit fiscal que supera 9% del PIB. Será cuesta arriba para el PMDB lograr las alianzas necesarias para implementar políticas impopulares como las que se proponen en su manifiesto de octubre pasado.
De manera que lo mas probable es que Brasil, el otrora modelito de mostrar de la izquierda latinoamericana, continuará transitando por un sendero de alta inestabilidad política y de gran incertidumbre económica.
El proceso de destitución pasa ahora al Senado donde su continuación deberá ser aprobada por mayoría simple. A Roussef se la acusa de maquillar las cuentas públicas y de crear partidas presupuestarias para esconder el déficit fiscal. Aunque no se la ha vinculado formalmente al escándalo de Petrobras, algunos testigos de ese otro proceso la han involucrado (Rousseff fue miembro de la junta directiva de la estatal petrolera durante el gobierno de Lula).
Si el Senado aprueba la continuación del proceso, tal como se espera, Rousseff será apartada del cargo de Presidente por hasta 180 días y será reemplazada por el Vicepresidente Temer. Si es hallada culpable por el Senado, lo que también se da como un hecho, será destituida e impedida de ejercer cargos durante 8 años. El Vicepresidente concluirá su mandato.
Tanto el PMDB como su líder Temer han evitado comprometerse con ideologías muy definidas. Se han posicionado como un partido “comodín”, como los socios ideales en las coaliciones de poder. Temer, un abogado de 75 años, ha afirmado que si el proceso de destitución de Rousseff avanza Brasil necesitará de “un gobierno que salve al país”.
De hecho, en octubre de 2015 el PMDB lanzó un manifiesto titulado Puente al Futuro en el que se proponen políticas de mayor ajuste fiscal a las propuestas por Rousseff, abrir el sector petrolero, flexibilizar la legislación laboral y modificar el alcance de los programas sociales.
Como se sabe la economía brasilera se encuentra en un segundo año de contracción (descenso del PIB cercano a 4%), con una inflación que bordea 10% anual, y con un déficit fiscal que supera 9% del PIB. Será cuesta arriba para el PMDB lograr las alianzas necesarias para implementar políticas impopulares como las que se proponen en su manifiesto de octubre pasado.
De manera que lo mas probable es que Brasil, el otrora modelito de mostrar de la izquierda latinoamericana, continuará transitando por un sendero de alta inestabilidad política y de gran incertidumbre económica.