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Su gasto incontrolado, mucho del cual improductivo y salpicado de corrupción, ha llevado a la deuda pública a niveles que no se veían desde la Segunda Guerra Mundial.
 
Según el Fondo Monetario Internacional (FMI) la deuda pública en los países desarrollados llegará en 2016 a 108% del PIB, sólo superada en los años inmediatamente posteriores a la Segunda Guerra Mundial cuando alcanzó niveles del orden de 130% del PIB, Se trata de mayores niveles de endeudamiento a los registrados durante la Gran Depresión de los años 30 del siglo pasado.

En Estados Unidos la deuda pública ronda 107% del PIB mientras que en Japón se sitúa en un sorprendente 249% del PIB. Para el conjunto de los países que conforman el FMI el nivel es de 83% del PIB.

Con estos altísimos niveles de endeudamiento, los gobiernos se han convertido en pesadas cargas para las economías. Lo interesante del tema es que en virtualmente ninguno de los países importantes del planeta se observa un proceso de rectificación o de ajuste dirigido a reducir el gasto público y en último término, a bajar la deuda. La única preocupación que exteriorizan los gobiernos de estos países es la de aumentar aún mas los elevados impuestos que ya recaudan y la de conseguir financiamiento adicional a tasas de interés de cero o incluso negativas.

El FMI reconoce que el único camino para reducir un endeudamiento público excesivo es el retorno a crecimientos económicos anuales superiores a los actuales, los que no sobrepasan el 1% en Europa y Japón y el 2% en Estados Unidos.

A todo lo anterior se agrega la inestable situación de las llamadas economías emergentes, como la de Brasil, impactadas por el descenso en los precios internacionales del petróleo y de otros productos básicos y por inmanejables desequilibrios presupuestarios gestados en el optimista gasto de las épocas de las “vacas gordas”.

De la economía china solo se sabe que su crecimiento económico es mínimo actualmente. Incluso algunos analistas hablan de contracción (véase por ejemplo la columna de Wolf Richter, “China May Be in More Trouble than People Think”, Business Insider, Abril 13 de 2016). Se trata de una economía sobre regulada, sobre endeudada a nivel de los gobiernos locales y de las empresas estatales, sin información estadística confiable y con inmensos problemas para enfrentar el envejecimiento de la población que se le vino encima y para dar el paso de una economía basada en la inversión a una basada en el consumo.

Pero, ¿qué propone el FMI? Básicamente mas de lo mismo. Más impuestos, mas estímulos de demanda, mas emisión monetaria, mas expansión del crédito y mas subsidios focalizados. Su receta es la misma que se ha aplicado en Japón desde inicios de los años noventa y que ha llevado a esa economía a una decadencia que lleva mas de dos décadas.

Sueñan despiertos los políticos, funcionarios y asesores que consideran que con gobiernos deficitarios, con confiscatorios impuestos y con regulaciones asfixiantes, la economía global se reactivará. Lo que sucederá es exactamente lo opuesto: un cada vez mas anémico desempeño económico basado en estímulos que por definición no pueden ser de efecto duradero y que, por el contrario, generan desequilibrios adicionales y envían mas señales equívocas a ahorradores e inversionistas.