El éxito electoral del Presidente electo Juan Manuel Santos y de su propuesta de unidad nacional dejó a la oposición fuera de base.
Después de obtener el 69% de la votación en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, Santos iniciará su gobierno con un apoyo similar al del Presidente Álvaro Uribe. Los resultados electorales muestran a un país muy unido alrededor de la coalición de gobierno de los últimos ocho años y del futuro Presidente y sus programas.
Es indudable que buena parte de esa unión se le debe a los logros del gobierno de Uribe. Pero también hay que reconocer que Santos resultó ser un magnífico candidato que, en poco tiempo, logró movilizar un significativo respaldo popular alrededor suyo.
Los buenos resultados de la coalición de gobierno contrastan con los pobres resultados de las fuerzas políticas opositoras. Antanas Mockus, el rival de Santos en la segunda vuelta, representa a un partido, el Partido Verde, que está apenas en formación y que no ha demostrado su capacidad de lograr una importante representación en las corporaciones públicas y de mantenerla en el tiempo.
No es cierto, como lo sugirió el candidato perdedor, que el Partido Verde sea la segunda fuerza política del país. En la pasada elección presidencial, la de 2006, el segundo candidato en votación fue Carlos Gaviria del Polo Democrático. Pero ese resultado electoral no convirtió a ese partido en la segunda fuerza.
El Partido Conservador, socio de la actual coalición de gobierno, continuó como la segunda fuerza política del país. El Polo Democrático se mantuvo como la cuarta o quinta fuerza. Y actualmente, después de su derrota electoral, este partido se encuentra en una precaria situación que lleva incluso a pensar en un debilitamiento adicional.
Por otro lado, la mayoría de los líderes del Partido Liberal, que es la tercera fuerza política del país, resolvieron unirse al proyecto de unidad nacional de Santos. Luego de 12 años, no resistieron seguir en el desierto de la oposición. Seguramente están confiados en que tendrán una participación de alguna importancia en el gobierno de Santos, pero la cruda realidad es que, como suele suceder en estos casos, son muchos los invitados y pocos los escogidos, más aún en tratándose de unos invitados de última hora.
Entonces, ¿en qué queda la oposición al futuro gobierno de Santos? Por ahora, en prácticamente nada. Sin embargo, la política es fluida, y mucho dependerá de los aciertos y desaciertos del próximo gobierno, y de la inteligencia de quienes asuman el liderazgo de la oposición.
Lo cierto es que lo que actualmente obsesiona a la mayoría de los colombianos es en trabajar para mejorar su situación económica. Han entendido que para que ello sea una realidad se necesita de orden público y de estabilidad política.
La mayoría de los colombianos no están interesados en un implacable espejo retrovisor, que reviva, en una pesadilla sin fin, los horrores del pasado. No están interesados en disputas estériles sobre eventos pasados acerca de los cuales es poco lo que pueden hacer y que finalmente son temas que deben ser resueltos por los jueces y aclarados por los historiadores.
Es indudable que buena parte de esa unión se le debe a los logros del gobierno de Uribe. Pero también hay que reconocer que Santos resultó ser un magnífico candidato que, en poco tiempo, logró movilizar un significativo respaldo popular alrededor suyo.
Los buenos resultados de la coalición de gobierno contrastan con los pobres resultados de las fuerzas políticas opositoras. Antanas Mockus, el rival de Santos en la segunda vuelta, representa a un partido, el Partido Verde, que está apenas en formación y que no ha demostrado su capacidad de lograr una importante representación en las corporaciones públicas y de mantenerla en el tiempo.
No es cierto, como lo sugirió el candidato perdedor, que el Partido Verde sea la segunda fuerza política del país. En la pasada elección presidencial, la de 2006, el segundo candidato en votación fue Carlos Gaviria del Polo Democrático. Pero ese resultado electoral no convirtió a ese partido en la segunda fuerza.
El Partido Conservador, socio de la actual coalición de gobierno, continuó como la segunda fuerza política del país. El Polo Democrático se mantuvo como la cuarta o quinta fuerza. Y actualmente, después de su derrota electoral, este partido se encuentra en una precaria situación que lleva incluso a pensar en un debilitamiento adicional.
Por otro lado, la mayoría de los líderes del Partido Liberal, que es la tercera fuerza política del país, resolvieron unirse al proyecto de unidad nacional de Santos. Luego de 12 años, no resistieron seguir en el desierto de la oposición. Seguramente están confiados en que tendrán una participación de alguna importancia en el gobierno de Santos, pero la cruda realidad es que, como suele suceder en estos casos, son muchos los invitados y pocos los escogidos, más aún en tratándose de unos invitados de última hora.
Entonces, ¿en qué queda la oposición al futuro gobierno de Santos? Por ahora, en prácticamente nada. Sin embargo, la política es fluida, y mucho dependerá de los aciertos y desaciertos del próximo gobierno, y de la inteligencia de quienes asuman el liderazgo de la oposición.
Lo cierto es que lo que actualmente obsesiona a la mayoría de los colombianos es en trabajar para mejorar su situación económica. Han entendido que para que ello sea una realidad se necesita de orden público y de estabilidad política.
La mayoría de los colombianos no están interesados en un implacable espejo retrovisor, que reviva, en una pesadilla sin fin, los horrores del pasado. No están interesados en disputas estériles sobre eventos pasados acerca de los cuales es poco lo que pueden hacer y que finalmente son temas que deben ser resueltos por los jueces y aclarados por los historiadores.
Prefieren mirar hacía adelante. Prefieren concentrarse en lo que deben hacer para aprovechar las oportunidades de mejorar su futuro. La onda actual de la mayoría de los colombianos es de positivismo en relación con sus posibilidades de progreso y avance. El cambio de una mentalidad negativa hacía una positiva ha sido uno de los grandes logros del Presidente Uribe.
Quizás la oposición en Colombia ha fallado últimamente por su cerrado negativismo. Para muchos de sus líderes, todo lo que hace el gobierno es malo. La mayoría de los colombianos no piensan así.
Quizás lo que hoy en día quiere la mayoría es una oposición realmente constructiva, y no una solamente especializada en sacar al aire los trapos sucios. Pero eso requiere de una modificación de conducta, de un cambio en el disco duro, de los más representativos opositores a la actual coalición de gobierno.
Quizás la oposición en Colombia ha fallado últimamente por su cerrado negativismo. Para muchos de sus líderes, todo lo que hace el gobierno es malo. La mayoría de los colombianos no piensan así.
Quizás lo que hoy en día quiere la mayoría es una oposición realmente constructiva, y no una solamente especializada en sacar al aire los trapos sucios. Pero eso requiere de una modificación de conducta, de un cambio en el disco duro, de los más representativos opositores a la actual coalición de gobierno.