Otro sector clave la economía venezolana se encuentra en crisis total. No hay una pronta solución a la vista.
Uno de los países más ricos del mundo en reservas de recursos energéticos se encuentra al borde de un colapso en el servicio de energía eléctrica. El Presidente Hugo Chávez reconoció el 7 de noviembre de 2009 que los embalses, incluido el de la central hidroeléctrica de El Guri, “siguen bajando”.
No se requiere ser un genio para pronosticar que a Venezuela se le viene el mayor racionamiento de electricidad y agua de su historia. Desde el segundo trimestre de 2009 se sabía que el fenómeno de El Niño era una realidad. Durante el invierno de octubre y noviembre, este fenómeno afecta el régimen de lluvias en Colombia y en menor grado en Venezuela. Y produce un más intenso verano en ambos países entre diciembre y mayo. En cambio, en Ecuador, cuyo invierno empieza en diciembre, El Niño tiende a acrecentar las lluvias.
En Venezuela no hubo planeación alguna para prever el impacto de El Niño. Difícil que la hubiera puesto que el sector eléctrico venezolano es un caos en términos institucionales. No se han realizado las inversiones requeridas en generación, transmisión y distribución. Durante los años de la administración Chávez, poco o nada se hizo para darle confiabilidad y robustez al sistema eléctrico. Ahora el país está pagando las consecuencias de muchos años de desidia e ineficiencia.
Las tarifas de energía eléctrica están completamente desfasadas en Venezuela. Este desfase ha aumentado durante el gobierno de Chávez. Las tarifas no cubren el costo de proporcionar el servicio y menos aún el de las inversiones para renovarlo y ampliarlo. Así las cosas, depende cada vez más de recursos ajenos al sistema. Como en otras actividades, los venezolanos se acostumbraron a que PDVSA (o el petróleo) les proporcionaría los recursos para disfrutar de una energía eléctrica prácticamente gratis. Pero la vaca lechera ya no da para éste y otra infinidad de subsidios que debe sufragar.
¿Cuándo los venezolanos se darán cuenta, y especialmente sus voraces sindicatos, militares y funcionarios públicos, de que los recursos del petróleo son limitados y de que hay que gastarlos eficientemente para disfrutar de un alto nivel de vida? Quizás nunca y menos en un gobierno indisciplinado como el de Chávez, que le ha hecho creer a la gente que la riqueza es como maná que cae del cielo, que no hay que cuidarla y trabajarla. Esa irresponsabilidad, estimulada desde lo más alto del gobierno, es la causante no solamente de los males actuales de la economía venezolana sino de los que están por venir, que son muchos.
Venezuela es actualmente un país, que pudiendo ser el más próspero y pujante del Continente, se las ha arreglado para destruir su base productiva y para expoliar a sus empresarios y ahuyentar a sus mejores profesionales, que son las únicos capaces de administrar y crear riqueza. La precaria situación actual de su sistema eléctrico es apenas uno de tantos ejemplos que ilustran sobre las funestas consecuencias del despilfarro y saqueo sistemático a que ha estado sometido por varios años un vital sector de la actividad económica.
No se requiere ser un genio para pronosticar que a Venezuela se le viene el mayor racionamiento de electricidad y agua de su historia. Desde el segundo trimestre de 2009 se sabía que el fenómeno de El Niño era una realidad. Durante el invierno de octubre y noviembre, este fenómeno afecta el régimen de lluvias en Colombia y en menor grado en Venezuela. Y produce un más intenso verano en ambos países entre diciembre y mayo. En cambio, en Ecuador, cuyo invierno empieza en diciembre, El Niño tiende a acrecentar las lluvias.
En Venezuela no hubo planeación alguna para prever el impacto de El Niño. Difícil que la hubiera puesto que el sector eléctrico venezolano es un caos en términos institucionales. No se han realizado las inversiones requeridas en generación, transmisión y distribución. Durante los años de la administración Chávez, poco o nada se hizo para darle confiabilidad y robustez al sistema eléctrico. Ahora el país está pagando las consecuencias de muchos años de desidia e ineficiencia.
Las tarifas de energía eléctrica están completamente desfasadas en Venezuela. Este desfase ha aumentado durante el gobierno de Chávez. Las tarifas no cubren el costo de proporcionar el servicio y menos aún el de las inversiones para renovarlo y ampliarlo. Así las cosas, depende cada vez más de recursos ajenos al sistema. Como en otras actividades, los venezolanos se acostumbraron a que PDVSA (o el petróleo) les proporcionaría los recursos para disfrutar de una energía eléctrica prácticamente gratis. Pero la vaca lechera ya no da para éste y otra infinidad de subsidios que debe sufragar.
¿Cuándo los venezolanos se darán cuenta, y especialmente sus voraces sindicatos, militares y funcionarios públicos, de que los recursos del petróleo son limitados y de que hay que gastarlos eficientemente para disfrutar de un alto nivel de vida? Quizás nunca y menos en un gobierno indisciplinado como el de Chávez, que le ha hecho creer a la gente que la riqueza es como maná que cae del cielo, que no hay que cuidarla y trabajarla. Esa irresponsabilidad, estimulada desde lo más alto del gobierno, es la causante no solamente de los males actuales de la economía venezolana sino de los que están por venir, que son muchos.
Venezuela es actualmente un país, que pudiendo ser el más próspero y pujante del Continente, se las ha arreglado para destruir su base productiva y para expoliar a sus empresarios y ahuyentar a sus mejores profesionales, que son las únicos capaces de administrar y crear riqueza. La precaria situación actual de su sistema eléctrico es apenas uno de tantos ejemplos que ilustran sobre las funestas consecuencias del despilfarro y saqueo sistemático a que ha estado sometido por varios años un vital sector de la actividad económica.