Ha presentado a Nicolás Castro como el autor de una "broma" a Jerónimo Uribe. Según El Tiempo, Castro es "malcriado, pero no es malo". Cita a una ex vecina que dice que "no es peligroso". El diario lo presenta como un pobre "vegetariano" que en su condición de tal va a sufrir en la cárcel. Y concluye que “centenares de simpatizantes aparecieron en Facebook” clamando por su liberación.
Antes de eso el diario había sostenido la tesis de que en Internet toda expresión deber ser permitida. Los insultos y amenazas no se deben sancionar porque ese medio es un paraíso de libertad donde cada quien puede expresar lo suyo, sin importar el daño que se le hace a otros seres humanos.
Como si lo anterior fuera poco, la columnista María Isabel Rueda también perdió la sindéresis. Sostiene que el Internet es un medio para que los "jóvenes" expresen sus odios y sus amores, y que hay que entenderlos antes que castigarlos. Nadie le discute en el caso de los amores, pero en el caso de los odios la cosa puede pasar de castaño a oscuro. Insultos son insultos y amenazas son amenazas, así se hagan por Internet. Y una amenaza de muerte, no es una amenaza cualquiera, y hay que tomarla en serio, así se reciba por Internet.
El hecho de que una amenaza de muerte sea por Internet no es garantía de que no va en serio, tal como lo pregona Rueda. En eso se equivoca la columnista. Y también la ex vecina que exoneró al "joven" Castro, que de joven ya le queda poco puesto que cumplió 23 años. Ellas no tienen elementos de juicio para decir que este personaje es incapaz de hacer lo que dijo que iba a hacer. Tampoco el reportero de El Tiempo. Será la justicia la que profundice en el tema. Lo único que se tiene hasta ahora es una reiterada amenaza de muerte, lo cual no es para nada tranquilizador porque, por lo general, corresponde a la conducta propia de un individuo sicológicamente perturbado.
El Tiempo ha sugerido que el problema de Castro fue que amenazó a quien no debía amenazar, el hijo de un Presidente. Y que hay miles de otras personas, importantes las unas y no tan importantes las otras, que son amenazadas permanentemente por el Internet, pero cuyas amenazas no son investigadas. Eso, sin embargo, no le quita fuerza alguna al argumento de que toda amenaza de muerte por el Internet debe ser objeto de sanción, no importa a quien vaya dirigida.
Es cierto que es difícil llevar a cabo una investigación como la que condujo a la captura de Nicolás Castro. Pero hay que celebrar que por lo menos en esta investigación se identificó al culpable. Eso favorece a otros amenazados al amedrentar a perturbados que escogen al Internet porque creen que nadie los va a descubrir.
No es convirtiendo a Castro en una "pobre víctima" como se desalentará el mal uso del Internet. Eso lo deberían saber en El Tiempo sus dueños, columnistas y reporteros, quienes reciben por el Internet insultos y amenazas de todo tipo por parte de unos cobardes que se escudan en el anonimato y que lo hacen a veces en "broma", pero otras veces no tan en broma.
Antes de eso el diario había sostenido la tesis de que en Internet toda expresión deber ser permitida. Los insultos y amenazas no se deben sancionar porque ese medio es un paraíso de libertad donde cada quien puede expresar lo suyo, sin importar el daño que se le hace a otros seres humanos.
Como si lo anterior fuera poco, la columnista María Isabel Rueda también perdió la sindéresis. Sostiene que el Internet es un medio para que los "jóvenes" expresen sus odios y sus amores, y que hay que entenderlos antes que castigarlos. Nadie le discute en el caso de los amores, pero en el caso de los odios la cosa puede pasar de castaño a oscuro. Insultos son insultos y amenazas son amenazas, así se hagan por Internet. Y una amenaza de muerte, no es una amenaza cualquiera, y hay que tomarla en serio, así se reciba por Internet.
El hecho de que una amenaza de muerte sea por Internet no es garantía de que no va en serio, tal como lo pregona Rueda. En eso se equivoca la columnista. Y también la ex vecina que exoneró al "joven" Castro, que de joven ya le queda poco puesto que cumplió 23 años. Ellas no tienen elementos de juicio para decir que este personaje es incapaz de hacer lo que dijo que iba a hacer. Tampoco el reportero de El Tiempo. Será la justicia la que profundice en el tema. Lo único que se tiene hasta ahora es una reiterada amenaza de muerte, lo cual no es para nada tranquilizador porque, por lo general, corresponde a la conducta propia de un individuo sicológicamente perturbado.
El Tiempo ha sugerido que el problema de Castro fue que amenazó a quien no debía amenazar, el hijo de un Presidente. Y que hay miles de otras personas, importantes las unas y no tan importantes las otras, que son amenazadas permanentemente por el Internet, pero cuyas amenazas no son investigadas. Eso, sin embargo, no le quita fuerza alguna al argumento de que toda amenaza de muerte por el Internet debe ser objeto de sanción, no importa a quien vaya dirigida.
Es cierto que es difícil llevar a cabo una investigación como la que condujo a la captura de Nicolás Castro. Pero hay que celebrar que por lo menos en esta investigación se identificó al culpable. Eso favorece a otros amenazados al amedrentar a perturbados que escogen al Internet porque creen que nadie los va a descubrir.
No es convirtiendo a Castro en una "pobre víctima" como se desalentará el mal uso del Internet. Eso lo deberían saber en El Tiempo sus dueños, columnistas y reporteros, quienes reciben por el Internet insultos y amenazas de todo tipo por parte de unos cobardes que se escudan en el anonimato y que lo hacen a veces en "broma", pero otras veces no tan en broma.