Juan Manuel Santos, sin fundamento alguno, sostiene que la desaceleración económica de Colombia es un fenómeno pasajero y no una tendencia de mediano plazo.
Primero fue LaNota.com. En octubre 20 de 2014, cuando la gran mayoría de los analistas y el Banco de la República pronosticaban un crecimiento del PIB para 2015 entre 4,5% y 5%, este portal puso el dedo en la llaga con el siguiente titular: “En 2015 la economía de Colombia crecerá 3,2%”. Véase el enlace de esa fecha:
En esta confidencia de hace casi siete meses se anotaba: “Se pronostica para 2015-2019 un quiebre en las tendencias de años anteriores que traerá modificaciones de importancia en la estructura económica del país. Ese quiebre se originará en el hecho de que el sector externo de la economía dejará de ser fuente de expansión y antes bien, se constituirá en factor de contracción”.
Y posteriormente se indicaba: “La evolución prevista de la demanda y de los precios internacionales del petróleo, del carbón y del oro, así como una fuerte desaceleración de las economías vecinas y regionales, serán las principales causas de la caída proyectada de las exportaciones. A lo anterior se agrega un menor ingreso por concepto de inversión extranjera directa.”
Las autoridades económicas no se dieron por enteradas de lo que se les venía encima sino hasta cuando se desplomaron los precios internacionales del petróleo a finales de 2014 y comienzos de 2015. A partir de marzo empezaron a revaluar a la baja el estimativo de crecimiento del PIB. A finales de abril el Fondo Monetario Internacional bajó a 3,4% su pronóstico de crecimiento económico para este año, y en mayo el Banco de la República lo redujo a 3,2%.
Eso ha sido un golpe muy duro para el equipo económico del gobierno cuyos planes estaban basados en la premisa de que continuaría la bonanza externa de años anteriores y de que habría recursos sin precedentes para financiar lo divino y lo humano. Todavía es el momento en el que los presupuestos públicos no se han ajustado a las nuevas realidades económicas.
De ahí la importancia del último estimativo del Banco de la República. Se trata de un primer aviso a Santos y a los ministros de gabinete que no hay que esperar que la economía siga proporcionando cuantiosos recursos para repartir a diestra y siniestra.
La reacción de Juan Manuel Santos no se hizo esperar. “Al Banco de la República se le fue la mano bajando la proyección del crecimiento. Colombia debe estar por encima del 3,5%”, apuntó.
El Presidente se refirió a la recuperación económica de Estados Unidos, el principal socio comercial, como un factor que llevaría a un mayor crecimiento por estos lares. Sin embargo, en el primer trimestre de 2015 la economía norteamericana solo creció 0,2% y hay pocos indicios que en este año se llegue al 2% de aumento en el PIB que se contabilizó en años anteriores.
Igualmente Santos habló de una inminente recuperación del precio internacional del petróleo. Pero la mayoría de los analistas concuerdan que será difícil que, aparte de oscilaciones pasajeras al alza, los precios actuales retornen a los niveles de 2011-2014. Incluso la OPEC proyecta que en los próximos diez años la tendencia de estos precios, en el mas optimista de los escenarios, será la de un relativo estancamiento.
¿Por qué Santos se empeña en negar la nueva realidad económica que su gobierno enfrenta? En marzo LaNota.com actualizó sus proyecciones. En ellas mantuvo el estimativo de 3,2% de crecimiento del PIB para este año y calculó uno de 2,4% para 2016. En el caso de los tres años siguientes, o sea 2017-2019, pronosticó una leve recuperación que llevaría a tasas de crecimiento en el horizonte de 3,5%. Estas proyecciones se pueden adquirir en el enlace:
Los crecimientos de esta proyecciones de LaNota.com están bastante por debajo de los planteados por Santos y por el plan de desarrollo de su segundo mandato, los que bordean 5%. Desafortunadamente no se ven por ningún lado las fuentes de expansión que hagan realidad los deseos presidenciales. Por el contrario, lo que se observa son agudizamientos de los desbalances externos y fiscales, sin que todavía haya claridad sobre las formas como Santos y su equipo lidiará con ellos.
En esta confidencia de hace casi siete meses se anotaba: “Se pronostica para 2015-2019 un quiebre en las tendencias de años anteriores que traerá modificaciones de importancia en la estructura económica del país. Ese quiebre se originará en el hecho de que el sector externo de la economía dejará de ser fuente de expansión y antes bien, se constituirá en factor de contracción”.
Y posteriormente se indicaba: “La evolución prevista de la demanda y de los precios internacionales del petróleo, del carbón y del oro, así como una fuerte desaceleración de las economías vecinas y regionales, serán las principales causas de la caída proyectada de las exportaciones. A lo anterior se agrega un menor ingreso por concepto de inversión extranjera directa.”
Las autoridades económicas no se dieron por enteradas de lo que se les venía encima sino hasta cuando se desplomaron los precios internacionales del petróleo a finales de 2014 y comienzos de 2015. A partir de marzo empezaron a revaluar a la baja el estimativo de crecimiento del PIB. A finales de abril el Fondo Monetario Internacional bajó a 3,4% su pronóstico de crecimiento económico para este año, y en mayo el Banco de la República lo redujo a 3,2%.
Eso ha sido un golpe muy duro para el equipo económico del gobierno cuyos planes estaban basados en la premisa de que continuaría la bonanza externa de años anteriores y de que habría recursos sin precedentes para financiar lo divino y lo humano. Todavía es el momento en el que los presupuestos públicos no se han ajustado a las nuevas realidades económicas.
De ahí la importancia del último estimativo del Banco de la República. Se trata de un primer aviso a Santos y a los ministros de gabinete que no hay que esperar que la economía siga proporcionando cuantiosos recursos para repartir a diestra y siniestra.
La reacción de Juan Manuel Santos no se hizo esperar. “Al Banco de la República se le fue la mano bajando la proyección del crecimiento. Colombia debe estar por encima del 3,5%”, apuntó.
El Presidente se refirió a la recuperación económica de Estados Unidos, el principal socio comercial, como un factor que llevaría a un mayor crecimiento por estos lares. Sin embargo, en el primer trimestre de 2015 la economía norteamericana solo creció 0,2% y hay pocos indicios que en este año se llegue al 2% de aumento en el PIB que se contabilizó en años anteriores.
Igualmente Santos habló de una inminente recuperación del precio internacional del petróleo. Pero la mayoría de los analistas concuerdan que será difícil que, aparte de oscilaciones pasajeras al alza, los precios actuales retornen a los niveles de 2011-2014. Incluso la OPEC proyecta que en los próximos diez años la tendencia de estos precios, en el mas optimista de los escenarios, será la de un relativo estancamiento.
¿Por qué Santos se empeña en negar la nueva realidad económica que su gobierno enfrenta? En marzo LaNota.com actualizó sus proyecciones. En ellas mantuvo el estimativo de 3,2% de crecimiento del PIB para este año y calculó uno de 2,4% para 2016. En el caso de los tres años siguientes, o sea 2017-2019, pronosticó una leve recuperación que llevaría a tasas de crecimiento en el horizonte de 3,5%. Estas proyecciones se pueden adquirir en el enlace:
Los crecimientos de esta proyecciones de LaNota.com están bastante por debajo de los planteados por Santos y por el plan de desarrollo de su segundo mandato, los que bordean 5%. Desafortunadamente no se ven por ningún lado las fuentes de expansión que hagan realidad los deseos presidenciales. Por el contrario, lo que se observa son agudizamientos de los desbalances externos y fiscales, sin que todavía haya claridad sobre las formas como Santos y su equipo lidiará con ellos.