La hermana del fundador de Facebook aconseja a los adictos de las redes sociales tomarse vacaciones periódicas.
Se trata de Randi Zuckerberg, autora del libro Dot Complicated: Untangling our Wired Lives. Su tesis es muy simple, pero no por ello altamente relevante. Sostiene que en un principio el Internet cumplió el propósito de permitir la conexión de cada quien con tantas personas y seguidores como fuera posible. Aunque con eso hemos logrado acercarnos a mas personas, nos hemos alejado de las amistades propiamente dichas.
Zuckerberg afirma que el péndulo ha empezado a voltearse y que hay una reacción a favor de recuperar la intimidad de la vida privada y de buscar estrechar nuevamente las relaciones personales. Para lograrlo hay que desconectarse del Internet y de las redes sociales por lo menos una vez a la semana o simplemente unos días cada X tiempo. Hay que ser mas selectivo a la hora de escoger amigos en las redes y dedicar mas tiempo a conectarse con la gente en el mundo real.
Las redes sociales han exacerbado el miedo de muchos de quedar al margen de la acción, por decirlo de alguna manera. Es lo que en inglés se denomina ‘the fear of missing out’. En esas redes cada quien publicita solo los mejores momentos de sus vidas y entonces la sensación es que el resto de la humanidad es muy feliz. Se genera así una especie de emulación en la publicación de noticias felices, de mostrar que se es tan feliz como las demás personas y familias que ahí aparecen. Y se gasta una gran cantidad de tiempo en subir buenas noticias que en la práctica solo revisten un interés para el protagonista y si acaso para unos pocas personas que le son muy cercanas.
Sin embargo, la gente se estimula con manifestaciones impersonales como aquella de Facebook de “me gusta” o con las felicitaciones de “amigos” que ni siquiera conoce. Se crea un universo ficticio en términos de lo que cada quien es y que poco o nada tiene que ver con lo que constituyen las verdaderas relaciones personales. Se realiza un enorme esfuerzo para expandir ese universo ficticio en detrimento de la atención que demanda el mundo de las verdaderas amistades.
La cuestión se vuelve fácilmente adictiva. Entre mas grave la adicción mas necesidad de sabáticos extensos. A la pregunta de cómo se sabe si se trata de una adicción muy grave, Zuckerberg responde jocosamente que si la persona llegó a un puntaje de 400 en Candy Crush es porque ya no tiene salvación.
Las redes sociales han exacerbado el miedo de muchos de quedar al margen de la acción, por decirlo de alguna manera. Es lo que en inglés se denomina ‘the fear of missing out’. En esas redes cada quien publicita solo los mejores momentos de sus vidas y entonces la sensación es que el resto de la humanidad es muy feliz. Se genera así una especie de emulación en la publicación de noticias felices, de mostrar que se es tan feliz como las demás personas y familias que ahí aparecen. Y se gasta una gran cantidad de tiempo en subir buenas noticias que en la práctica solo revisten un interés para el protagonista y si acaso para unos pocas personas que le son muy cercanas.
Sin embargo, la gente se estimula con manifestaciones impersonales como aquella de Facebook de “me gusta” o con las felicitaciones de “amigos” que ni siquiera conoce. Se crea un universo ficticio en términos de lo que cada quien es y que poco o nada tiene que ver con lo que constituyen las verdaderas relaciones personales. Se realiza un enorme esfuerzo para expandir ese universo ficticio en detrimento de la atención que demanda el mundo de las verdaderas amistades.
La cuestión se vuelve fácilmente adictiva. Entre mas grave la adicción mas necesidad de sabáticos extensos. A la pregunta de cómo se sabe si se trata de una adicción muy grave, Zuckerberg responde jocosamente que si la persona llegó a un puntaje de 400 en Candy Crush es porque ya no tiene salvación.