De empresa pública estrella ha pasado a ser empresa pública fracasada. Mala administración, escándalos y rol de vaca lechera la tienen postrada.
En 2010 todo era color de rosa para Petrobras. Había logrado colocar en los mercados de capitales acciones por un valor de US$67.000 millones, recursos que se destinarían a financiar un ambicioso plan de inversiones.
Después de esta capitalización la empresa anunció que invertiría US$224.000 millones en los próximos cinco años. La idea era convertir a la estatal hacía finales de esta década en uno de los cuatro principales productores mundiales de petróleo.
Lo que vino después se ha difundido ampliamente. Pozos improductivos, escándalos de gigantescos desfalcos y sobornos que comprometen a altos funcionarios, costosos subsidios al precio interno de la gasolina que durante 2011–2013 le costaron a la empresa US$37.000 millones, y contratación forzada de ineficientes proveedores locales de servicios, entre otros “problemitas”.
El hecho es que desde la capitalización de 2010 Petrobras ha perdido la mitad de su valor de mercado, con la consiguiente pérdida de quienes compraron acciones. Las acciones en poder del público representan 32,8% del total.
Fue así como su valor total de mercado pasó de US$197.000 millones en el momento de la capitalización a cerca de US$90.000 millones en abril de 2014. Esto mientras el 500 Index Energy de Standard and Poor’s se ha duplicado durante ese mismo período.
Desde 2010 su producción ha permanecido estancada en 2 millones de barriles diarios, en tanto que su deuda no ha cesado de aumentar y llegó a US$113.400 millones a finales de 2013 (3.5 veces su Ebitda, muy por encima de la meta oficial que era 2.5 veces su Ebitda).
Alguien por ahí sugirió que en vista de esta lamentable situación de Petrobras, se le debía cambiar de nombre por el de “PETROPDVSA do Brasil”.
Después de esta capitalización la empresa anunció que invertiría US$224.000 millones en los próximos cinco años. La idea era convertir a la estatal hacía finales de esta década en uno de los cuatro principales productores mundiales de petróleo.
Lo que vino después se ha difundido ampliamente. Pozos improductivos, escándalos de gigantescos desfalcos y sobornos que comprometen a altos funcionarios, costosos subsidios al precio interno de la gasolina que durante 2011–2013 le costaron a la empresa US$37.000 millones, y contratación forzada de ineficientes proveedores locales de servicios, entre otros “problemitas”.
El hecho es que desde la capitalización de 2010 Petrobras ha perdido la mitad de su valor de mercado, con la consiguiente pérdida de quienes compraron acciones. Las acciones en poder del público representan 32,8% del total.
Fue así como su valor total de mercado pasó de US$197.000 millones en el momento de la capitalización a cerca de US$90.000 millones en abril de 2014. Esto mientras el 500 Index Energy de Standard and Poor’s se ha duplicado durante ese mismo período.
Desde 2010 su producción ha permanecido estancada en 2 millones de barriles diarios, en tanto que su deuda no ha cesado de aumentar y llegó a US$113.400 millones a finales de 2013 (3.5 veces su Ebitda, muy por encima de la meta oficial que era 2.5 veces su Ebitda).
Alguien por ahí sugirió que en vista de esta lamentable situación de Petrobras, se le debía cambiar de nombre por el de “PETROPDVSA do Brasil”.