En la Asamblea 48 de Confecámaras planteó un "pacto" entre banqueros, empresarios y sindicalistas para enfrentar el deterioro de la economía global.
Tiene razón el Presidente Juan Manuel Santos en preocuparse por la situación económica internacional. También es loable su empeño en buscar un espíritu de unidad para los tiempos más difíciles que se avecinan.
De hecho, la tormenta que se vislumbra en el horizonte, tal como lo proyectó desde comienzos de 2011 LaNota.com, puede ser de mayores proporciones de la que prevé el ministro de Hacienda Juan Carlos Echeverry. Este ministro señaló después de la reunión anual del Fondo Monetario Internacional (FMI) que “no creo que la turbulencia sea excesiva como la de 2007”. Sin embargo, actualmente los gobiernos de Estados Unidos, Europa y China agotaron, y en poco tiempo, el margen de maniobra de que disponían para hacerle frente a los déficit y quiebras ocasionadas por años de políticas fiscales y monetarias irresponsablemente expansivas.
Ahora bien, sea cual sea la magnitud del choque externo que golpeará a la economía colombiana, el pacto propuesto por Santos es francamente una ridiculez. ¿Cómo así que banqueros y empresarios deben seguir prestando y contratando como si nada estuviera pasando? ¿Cómo así que no deben anticiparse a los profundos cambios que se avizoran en el entorno internacional? ¿Quién les cubre el eventual costo de actuar a espaldas de lo que sucede a su alrededor?
Lo que Santos le pide a banqueros y empresarios es, ni más ni menos, que se conviertan en malos banqueros y en malos empresarios. Así lo haga de buena fe, ese es el alcance de su propuesta. Les aconseja que hagan caso omiso de variables que son clave en la definición de sus estrategias de negocios (como si la crisis de 2000 que azotó a Colombia hubiera pasado en vano).
En lugar de pedirle a los agentes económicos que se conviertan en avestruces y que metan su cabeza en un hueco en la tierra como fórmula para sobrellevar la crisis de la economía global, Santos debería preocuparse por implementar aquellas políticas anti cíclicas que están a su alcance y que sean las más razonables. Por ejemplo, acelerar los grandes proyectos de infraestructura vial que actualmente están paralizados. Avanzar con más firmeza en el diseño de una política que permita la exploración y explotación de oro a gran escala (en lo que Colombia todavía está en pañales). Ofrecerle a los pequeños y medianos empresarios un marco regulatorio y de impuestos más estimulante que el actual. Y otras propuestas donde la acción del gobierno es clave.
Más que decirle a empresarios y banqueros cómo manejar sus negocios, Santos debería concentrarse en anunciar cómo administrará lo de su directa responsabilidad frente a ese entorno económico menos favorable que se aproxima.
(Advertencia: lanota.com sólo utiliza este nombre. No tiene relación alguna con portales o empresas que emplean la palabra lanota en otras combinaciones de nombres).
De hecho, la tormenta que se vislumbra en el horizonte, tal como lo proyectó desde comienzos de 2011 LaNota.com, puede ser de mayores proporciones de la que prevé el ministro de Hacienda Juan Carlos Echeverry. Este ministro señaló después de la reunión anual del Fondo Monetario Internacional (FMI) que “no creo que la turbulencia sea excesiva como la de 2007”. Sin embargo, actualmente los gobiernos de Estados Unidos, Europa y China agotaron, y en poco tiempo, el margen de maniobra de que disponían para hacerle frente a los déficit y quiebras ocasionadas por años de políticas fiscales y monetarias irresponsablemente expansivas.
Ahora bien, sea cual sea la magnitud del choque externo que golpeará a la economía colombiana, el pacto propuesto por Santos es francamente una ridiculez. ¿Cómo así que banqueros y empresarios deben seguir prestando y contratando como si nada estuviera pasando? ¿Cómo así que no deben anticiparse a los profundos cambios que se avizoran en el entorno internacional? ¿Quién les cubre el eventual costo de actuar a espaldas de lo que sucede a su alrededor?
Lo que Santos le pide a banqueros y empresarios es, ni más ni menos, que se conviertan en malos banqueros y en malos empresarios. Así lo haga de buena fe, ese es el alcance de su propuesta. Les aconseja que hagan caso omiso de variables que son clave en la definición de sus estrategias de negocios (como si la crisis de 2000 que azotó a Colombia hubiera pasado en vano).
En lugar de pedirle a los agentes económicos que se conviertan en avestruces y que metan su cabeza en un hueco en la tierra como fórmula para sobrellevar la crisis de la economía global, Santos debería preocuparse por implementar aquellas políticas anti cíclicas que están a su alcance y que sean las más razonables. Por ejemplo, acelerar los grandes proyectos de infraestructura vial que actualmente están paralizados. Avanzar con más firmeza en el diseño de una política que permita la exploración y explotación de oro a gran escala (en lo que Colombia todavía está en pañales). Ofrecerle a los pequeños y medianos empresarios un marco regulatorio y de impuestos más estimulante que el actual. Y otras propuestas donde la acción del gobierno es clave.
Más que decirle a empresarios y banqueros cómo manejar sus negocios, Santos debería concentrarse en anunciar cómo administrará lo de su directa responsabilidad frente a ese entorno económico menos favorable que se aproxima.
(Advertencia: lanota.com sólo utiliza este nombre. No tiene relación alguna con portales o empresas que emplean la palabra lanota en otras combinaciones de nombres).