El gobierno de Hugo Chávez le entregó el manejo de las empresas básicas de la Guayana a sindicalistas y burócratas. Desde entonces van camino al estanque.
Algunos sindicalistas de estas empresas han puesto el dedo en una llaga que demuestra el rotundo fracaso de las políticas económicas del gobierno de Hugo Chávez. Según el informe de la agencia AFP, dicen “estar en resistencia” ante el momento crítico del sector, golpeado por una fuerte caída en la producción, falta de inversiones, y mala gestión.
Hasta hace poco estas empresas producían con relativo éxito acero, aluminio o carbón a una alta capacidad. Pero desde que estas empresas fueron nacionalizadas y entregadas a mafias de sindicalistas bajo el Plan Guayana Socialista 2009-2019, todas generan pérdidas. Según los sindicalistas, “tenemos minas, mano de obra, energía y las máquinas, pero todas nuestras empresas dan pérdidas.” Sin embargo, no se refieren estos sindicalistas a la falta que hacen capitalistas y empresarios para lograr una adecuada gestión en el manejo de los recursos.
Es así como la producción de la productora de aluminio Venalum cayó de 430.000 toneladas hace tres años a 270.000 en 2011. La producción de otra productora de aluminio CVG Alcasa cayó de 18.000 toneladas mensuales hace una década a 5.000 toneladas mensuales actualmente.
A su vez, la producción de acero de Sidor se desplomó de 3.5 millones de toneladas en 2008, año en el que fue nacionalizada, a la mitad hoy en día. Tenía una planta de 4.000 trabajadores en el momento de su nacionalización y la de ahora es de 13.000 trabajadores. Es decir, 50% menos de producción con 300% más de trabajadores.
El gobierno de Hugo Chávez ha sostenido con cuantiosos subsidios o aportes directos a unas empresas que deberían generarle recursos, así como excedentes para ser reinvertidos en renovación y expansión. Esos subsidios, varios de los cuales provenientes del fondo de cooperación que financia China, han ido en aumento, sin que garanticen su viabilidad futura. Al contrario, a medida que pasa el tiempo la situación estas empresas se ha tornado cada vez más desesperada, tal como lo señalan las cifras y lo expresan los sindicalistas.
La historia reciente de las industrias básicas y minería adscritas a la Corporación Venezolana de la Guayana (CVG) ilustra a la perfección aquello de que la humanidad aprende de sus errores muy lentamente, pero en los países menos avanzados sencillamente no aprende. Darle una patada a capitalistas y empresarios y entregarle el manejo de una industria como esta a sindicatos y burócratas oficiales, es fórmula que garantiza el fracaso. Ha sido probada en toda clase de países, tiempos y circunstancias sin éxito alguno. Y la Venezuela actual, por supuesto, no es la excepción.
(Advertencia: lanota.com sólo utiliza este nombre. No tiene relación alguna con portales o empresas que emplean la palabra lanota en otras combinaciones de nombres).
Hasta hace poco estas empresas producían con relativo éxito acero, aluminio o carbón a una alta capacidad. Pero desde que estas empresas fueron nacionalizadas y entregadas a mafias de sindicalistas bajo el Plan Guayana Socialista 2009-2019, todas generan pérdidas. Según los sindicalistas, “tenemos minas, mano de obra, energía y las máquinas, pero todas nuestras empresas dan pérdidas.” Sin embargo, no se refieren estos sindicalistas a la falta que hacen capitalistas y empresarios para lograr una adecuada gestión en el manejo de los recursos.
Es así como la producción de la productora de aluminio Venalum cayó de 430.000 toneladas hace tres años a 270.000 en 2011. La producción de otra productora de aluminio CVG Alcasa cayó de 18.000 toneladas mensuales hace una década a 5.000 toneladas mensuales actualmente.
A su vez, la producción de acero de Sidor se desplomó de 3.5 millones de toneladas en 2008, año en el que fue nacionalizada, a la mitad hoy en día. Tenía una planta de 4.000 trabajadores en el momento de su nacionalización y la de ahora es de 13.000 trabajadores. Es decir, 50% menos de producción con 300% más de trabajadores.
El gobierno de Hugo Chávez ha sostenido con cuantiosos subsidios o aportes directos a unas empresas que deberían generarle recursos, así como excedentes para ser reinvertidos en renovación y expansión. Esos subsidios, varios de los cuales provenientes del fondo de cooperación que financia China, han ido en aumento, sin que garanticen su viabilidad futura. Al contrario, a medida que pasa el tiempo la situación estas empresas se ha tornado cada vez más desesperada, tal como lo señalan las cifras y lo expresan los sindicalistas.
La historia reciente de las industrias básicas y minería adscritas a la Corporación Venezolana de la Guayana (CVG) ilustra a la perfección aquello de que la humanidad aprende de sus errores muy lentamente, pero en los países menos avanzados sencillamente no aprende. Darle una patada a capitalistas y empresarios y entregarle el manejo de una industria como esta a sindicatos y burócratas oficiales, es fórmula que garantiza el fracaso. Ha sido probada en toda clase de países, tiempos y circunstancias sin éxito alguno. Y la Venezuela actual, por supuesto, no es la excepción.
(Advertencia: lanota.com sólo utiliza este nombre. No tiene relación alguna con portales o empresas que emplean la palabra lanota en otras combinaciones de nombres).