La falta de claridad del propio Chávez sobre su cáncer ocasiona la proliferación de rumores que sugieren que no ha reaccionado positivamente a su tratamiento.

 

Chávez afirma que “hay empeño en generar incertidumbre sobre mi salud”. Sin embargo, no ha habido partes médicos acerca del mal que lo aqueja y su evolución durante el tratamiento al cual ha sido sometido. En cualquier país civilizado que se respete, la información sobre la salud de un Presidente sería pública, transparente y confiable. No así en la Venezuela actual.

O sea que hay una consigna de Chávez (y de sus asesores cubanos) dirigida a crear confusión sobre la naturaleza y alcance de su enfermedad. Esta estrategia sólo hace sentido si la enfermedad es grave y con una larga convalecencia. Es la estrategia de ganarle tiempo al tiempo y está dirigida ante todo a evitar desmoralización y aventurismo entre sus partidarios.

Por otro lado, pretende neutralizar a la oposición en relación con solicitudes de sustituciones temporales. Hasta ahora esta oposición ha actuado con cabeza fría y madurez. No se ha dejado enredar en el tema. Sus líderes están más preocupados por presentar propuestas para los males que enfrenta Venezuela y por mantener su intención de unidad en relación con el candidato que sea escogido en las primarias de comienzos de 2012.

Vale la pena mencionar que el ex subsecretario de Asuntos Hemisféricos del Departamento de Estado Roger Noriega declaró hace unos días que “la salud del mandatario es peor de lo que deja entrever” y añadió que “deberíamos prepararnos para un mundo sin Hugo Chávez”. Según Noriega, el régimen ha determinado que la única manera de ganar las elecciones presidenciales de octubre de 2012 es si Chávez está en la boleta de votación y si logra proyectar una imagen de recuperación.

Pero queda mucho tiempo para las elecciones presidenciales. Un año de convalecencia haría mella en el ánimo del electorado y hasta en el de sus más fervientes seguidores. No hay que olvidar que en ese momento los venezolanos elegirán Presidente por seis años y de seguro no querrán hacerlo por alguien con los días contados. Sólo una recuperación evidente salvaría a Chávez de que su enfermedad se le convierta en factor electoral negativo.

 

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