Le agradeció a Hugo Chávez y a Rafael Correa su liberación. Hasta medio justificó a las FARC. ¿Víctima del síndrome de Estocolmo?
Quienes le privaron la libertad durante 12 años de su vida fueron las FARC. Durante los últimos años esa organización terrorista ha recibido un gran apoyo del gobierno de Hugo Chávez. Del gobierno de Rafael Correa lo tuvo igualmente, por lo menos hasta el ataque de las Fuerzas Armadas de Colombia que dio de baja a alias Raúl Reyes en territorio de Ecuador.
El sargento Moncayo desea ahora viajar a Caracas y a Quito a reunirse con los mandatarios de los dos países vecinos para agradecerles sus esfuerzos por la liberación. Pero, ¿cuáles esfuerzos? A Moncayo lo liberaron cuando a las FARC le convino hacerlo, por razones relacionadas con el manejo de su imagen, especialmente a nivel internacional. Ahora seguramente pretenden utilizarlo como un idiota útil para realzar esa imagen internacional, así como la de Chávez y Correa, en actos públicos con un gran despliegue periodístico.
Moncayo tendrá que decidir si solicita la baja del Ejército de Colombia. Pero más importante aún, si se presta como peón en un complejo juego político. En el caso de Chávez, y en menor grado de Correa, se trata de protectores y simpatizantes de los delincuentes que cercenaron 12 años de su vida. ¿A título de qué hay que agradecerles qué?
A los idiotas útiles los inflan con propaganda y hasta los financian con limosnas de ONGs, mientras sean útiles. Y son útiles durante un cuarto de hora, tal como fue el caso de otros secuestrados liberados por las FARC.
Moncayo deberá decidir si permanece encadenado a su pasado o si le da la vuelta a esa hoja y organiza su vida por rumbos distintos. Por rumbos donde lo que importa son los méritos de lo que realice de aquí en adelante, y no de lo que ya por fortuna quedó atrás.
El sargento Moncayo desea ahora viajar a Caracas y a Quito a reunirse con los mandatarios de los dos países vecinos para agradecerles sus esfuerzos por la liberación. Pero, ¿cuáles esfuerzos? A Moncayo lo liberaron cuando a las FARC le convino hacerlo, por razones relacionadas con el manejo de su imagen, especialmente a nivel internacional. Ahora seguramente pretenden utilizarlo como un idiota útil para realzar esa imagen internacional, así como la de Chávez y Correa, en actos públicos con un gran despliegue periodístico.
Moncayo tendrá que decidir si solicita la baja del Ejército de Colombia. Pero más importante aún, si se presta como peón en un complejo juego político. En el caso de Chávez, y en menor grado de Correa, se trata de protectores y simpatizantes de los delincuentes que cercenaron 12 años de su vida. ¿A título de qué hay que agradecerles qué?
A los idiotas útiles los inflan con propaganda y hasta los financian con limosnas de ONGs, mientras sean útiles. Y son útiles durante un cuarto de hora, tal como fue el caso de otros secuestrados liberados por las FARC.
Moncayo deberá decidir si permanece encadenado a su pasado o si le da la vuelta a esa hoja y organiza su vida por rumbos distintos. Por rumbos donde lo que importa son los méritos de lo que realice de aquí en adelante, y no de lo que ya por fortuna quedó atrás.