En una época sus partidarios saboteaban eventos planetarios como las reuniones anuales de los organismos internacionales y las de mandatarios de las potencias económicas.
Los que se auto proclaman opositores del capitalismo se la pasan inventando movimientos de protesta contra los poderes establecidos. Uno de esos movimientos recientes fue el que enfiló sus baterías contra el proceso de globalización que se dio a partir especialmente de la década de los años noventa. El movimiento se volvió visible en la llamada batalla de Seattle en 1999 cuando decenas de miles de manifestantes tomaron por asaltos las calles de esa ciudad en protesta contra la reunión de la Organización Mundial de Comercio (OMC) que pretendía eliminar barreras al comercio mundial.
Desde ese momento este movimiento logró capturar la imaginación de ese grupo de la población que vive inconforme con el mundo capitalista. Después de la batalla de Seattle, bloquearon otras reuniones de líderes políticos y empresariales como las del Foro Económico Mundial de Davos, las del Fondo Monetario internacional y Banco Mundial, y las del Grupo de los 8.
En términos muy generales, sus miembros protestaban contra un proceso, el de la globalización, que supuestamente beneficiaba a las grandes multinacionales y a los países mas ricos y que promovía un modelo de desarrollo económico injusto. La franja anti capitalista de la opinión pública, que había quedado fuera de base con el desplome de la Unión Soviética y de los sistemas comunistas de Europa Oriental, recibió así, una década después, un nuevo aire con el surgimiento de este movimiento.
Los medios de comunicación ni cortos ni perezosos agrandaron el impacto de las manifestaciones anti globalización y muchos políticos izquierdistas en búsqueda de agenda hicieron la tarea de hacerles eco. Una de las creaturas del movimiento fue el llamado Foro Social Mundial que ha pretendido desde entonces constituirse en una especie de alter ego del Foro Económico Mundial.
La algarabía anti globalización duró unos tres o cuatro años y de ahí en adelante perdió fuerza frente a otros temas que capturaron la imaginación de la obstinada franja anti capitalista. En ese momento la globalización se percibía ya como un movimiento irreversible por sus beneficios sobre la calidad de vida de la gente. Una buena parte de los innumerables adelantos tecnológicos recientes ha tenido el efecto de acelerar la globalización antes que detenerla, en medio del beneplácito de una mayoría de la población que ha sido lo suficientemente lúcida como para percatarse de las ventajas de un planeta cada vez mas inter conectado en sus distintos aspectos.
El tema que desplazó a la antiglobalización fue el del fin de la vida tal como la conocemos debido a un supuesto calentamiento global ocasionado por las emisiones de CO2 resultantes de los procesos de producción y consumo de las sociedades capitalistas. Este tema desplazó de inmediato en el imaginario anti capitalista a la globalización. Después de todo, se presentó como un problema que traería a la vuelta de la esquina una catástrofe de proporciones inimaginables.
Sin embargo, algo no cuadraba del todo. En primer lugar, los países mas ricos (y por lo tanto, los mas emblemáticos representantes del capitalismo) han sido los que mas esfuerzos han hecho para adoptar tecnologías amigables con el medio ambiente, mientras que países con un ingreso per cápita bajo y hasta cierto grado con sistemas pre capitalistas como China e India se tornaron en irredentos contaminadores de la atmósfera. Por otro lado, todas las profecías apocalípticas relacionadas con el calentamiento ocasionado por las emisiones CO2 simplemente no se han cumplido.
Fue así como el calentamiento global perdió impulso y a los tres o cuatro años fue sustituido por otro tema cuando estalló las Gran Recesión de 2008-2009. En ese momento surgió el movimiento de los “indignados”, que en Estados Unidos se llamó “Occupy Wall Street”. Se puso de moda entre la franja anti capitalista la indignación contra el sistema financiero al que se le atribuyó la culpa de la crisis económica que se extendió a lo largo y ancho del planeta. Las grandes instituciones financieras pasaron a ser las villanas del paseo.
Este nuevo movimiento tampoco duró mas de tres o cuatro años en parte por su falta de fundamentos teóricos y con la estabilización de las economías mas ricas del planeta. Y lo cierto es que en los actuales momentos, o sea a finales de 2013, existe un vacío dentro del movimiento anti capitalista. No hay un tema específico que despierte el suficiente interés. Por lo que se observa una dispersión de su innata rebeldía entre una multiplicidad de pequeños e inconsecuentes temas.
A esa pequeñez quedaron reducidos la antiglobalización, el calentamiento global y la voracidad de las instituciones financieras. En aras de no caer en el aburrimiento, habrá que poner un cartel de SE BUSCA “tema anti capitalista” y ofrecer una recompensa digna de la riqueza que este sistema le ha traído a la ingrata y por siempre insatisfecha humanidad.
Desde ese momento este movimiento logró capturar la imaginación de ese grupo de la población que vive inconforme con el mundo capitalista. Después de la batalla de Seattle, bloquearon otras reuniones de líderes políticos y empresariales como las del Foro Económico Mundial de Davos, las del Fondo Monetario internacional y Banco Mundial, y las del Grupo de los 8.
En términos muy generales, sus miembros protestaban contra un proceso, el de la globalización, que supuestamente beneficiaba a las grandes multinacionales y a los países mas ricos y que promovía un modelo de desarrollo económico injusto. La franja anti capitalista de la opinión pública, que había quedado fuera de base con el desplome de la Unión Soviética y de los sistemas comunistas de Europa Oriental, recibió así, una década después, un nuevo aire con el surgimiento de este movimiento.
Los medios de comunicación ni cortos ni perezosos agrandaron el impacto de las manifestaciones anti globalización y muchos políticos izquierdistas en búsqueda de agenda hicieron la tarea de hacerles eco. Una de las creaturas del movimiento fue el llamado Foro Social Mundial que ha pretendido desde entonces constituirse en una especie de alter ego del Foro Económico Mundial.
La algarabía anti globalización duró unos tres o cuatro años y de ahí en adelante perdió fuerza frente a otros temas que capturaron la imaginación de la obstinada franja anti capitalista. En ese momento la globalización se percibía ya como un movimiento irreversible por sus beneficios sobre la calidad de vida de la gente. Una buena parte de los innumerables adelantos tecnológicos recientes ha tenido el efecto de acelerar la globalización antes que detenerla, en medio del beneplácito de una mayoría de la población que ha sido lo suficientemente lúcida como para percatarse de las ventajas de un planeta cada vez mas inter conectado en sus distintos aspectos.
El tema que desplazó a la antiglobalización fue el del fin de la vida tal como la conocemos debido a un supuesto calentamiento global ocasionado por las emisiones de CO2 resultantes de los procesos de producción y consumo de las sociedades capitalistas. Este tema desplazó de inmediato en el imaginario anti capitalista a la globalización. Después de todo, se presentó como un problema que traería a la vuelta de la esquina una catástrofe de proporciones inimaginables.
Sin embargo, algo no cuadraba del todo. En primer lugar, los países mas ricos (y por lo tanto, los mas emblemáticos representantes del capitalismo) han sido los que mas esfuerzos han hecho para adoptar tecnologías amigables con el medio ambiente, mientras que países con un ingreso per cápita bajo y hasta cierto grado con sistemas pre capitalistas como China e India se tornaron en irredentos contaminadores de la atmósfera. Por otro lado, todas las profecías apocalípticas relacionadas con el calentamiento ocasionado por las emisiones CO2 simplemente no se han cumplido.
Fue así como el calentamiento global perdió impulso y a los tres o cuatro años fue sustituido por otro tema cuando estalló las Gran Recesión de 2008-2009. En ese momento surgió el movimiento de los “indignados”, que en Estados Unidos se llamó “Occupy Wall Street”. Se puso de moda entre la franja anti capitalista la indignación contra el sistema financiero al que se le atribuyó la culpa de la crisis económica que se extendió a lo largo y ancho del planeta. Las grandes instituciones financieras pasaron a ser las villanas del paseo.
Este nuevo movimiento tampoco duró mas de tres o cuatro años en parte por su falta de fundamentos teóricos y con la estabilización de las economías mas ricas del planeta. Y lo cierto es que en los actuales momentos, o sea a finales de 2013, existe un vacío dentro del movimiento anti capitalista. No hay un tema específico que despierte el suficiente interés. Por lo que se observa una dispersión de su innata rebeldía entre una multiplicidad de pequeños e inconsecuentes temas.
A esa pequeñez quedaron reducidos la antiglobalización, el calentamiento global y la voracidad de las instituciones financieras. En aras de no caer en el aburrimiento, habrá que poner un cartel de SE BUSCA “tema anti capitalista” y ofrecer una recompensa digna de la riqueza que este sistema le ha traído a la ingrata y por siempre insatisfecha humanidad.