Ninguno de los temas espinosos de las relaciones bilaterales se arreglarían. Pero Chávez se beneficiaría con la exposición mediática.
En los actuales momentos Venezuela necesita urgentemente gas, energía eléctrica y alimentos de Colombia. ¿Y qué? Colombia sobrevive sin venderle esos productos a Venezuela. Para venderle a Venezuela no se necesita que se reúnan los cancilleres o los Presidentes.
El gobierno de Hugo Chávez ha expropiado empresas colombianas, no aprueba dólares para pagar las importaciones provenientes de Colombia, protege a cabecillas de las FARC y del ELN, y financia políticos opositores a Álvaro Uribe. En fin, la lista es bien larga. ¿Va a actuar en forma diferente después de una reunión entre cancilleres o con Álvaro Uribe? El que así lo crea, es un pelmazo.
Algunos empresarios colombianos pensarán que si hay reuniones a alto nivel, CADIVI les aprobará US$800 millones en divisas de exportaciones ya realizadas a ese país. En estos momentos, eso ya ni siquiera depende de Chávez. Venezuela es un país quebrado, sin suficientes divisas para cubrir sus múltiples compromisos internacionales. Así como les deben a los empresarios colombianos, así también a los empresario de países que consideran amigos como Brasil y Argentina. Quien no le venda de contado a Venezuela es otro pelmazo.
Chávez enfrenta crecientes problemas políticos internos que son de su propia hechura. El gobierno de Colombia no tiene por qué acudir en su ayuda. Los empresarios colombianos deben continuar con los esfuerzos que ya iniciaron para sustituir ese mercado y no deben ilusionarse con acercamientos diplomáticos que no modificarán la conducta del gobierno venezolano, por ejemplo, en temas sensibles como su apoyo a la guerrilla colombiana.
Hugo Chávez no es confiable. Es impredecible. Es un dictador bipolar. No cesará en sus intentos por desestabilizar a Colombia. Su agresividad lo ha aislado de la comunidad internacional. Ahora resulta que posa de oveja conciliadora. Si realmente quiere conciliar con Colombia que empiece por demostrarlo con acciones concretas. Pero prestarle un escenario para que haga un show mediático en el marco de una reunión con Uribe, no hace sentido alguno.
Uribe va de salida y su poder de negociación no es el de antes. Ese poder de negociación, el que tenía con anterioridad a la decisión de la Corte Constitucional, ya se le escabulló de la manos. Recaerá sobre el próximo Presidente de Colombia, el que sea elegido en mayo, y bien haría Uribe en reconocer esa nueva realidad.
El gobierno de Hugo Chávez ha expropiado empresas colombianas, no aprueba dólares para pagar las importaciones provenientes de Colombia, protege a cabecillas de las FARC y del ELN, y financia políticos opositores a Álvaro Uribe. En fin, la lista es bien larga. ¿Va a actuar en forma diferente después de una reunión entre cancilleres o con Álvaro Uribe? El que así lo crea, es un pelmazo.
Algunos empresarios colombianos pensarán que si hay reuniones a alto nivel, CADIVI les aprobará US$800 millones en divisas de exportaciones ya realizadas a ese país. En estos momentos, eso ya ni siquiera depende de Chávez. Venezuela es un país quebrado, sin suficientes divisas para cubrir sus múltiples compromisos internacionales. Así como les deben a los empresarios colombianos, así también a los empresario de países que consideran amigos como Brasil y Argentina. Quien no le venda de contado a Venezuela es otro pelmazo.
Chávez enfrenta crecientes problemas políticos internos que son de su propia hechura. El gobierno de Colombia no tiene por qué acudir en su ayuda. Los empresarios colombianos deben continuar con los esfuerzos que ya iniciaron para sustituir ese mercado y no deben ilusionarse con acercamientos diplomáticos que no modificarán la conducta del gobierno venezolano, por ejemplo, en temas sensibles como su apoyo a la guerrilla colombiana.
Hugo Chávez no es confiable. Es impredecible. Es un dictador bipolar. No cesará en sus intentos por desestabilizar a Colombia. Su agresividad lo ha aislado de la comunidad internacional. Ahora resulta que posa de oveja conciliadora. Si realmente quiere conciliar con Colombia que empiece por demostrarlo con acciones concretas. Pero prestarle un escenario para que haga un show mediático en el marco de una reunión con Uribe, no hace sentido alguno.
Uribe va de salida y su poder de negociación no es el de antes. Ese poder de negociación, el que tenía con anterioridad a la decisión de la Corte Constitucional, ya se le escabulló de la manos. Recaerá sobre el próximo Presidente de Colombia, el que sea elegido en mayo, y bien haría Uribe en reconocer esa nueva realidad.