Soñar no cuesta nada. El gobierno de ese país se la pasa anunciando megaproyectos petroleros sin asidero en el mundo real.
Seguramente lo hace para ilusionar a su población en medio de una economía en deterioro. ¿Todavía quedan ilusos en ese país? Por lo visto si. También todavía quedan medios de comunicación internacionales que le “comen cuento” a Hugo Chávez y a los funcionarios de su gobierno.
El gobierno venezolano ofreció a través de PDVSA construir 8 refinerías en distintos países de América Latina sin que hasta ahora se haya puesto la primera piedra en ninguna de ellas. Ha sido incapaz siquiera de hacer su aporte para una refinería conjunta con Brasil, que ha sido anunciada con bombos y platillos cada vez que Chávez se ha reunido con su homólogo Luiz Inacio Lula da Silva.
También con bombos y platillos Chávez anunció a comienzos de la década la construcción de un gasoducto amazónico que conectaría a Venezuela con Argentina. Varios años después Venezuela suple sus faltantes de gas natural con importaciones de Colombia. Todo ello no obstante que se trata de un país que posee una de las mayores reservas del planeta de este producto.
Ahora último al gobierno de Chávez le ha dado por anunciar inmensas inversiones para desarrollar los campos de petróleo pesado de la región del Orinoco: US$20.000 millones con Rusia, US$16.000 millones con China y US$25.000 millones con la petrolera francesa Total. Sobra decir que ninguna de esas inversiones están respaldadas por estudios y acuerdos definitivos. Si lo estuvieran, estaríamos hablando de desarrollos que tardarían entre 12 a 15 años. Y eso bajo el supuesto de que efectivamente el precio internacional del petróleo permaneciera en niveles altos y de que el gobierno venezolano cumpliera con sus compromisos de inversión.
Los medios de comunicación internacionales siempre le han hecho un gran despliegue a todos estos anuncios como si se trataran de hechos cumplidos. Son los “idiotas útiles” de Chávez y su combo. No se percatan que con estos personajes la retórica es lo único que cuenta.
Actualmente PDVSA ni siquiera ha podido administrar sus propias refinerías, varias de las cuales o no están operando o lo hacen a media marcha. La petrolera venezolana es actualmente una de las más politizadas e ineficientes del mundo. Hace algunos años se trazó la meta para 2012 de llegar a una capacidad de producción de 6 millones de barriles diarios. A la fecha muchos analistas dudan de que sea capaz de sostener una producción de 3 millones de barriles diarios, menor a la de antes de la posesión de Chávez.
Es patética la mentalidad de Chávez y sus funcionarios en relación con el petróleo. Según el ministro de Energía y Petróleo Rafael Ramírez, Venezuela va a salvar al mundo de la escasez que habrá en la oferta mundial de este recurso natural. En realidad, si no existieran las restricciones de la OPEC, Arabia Saudita y los países de al lado podrían de inmediato elevar dramáticamente su producción. Además, los altos precios recientes han propiciado importantes hallazgos en el Golfo de México, Brasil y en otras partes del planeta, los cuales entrarán en producción en cuatro o cinco años. Y hay países como Rusia en donde una eventual apertura a la inversión extranjera se traduciría en aumentos significativos de la producción.
Aunque nadie pone en duda que Venezuela es un protagonista importante en el escenario petrolero mundial, no es imprescindible. Menos aún si el gobierno quiere ganárselas todas, modifica permanentemente las reglas de juego y le impone condicionamientos absurdos a la inversión extranjera. Ramírez dijo que si las petroleras multinacionales llegan a su país y no quieren participar en construir viviendas o carreteras, entonces que se vayan a hacer negocios a otros sitios en donde encuentren reservas. Eso precisamente es lo que están haciendo y lo que harán en los próximos años, hasta cuando retorne el sentido común a ese país.
El gobierno venezolano ofreció a través de PDVSA construir 8 refinerías en distintos países de América Latina sin que hasta ahora se haya puesto la primera piedra en ninguna de ellas. Ha sido incapaz siquiera de hacer su aporte para una refinería conjunta con Brasil, que ha sido anunciada con bombos y platillos cada vez que Chávez se ha reunido con su homólogo Luiz Inacio Lula da Silva.
También con bombos y platillos Chávez anunció a comienzos de la década la construcción de un gasoducto amazónico que conectaría a Venezuela con Argentina. Varios años después Venezuela suple sus faltantes de gas natural con importaciones de Colombia. Todo ello no obstante que se trata de un país que posee una de las mayores reservas del planeta de este producto.
Ahora último al gobierno de Chávez le ha dado por anunciar inmensas inversiones para desarrollar los campos de petróleo pesado de la región del Orinoco: US$20.000 millones con Rusia, US$16.000 millones con China y US$25.000 millones con la petrolera francesa Total. Sobra decir que ninguna de esas inversiones están respaldadas por estudios y acuerdos definitivos. Si lo estuvieran, estaríamos hablando de desarrollos que tardarían entre 12 a 15 años. Y eso bajo el supuesto de que efectivamente el precio internacional del petróleo permaneciera en niveles altos y de que el gobierno venezolano cumpliera con sus compromisos de inversión.
Los medios de comunicación internacionales siempre le han hecho un gran despliegue a todos estos anuncios como si se trataran de hechos cumplidos. Son los “idiotas útiles” de Chávez y su combo. No se percatan que con estos personajes la retórica es lo único que cuenta.
Actualmente PDVSA ni siquiera ha podido administrar sus propias refinerías, varias de las cuales o no están operando o lo hacen a media marcha. La petrolera venezolana es actualmente una de las más politizadas e ineficientes del mundo. Hace algunos años se trazó la meta para 2012 de llegar a una capacidad de producción de 6 millones de barriles diarios. A la fecha muchos analistas dudan de que sea capaz de sostener una producción de 3 millones de barriles diarios, menor a la de antes de la posesión de Chávez.
Es patética la mentalidad de Chávez y sus funcionarios en relación con el petróleo. Según el ministro de Energía y Petróleo Rafael Ramírez, Venezuela va a salvar al mundo de la escasez que habrá en la oferta mundial de este recurso natural. En realidad, si no existieran las restricciones de la OPEC, Arabia Saudita y los países de al lado podrían de inmediato elevar dramáticamente su producción. Además, los altos precios recientes han propiciado importantes hallazgos en el Golfo de México, Brasil y en otras partes del planeta, los cuales entrarán en producción en cuatro o cinco años. Y hay países como Rusia en donde una eventual apertura a la inversión extranjera se traduciría en aumentos significativos de la producción.
Aunque nadie pone en duda que Venezuela es un protagonista importante en el escenario petrolero mundial, no es imprescindible. Menos aún si el gobierno quiere ganárselas todas, modifica permanentemente las reglas de juego y le impone condicionamientos absurdos a la inversión extranjera. Ramírez dijo que si las petroleras multinacionales llegan a su país y no quieren participar en construir viviendas o carreteras, entonces que se vayan a hacer negocios a otros sitios en donde encuentren reservas. Eso precisamente es lo que están haciendo y lo que harán en los próximos años, hasta cuando retorne el sentido común a ese país.