Fueron por lana y salieron trasquilados. Una valiente, Marta Lucía Ramírez, los dejó viendo un chispero en la Convención del Partido Conservador de Colombia.
Prepotentes ellos. Menosprecian las bases de su partido. Lo único que les importa son los puestos públicos y los contratos. Lo que hoy en día llaman “mermelada”. Para ellos, la política es solamente un negocio. Hay que estar siempre con el ganador, no importa quién sea. Supuestamente nadie los supera en la administración oportunista de la mecánica política.
Los senadores conservadores han manejado a su antojo el partido. Se alternan su presidencia. Hacen y deshacen. Pero, ¡sorpresas da la vida! En la Convención del 26 de enero para decidir si el Partido Conservador se iba a las elecciones presidenciales del 25 de mayo con candidato propio o apoyaría la reelección de Juan Manuel Santos, se votó a favor de la primera opción.
Antes de la Convención tirios y troyanos daban por un hecho que se decidiría a favor de apoyar la reelección de Santos. Casi todos los senadores y muchos representantes estaban abiertamente a favor esta alternativa. Pero no contaban con la astucia de Marta Lucía, Pablo Victoria y las descontentas bases.
Cuando se vieron perdidos en número de votos, los congresistas “dueños” del Partido resolvieron sabotear el evento. Como cobardes que son, se salieron del recinto con sus seguidores, para ver si rompían el quórum (triquiñuela esta que usan permanentemente en el Congreso). En su ausencia, el Partido escogió a Ramírez como candidata a la Presidencia, una opositora de Santos y de los diálogos de La Habana.
Los perdedores quieren impugnar el resultado de la Convención. Quieren mantener sus privilegios en un eventual futuro gobierno de Santos. No se les pasa por la mente que de pronto la vida seguirá dando sorpresas. Pero perdieron en una Convención por ellos convocada y administrada. Perdieron en su Convención. Perdieron en su salsa. Pobrecitos ellos. Están al borde de un ataque de nervios.
Los senadores conservadores han manejado a su antojo el partido. Se alternan su presidencia. Hacen y deshacen. Pero, ¡sorpresas da la vida! En la Convención del 26 de enero para decidir si el Partido Conservador se iba a las elecciones presidenciales del 25 de mayo con candidato propio o apoyaría la reelección de Juan Manuel Santos, se votó a favor de la primera opción.
Antes de la Convención tirios y troyanos daban por un hecho que se decidiría a favor de apoyar la reelección de Santos. Casi todos los senadores y muchos representantes estaban abiertamente a favor esta alternativa. Pero no contaban con la astucia de Marta Lucía, Pablo Victoria y las descontentas bases.
Cuando se vieron perdidos en número de votos, los congresistas “dueños” del Partido resolvieron sabotear el evento. Como cobardes que son, se salieron del recinto con sus seguidores, para ver si rompían el quórum (triquiñuela esta que usan permanentemente en el Congreso). En su ausencia, el Partido escogió a Ramírez como candidata a la Presidencia, una opositora de Santos y de los diálogos de La Habana.
Los perdedores quieren impugnar el resultado de la Convención. Quieren mantener sus privilegios en un eventual futuro gobierno de Santos. No se les pasa por la mente que de pronto la vida seguirá dando sorpresas. Pero perdieron en una Convención por ellos convocada y administrada. Perdieron en su Convención. Perdieron en su salsa. Pobrecitos ellos. Están al borde de un ataque de nervios.