El primer ministro de Rusia indicó que la deuda de Estados Unidos está fuera de control y que su país se abrirá aún más a la inversión extranjera.
Según Putin, Estados Unidos se ha embarcado en un “emisión no controlada de dólares”, por lo que se hace imprescindible la utilización de otras monedas como reserva. Esto también lo han sostenido otros líderes. Y tienen toda la razón. La forma como la administración Obama ha elevado el gasto público, el déficit fiscal y la deuda pública de su país es de una irresponsabilidad mayúscula. Por ahora el dólar sigue en picada frente a muchas otras monedas.
Aunque hay indicios de una cierta reactivación en la economía de Estados Unidos, no es sobre fundamentos sólidos. La abultada emisión de dólares y el crecimiento sin límite de la deuda pública que ha propiciado Obama y su equipo económico puede traducirse en un mayor dinamismo económico a corto plazo. Pero postergará el ajuste y la reestructuración del gasto de consumidores y empresas requeridos para reducir la deuda a niveles más razonables y sentar las bases de una recuperación sostenible. Y originará nuevas necesidades de gasto que no podrán ser cubiertas con ahorro sino con mayor deuda. A más largo plazo, Estados Unidos tendrá que aumentar sus ya altos impuestos, perdiendo competitividad frente al resto del mundo y creando incertidumbre entre los inversionistas. Y la creciente deuda ahora adquirida se convertirá en una muy pesada carga que sólo podrá se atendida a costa de un sacrificio de la inversión y el crecimiento futuro.
Mientras Estados Unidos ha perdido su brújula en el manejo económico, Rusia parece tener claras sus prioridades. En sus declaraciones, Vladimir Putin indicó que “la economía rusa está totalmente sub invertida”, por lo que requiere abrirse a la inversión extranjera. Anunció que eliminará barreras administrativas e introducirá reformas en el sector financiero y en el mercado de capitales para hacer a su país más atractivo para los empresarios extranjeros.
Esto último es exactamente lo opuesto a lo que está haciendo Venezuela. Allí, Hugo Chávez no hace sino elogiar a Rusia y apoyarse en ese país para comprar armas y para algunas inversiones petroleras. Pero, a diferencia de Rusia, se ha propuesto perseguir y acabar con la inversión extranjera y nacional. Lo hace como si Venezuela estuviera sobre invertida, cuando lo cierto es que está más sub invertida que el país de Putin. Y lo estará aún más a medida que pasa el tiempo, puesto que para Chávez y sus seguidores la creación de riqueza como tal no es un elemento determinante en el progreso de los países. Según ellos, la riqueza es maná que cae del cielo y lo único que se requiere es repartirla entre militares, sindicatos y funcionarios públicos. Tal como sucedió en Cuba, que pasó de ser uno de los países más ricos de América Latina a uno de los más paupérrimos.
Aunque hay indicios de una cierta reactivación en la economía de Estados Unidos, no es sobre fundamentos sólidos. La abultada emisión de dólares y el crecimiento sin límite de la deuda pública que ha propiciado Obama y su equipo económico puede traducirse en un mayor dinamismo económico a corto plazo. Pero postergará el ajuste y la reestructuración del gasto de consumidores y empresas requeridos para reducir la deuda a niveles más razonables y sentar las bases de una recuperación sostenible. Y originará nuevas necesidades de gasto que no podrán ser cubiertas con ahorro sino con mayor deuda. A más largo plazo, Estados Unidos tendrá que aumentar sus ya altos impuestos, perdiendo competitividad frente al resto del mundo y creando incertidumbre entre los inversionistas. Y la creciente deuda ahora adquirida se convertirá en una muy pesada carga que sólo podrá se atendida a costa de un sacrificio de la inversión y el crecimiento futuro.
Mientras Estados Unidos ha perdido su brújula en el manejo económico, Rusia parece tener claras sus prioridades. En sus declaraciones, Vladimir Putin indicó que “la economía rusa está totalmente sub invertida”, por lo que requiere abrirse a la inversión extranjera. Anunció que eliminará barreras administrativas e introducirá reformas en el sector financiero y en el mercado de capitales para hacer a su país más atractivo para los empresarios extranjeros.
Esto último es exactamente lo opuesto a lo que está haciendo Venezuela. Allí, Hugo Chávez no hace sino elogiar a Rusia y apoyarse en ese país para comprar armas y para algunas inversiones petroleras. Pero, a diferencia de Rusia, se ha propuesto perseguir y acabar con la inversión extranjera y nacional. Lo hace como si Venezuela estuviera sobre invertida, cuando lo cierto es que está más sub invertida que el país de Putin. Y lo estará aún más a medida que pasa el tiempo, puesto que para Chávez y sus seguidores la creación de riqueza como tal no es un elemento determinante en el progreso de los países. Según ellos, la riqueza es maná que cae del cielo y lo único que se requiere es repartirla entre militares, sindicatos y funcionarios públicos. Tal como sucedió en Cuba, que pasó de ser uno de los países más ricos de América Latina a uno de los más paupérrimos.