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Se trata de un proyecto de ley presentado ante el Congreso de Colombia para no gastarse todo en épocas buenas y poder gastar más en épocas de crisis.
 
Según el proyecto de ley, con la regla fiscal el gobierno nacional adquiriría  el compromiso de generar un superávit primario (definido como la diferencia entre ingresos y gastos sin incluir dentro de estos últimos los intereses de la deuda). Se buscaría así disponer de excedentes en las épocas de las vacas gordas para pagar deuda pública y para financiar la creación de un fondo de estabilización al cual se acudiría en las épocas de las vacas flacas.

Se supone que la regla fiscal ayuda a enfrentar temas como el de la administración de los ingresos provenientes de una súbita bonanza petrolera o minera. Sin embargo, en el caso de Colombia: 1) el gobierno nacional tiene actualmente un déficit fiscal anual cercano a 4% del PIB; y 2) si bien se prevé un aumento de los ingresos fiscales por concepto de una mayor producción de petróleo, carbón y oro, ese aumento sólo se dará gradualmente.

Lo importante por ahora para Colombia es reducir su actual déficit fiscal a proporciones manejables. En momentos en los cuales hay un importante déficit en el sector de la salud pública, y se necesita emprender unas muy cuantiosas inversiones en infraestructura de todo tipo, así como continuar con un alto gasto militar, sería de por si una hazaña lograr reducir significativamente el actual déficit y más aún generar un superávit que financie un fondo de estabilización.

El nuevo gobierno debería enseriarse con su programación presupuestal, antes que pensar en pajaritos de oro. Nada fácil el asunto si se tiene en cuenta que prácticamente todos los gobiernos, pobres y ricos, no tienen la vocación de ajustar responsablemente sus gastos a los ingresos corrientes que perciben.

Ni los gobiernos más ricos ahorran para un futuro de vacas flacas. Por ejemplo, la crisis económica global agarró a todos los gobiernos ricos con los pantalones abajo: ninguno tenía un fondo de estabilización que le permitiera sobreaguar durante la crisis. Como resultado, los déficit fiscales actuales de países como Estados Unidos y los de la Unión Europea ruborizan hasta a los más irresponsable políticos.

La mejor regla fiscal para un país pobre como Colombia es la de limitar su endeudamiento público y mantenerlo, año tras año, en niveles que no comprometan su estabilidad macroeconómica. Si llegan unos mayores ingresos debido al crecimiento económico, incluida una bonanza petrolera, se puede aumentar el gasto siempre y cuando los niveles de deuda pública ya no sean excesivamente altos. Porque si la deuda pública ya es alta, esos ingresos adicionales, obviamente, deberían orientarse hacía su reducción antes que a aumentar el gasto. Para llegar a esta decisión no se requiere de pomposas reglas fiscales.

De manera que todo el análisis debería centrarse sobre los niveles manejables de deuda pública, a sabiendas de que no hay reglas óptimas a este respecto. Por ejemplo, se podría establecer que la deuda pública no debe superar 50% PIB, o que el servicio de la deuda pública externa no debe absorber más de 25% de los ingresos por concepto de exportaciones de bienes y servicios. Aunque estos porcentajes son arbitrarios, podrían servir para orientar la toma de decisiones sobre niveles de gasto público.

De hecho, los mercados financieros internacionales establecen sus evaluaciones de riesgo país con criterios parecidos a estos. En el caso de Colombia, los calificadores de riesgo tiene permanentemente los ojos puestos sobre el desempeño fiscal. Un deterioro de la situación fiscal lleva inexorablemente a una baja en la calificación. Hoy en día son numerosas las luces amarillas y rojas que se prenden cuando la política es irresponsable.  

No se requiere, entonces, ponerle tanto misterio al asunto, y enfrascarse en discusiones bizantinas sobre cómo se define un período de vacas gordas en un país pobre repleto de necesidades urgentes. Lo más relevante es que el gobierno no se desfase en su gasto y mantenga unos niveles manejables de endeudamiento. Si sólo se lograra esto, ya sería un verdadero milagro. Un milagro que ni siquiera se ha dado en países ricos, donde abundan los pastizales llenos de vacas gordas.