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A menos de dos meses de la primera vuelta, Juan Manuel Santos en lugar de subir, baja en las encuestas. De nada valió el lanzamiento oficial de su campaña reeleccionista.
 
Nunca se dudó de la reelección de Álvaro Uribe como Presidente de Colombia. Pero en el caso de Santos las distintas encuestas lo muestran en una posición de debilidad, que hacen pensar que su reelección no está para nada asegurada. En el mejor de los casos registra un 30% en la intención de voto de la primera vuelta, e incluso en la tendencia mas reciente parece estar a la baja, y eso para un Presidente titular que busca ser reelecto son malas noticias.

Una de las últimas encuestas, cuya muestra y cobertura territorial es superior a la gran mayoría de las otras, es la que realizó Polimétrica para Caracol Radio entre el 21 y el 25 de marzo de 2014. En primer lugar, el 70% de los entrevistados no está de acuerdo con la reelección de Santos, frente a un 63% en febrero. Su imagen favorable cayó de 41% en febrero a 35% en marzo.

Pero lo mas sorprendente es que su intención de voto en la primera vuelta descendió de 31% a un pírrico 23%, mientras que la de todos sus oponentes subió (Enrique Peñalosa de 9% a 13%, Oscar Iván Zuluaga de 8% a 11%, Clara López de 7% a 9%, y Marta Lucía Ramírez de 4% a 5%). A su vez, 26% de los encuestados dijeron que votarían en blanco en marzo, una cifra similar al 27% de febrero, mientras que el “no sabe no responde” se situó en 13% frente a 12% del mes anterior.

¿Cómo analizar estos resultados? Primero, el poco entusiasmo con los candidatos. El voto en blanco y el “no sabe no responde” en la primera vuelta suman un no despreciable 39%. En segundo lugar, la alta vulnerabilidad de Santos: en una segunda vuelta aparece a tiro de cañón de Peñalosa y Zuluaga, y podría estarlo de Martha Lucía Ramírez (quien de llegar ahí recibiría el apoyo de Uribe).

Entre otras, en la segunda vuelta el voto en blanco pasa el umbral del 40% y el “no sabe no responde” el del 15%. No es descartable del todo la posibilidad de que el voto en blanco en esta vuelta supere 50%, en especial si los dos candidatos no logran despertar el suficiente entusiasmo, lo que llevaría a una repetición de la elección presidencial con nuevos candidatos.

Debe señalarse, que a diferencia de lo ocurrido en las elecciones para Congreso a comienzos de marzo, cuando los tarjetones para votar fueron mamotréticos y complejos, para esta elección, tanto en el caso de la primera vuelta como de la segunda vuelta, no hay lugar a perderse con la casilla del voto en blanco.

Como sea, no deja de sorprender la debilidad electoral de Santos. Después de todo la economía no va mal, con crecimientos anuales del PIB en el horizonte de 4%, con un desempleo ligeramente a la baja y con una inflación bajo control. Pero se trata de un gobierno sin grandes realizaciones, comprometido con un controvertido proceso de negociaciones con las Farc. Existe una sensación de deterioro en materia de orden público, especialmente en las zonas rurales. En adición, Santos le dio la espalda a una buena porción de sus electores de la primera vuelta, especialmente a Álvaro Uribe y a sus numerosos simpatizantes, así como a una parte del Partido Conservador.

Las actuaciones ambivalentes de Santos con Uribe y con las Farc definitivamente no le han gustado a muchos colombianos. Santos, en lo personal, no los convence del todo, y no es solo una cuestión de lejanía con la gente como lo han intentado presentar algunos medios de comunicación. Por sus actuaciones excesivamente oportunistas en lo político, por una falta de transparencia en sus lealtades, y por mucho anuncio y poco cumplimiento, ha ahuyentado el afecto de un componente significativo del electorado que inicialmente lo acompañó.