El gobierno de Venezuela sigue sin decirle al pueblo la verdad sobre la salud de Chávez. Sus sucesores están enredados con el manejo del tema.
Durante la campaña electoral fue el propio Chávez que mintió descaradamente sobre el estado de su salud y su incapacidad para gobernar por seis años mas en caso de que fuera reelecto, tal como efectivamente sucedió el 7 de octubre. Pero esta incapacidad es de tan grave naturaleza que ni siquiera podrá posesionarse el 10 de enero como lo establece la Constitución.
Si bien solo los ingenuos dudaban de la gravedad de la enfermedad del mandatario venezolano, al igual que esos periodistas cuya función es repetir como loros las versiones de gobiernos mentirosos, tomó por sorpresa que el paciente prácticamente desapareció de escena después del 7 de octubre. Y ciertamente nadie esperaba que fuera incapaz de posesionarse el 10 de enero de 2013.
Las versiones mas pesimistas señalaban que el desenlace final de su cáncer terminal sería por allá a mediados de 2013, luego del rumbo desafortunado que tomaron los acontecimientos por los desaciertos en los tratamientos que recibió en Cuba. Pero aparentemente la última operación a la que se sometió en ese país aceleró todavía mas el proceso.
La verdad es que desde que Chávez cayó en manos de la medicina cubana, el deterioro de su salud ha sido mucho más rápido y pronunciado de lo anticipado si se hubiera internado en modernos centros hospitalarios especializados como los que existen en Estados Unidos y Brasil, por ejemplo.
Como sea, lo cierto es que no hay dictámenes médicos objetivos e imparciales sobre el actual estado de salud de Chávez, tal como lo determina la Constitución de Venezuela para casos como este. Confundan y sigan confundiendo con media verdades es la consigna de quienes manejan las riendas del gobierno venezolano. Sin embargo, si se diera un parte médico objetivo e imparcial se llegaría a la conclusión de que Chávez realmente no está en capacidad física de asumir la Presidencia y de que es necesario realizar elecciones para que los venezolanos escojan a su sucesor.
La primera burla a la Constitución que se ha dado a raíz de los eventos de la posesión o no posesión de Chávez el 10 de enero es el que no se haya efectuado un dictamen de su estado de salud por parte de una junta de reconocidos médicos de nacionalidad venezolana. Después de ese dictamen, si resultare negativo, habría un período de 90 días de postergación en la toma de posesión, prorrogable por otros 90 días, pero todo ello supeditado al veredicto público de los médicos. Luego de ello, si la incapacidad se mantuviera, habría elecciones.
Pero Chávez y sus funcionarios se han resistido a la transparencia en todo lo relacionado con el carácter terminal de la enfermedad que lo afecta. Quieren seguir haciéndose los de la vista gorda, para en el camino torcer la interpretación de la Constitución a favor de sus intereses. Aparentemente lo que buscan es evitar que se realicen unas nuevas elecciones presidenciales, al menos mientras el paciente se mantenga vivo. Pero no pierden la esperanza de que aun después de muerto no haya necesidad de hacerlas.
Este último camino, que es el preferido de los cubanos, es claramente violatorio de la Constitución. Allí también se establece que la muerte de un Presidente, si sucede dentro de los primeros cuatro años de su mandato, deberá seguirse de elecciones inmediatas y el ganador ejercerá por lo que haga falta de los 6 años del período.
Como van las cosas, el gobierno se saldrá con la suya en no realizar un acto de posesión el 10 de enero y en mantener a los venezolanos mal informados acerca del verdadero estado de salud de su Presidente. La peregrina tesis de Nicolás Maduro, Diosdado Cabello y demás líderes del chavismo es que el acto de posesión es un simple formalismo cuando se trata de la reelección de un mandatario. Además, con gran desparpajo señalan que el gobierno si ha informado a cabalidad sobre la salud de Chávez.
Como no hay instancias independientes al gobierno que hagan cumplir la letra de la Constitución, todo apunte a que Chávez iniciará su nuevo período entubado y sedado en el Cimeq de La Habana. No habrá informe a la Asamblea Nacional, no habrá discurso de posesión, ni habrá ceremonias con otros mandatarios. El gobierno pretenderá que será un día normal como cualquier otro. O casi normal porque quedará la sensación de que se actuó por fuera de los cauces constitucionales, así los voceros del gobierno lo nieguen.
Habrá que esperar, entonces, al desenlace final del drama. Será solo en ese momento cuando el gobierno venezolanos ya no podrá seguir jugando a las media verdades y a interpretaciones rebuscadas de artículos de la Constitución.
Si bien solo los ingenuos dudaban de la gravedad de la enfermedad del mandatario venezolano, al igual que esos periodistas cuya función es repetir como loros las versiones de gobiernos mentirosos, tomó por sorpresa que el paciente prácticamente desapareció de escena después del 7 de octubre. Y ciertamente nadie esperaba que fuera incapaz de posesionarse el 10 de enero de 2013.
Las versiones mas pesimistas señalaban que el desenlace final de su cáncer terminal sería por allá a mediados de 2013, luego del rumbo desafortunado que tomaron los acontecimientos por los desaciertos en los tratamientos que recibió en Cuba. Pero aparentemente la última operación a la que se sometió en ese país aceleró todavía mas el proceso.
La verdad es que desde que Chávez cayó en manos de la medicina cubana, el deterioro de su salud ha sido mucho más rápido y pronunciado de lo anticipado si se hubiera internado en modernos centros hospitalarios especializados como los que existen en Estados Unidos y Brasil, por ejemplo.
Como sea, lo cierto es que no hay dictámenes médicos objetivos e imparciales sobre el actual estado de salud de Chávez, tal como lo determina la Constitución de Venezuela para casos como este. Confundan y sigan confundiendo con media verdades es la consigna de quienes manejan las riendas del gobierno venezolano. Sin embargo, si se diera un parte médico objetivo e imparcial se llegaría a la conclusión de que Chávez realmente no está en capacidad física de asumir la Presidencia y de que es necesario realizar elecciones para que los venezolanos escojan a su sucesor.
La primera burla a la Constitución que se ha dado a raíz de los eventos de la posesión o no posesión de Chávez el 10 de enero es el que no se haya efectuado un dictamen de su estado de salud por parte de una junta de reconocidos médicos de nacionalidad venezolana. Después de ese dictamen, si resultare negativo, habría un período de 90 días de postergación en la toma de posesión, prorrogable por otros 90 días, pero todo ello supeditado al veredicto público de los médicos. Luego de ello, si la incapacidad se mantuviera, habría elecciones.
Pero Chávez y sus funcionarios se han resistido a la transparencia en todo lo relacionado con el carácter terminal de la enfermedad que lo afecta. Quieren seguir haciéndose los de la vista gorda, para en el camino torcer la interpretación de la Constitución a favor de sus intereses. Aparentemente lo que buscan es evitar que se realicen unas nuevas elecciones presidenciales, al menos mientras el paciente se mantenga vivo. Pero no pierden la esperanza de que aun después de muerto no haya necesidad de hacerlas.
Este último camino, que es el preferido de los cubanos, es claramente violatorio de la Constitución. Allí también se establece que la muerte de un Presidente, si sucede dentro de los primeros cuatro años de su mandato, deberá seguirse de elecciones inmediatas y el ganador ejercerá por lo que haga falta de los 6 años del período.
Como van las cosas, el gobierno se saldrá con la suya en no realizar un acto de posesión el 10 de enero y en mantener a los venezolanos mal informados acerca del verdadero estado de salud de su Presidente. La peregrina tesis de Nicolás Maduro, Diosdado Cabello y demás líderes del chavismo es que el acto de posesión es un simple formalismo cuando se trata de la reelección de un mandatario. Además, con gran desparpajo señalan que el gobierno si ha informado a cabalidad sobre la salud de Chávez.
Como no hay instancias independientes al gobierno que hagan cumplir la letra de la Constitución, todo apunte a que Chávez iniciará su nuevo período entubado y sedado en el Cimeq de La Habana. No habrá informe a la Asamblea Nacional, no habrá discurso de posesión, ni habrá ceremonias con otros mandatarios. El gobierno pretenderá que será un día normal como cualquier otro. O casi normal porque quedará la sensación de que se actuó por fuera de los cauces constitucionales, así los voceros del gobierno lo nieguen.
Habrá que esperar, entonces, al desenlace final del drama. Será solo en ese momento cuando el gobierno venezolanos ya no podrá seguir jugando a las media verdades y a interpretaciones rebuscadas de artículos de la Constitución.