Se trata de la segunda economía de la eurozona. Su pérdida de competitividad es creciente y el clima de inversión va en picada.
El editor de la revista Fortune Shawn Tully pone el dedo en la llaga (“The Euro Crisis no one is talking about: France is in free fall”, enero 9 de 2013). En 1999 Francia tenía una participación del 7% en las exportaciones mundiales. En 2012 fue de apenas 3% y con tendencia a la baja. Su balanza comercial que era positiva a comienzos de este siglo es actualmente negativa en cerca de 3% del PIB. Sus exportaciones a China son apenas una séptima parte de las de Alemania.
Los ingresos netos de turismo (lo que gastan los turistas que llegan a Francia menos lo que gastan los turistas franceses en el exterior) pasaron de 15.000 millones de euros a mediados de la década pasada a 10.000 millones de euros actualmente. Indudablemente el alto costo de vida del país ha alejado a los turistas últimamente.
Según Tully, el principal problema de la falta de competitividad de Francia radica en los altos costos laborales. Un sorprendente 86% de los asalariados disfruta de “contratos de duración indeterminada” que hacen que los procesos de despido sean excesivamente engorrosos y costosos. En Francia, 42 euros de cada 100 euros de los gastos totales se destinan a cargas sociales, frente a 34 euros en Alemania, 26 euros en el Reino Unido y 20 euros en Estados Unidos.
Desde 2005, los costos unitarios laborales de Francia han aumentado en un 17% frente a 10% en Alemania, 5,8% en España y 2% en Irlanda. Actualmente los trabajadores franceses ganan en promedio 35.2 euros por hora comparado con 25.8 euros por hora en Italia y 22 euros por hora en el Reino Unido y en España.
Un resultado de estos muy elevados costos laborales es que las utilidades de las corporaciones han caído a un 6,5% del PIB, o sea a cerca de 60% del promedio de la eurozona. La razón fundamental de este fenómeno es que los exportadores franceses están perdiendo participación de mercado y que para sobrevivir han tenido que reducir sus márgenes de rentabilidad. Al reducirse sus márgenes de rentabilidad les queda menos recursos para invertir en nuevas plantas y tecnologías.
Francia posee actualmente la mitad de empresas exportadoras que Alemania e Italia. La industria alemana dispone de 19.000 robots, cinco veces mas que la de Francia. El gasto en investigación y desarrollo se ha desplomado un 50% en los últimos cuatro años.
Al tiempo que varios países como Holanda han incrementado sus recaudos estimulando a sus empresas con disminuciones en la carga tributaria a sus empresas, en Francia el gobierno de Francois Hollande ha adoptado diferentes medidas dirigidas a aumentar esa carga, dándole así un golpe adicional a las utilidades empresariales y a la inversión futura.
Tully concluye su artículo con mas cifras que ponen en evidencia la difícil situación económica por la que atraviesa Francia. La tasa de desempleo de 10,9% es casi el doble de la de Alemania de 6,7%. La deuda del gobierno central es cercana a 90% del PIB y podría aproximarse a un escandaloso nivel de 100% del PIB en 2014.
Entre 2004 y 2012 el sector privado de Francia no creció en términos reales. El aumento del PIB en ese período, que fue de apenas 7,3%, tuvo su origen exclusivamente en el gasto público. Este gasto público es hoy por hoy aproximadamente 57% del PIB, con tendencia al alza y 12 puntos porcentuales superior al de Alemania.
De manera que el sector privado, que es el que financia con sus excedentes al sobre dimensionado sector público, está estancado y abrumado por altos impuestos y cargas laborales. Es una situación completamente alejada de la que describen los críticos de las políticas de “austeridad”. Dichas políticas comprenden reducciones en los déficit fiscales a través de recortes en el gasto del gobierno. Pero en el caso de Francia el gasto público ha crecido y continúa creciendo en términos reales y los déficit fiscales no caen sino que se mantienen en niveles cercanos a 5% del PIB.
El mas grave problema de este escenario es que los franceses están en un estado de negación en relación con las reformas laborales y fiscales que deben realizar para enderezar su rumbo económico. Tienen la idea de que a ellos no les aplica las leyes económicas, las mismas que han forzado a sus vecinos Reino Unido, Italia, España, Portugal, e Irlanda a emprender distintas reformas laborales y fiscales. No se percatan que la trayectoria actual es insostenible y que entre mas permanezcan en ella, mayores serán las dificultades para recuperar el tiempo perdido.
Los ingresos netos de turismo (lo que gastan los turistas que llegan a Francia menos lo que gastan los turistas franceses en el exterior) pasaron de 15.000 millones de euros a mediados de la década pasada a 10.000 millones de euros actualmente. Indudablemente el alto costo de vida del país ha alejado a los turistas últimamente.
Según Tully, el principal problema de la falta de competitividad de Francia radica en los altos costos laborales. Un sorprendente 86% de los asalariados disfruta de “contratos de duración indeterminada” que hacen que los procesos de despido sean excesivamente engorrosos y costosos. En Francia, 42 euros de cada 100 euros de los gastos totales se destinan a cargas sociales, frente a 34 euros en Alemania, 26 euros en el Reino Unido y 20 euros en Estados Unidos.
Desde 2005, los costos unitarios laborales de Francia han aumentado en un 17% frente a 10% en Alemania, 5,8% en España y 2% en Irlanda. Actualmente los trabajadores franceses ganan en promedio 35.2 euros por hora comparado con 25.8 euros por hora en Italia y 22 euros por hora en el Reino Unido y en España.
Un resultado de estos muy elevados costos laborales es que las utilidades de las corporaciones han caído a un 6,5% del PIB, o sea a cerca de 60% del promedio de la eurozona. La razón fundamental de este fenómeno es que los exportadores franceses están perdiendo participación de mercado y que para sobrevivir han tenido que reducir sus márgenes de rentabilidad. Al reducirse sus márgenes de rentabilidad les queda menos recursos para invertir en nuevas plantas y tecnologías.
Francia posee actualmente la mitad de empresas exportadoras que Alemania e Italia. La industria alemana dispone de 19.000 robots, cinco veces mas que la de Francia. El gasto en investigación y desarrollo se ha desplomado un 50% en los últimos cuatro años.
Al tiempo que varios países como Holanda han incrementado sus recaudos estimulando a sus empresas con disminuciones en la carga tributaria a sus empresas, en Francia el gobierno de Francois Hollande ha adoptado diferentes medidas dirigidas a aumentar esa carga, dándole así un golpe adicional a las utilidades empresariales y a la inversión futura.
Tully concluye su artículo con mas cifras que ponen en evidencia la difícil situación económica por la que atraviesa Francia. La tasa de desempleo de 10,9% es casi el doble de la de Alemania de 6,7%. La deuda del gobierno central es cercana a 90% del PIB y podría aproximarse a un escandaloso nivel de 100% del PIB en 2014.
Entre 2004 y 2012 el sector privado de Francia no creció en términos reales. El aumento del PIB en ese período, que fue de apenas 7,3%, tuvo su origen exclusivamente en el gasto público. Este gasto público es hoy por hoy aproximadamente 57% del PIB, con tendencia al alza y 12 puntos porcentuales superior al de Alemania.
De manera que el sector privado, que es el que financia con sus excedentes al sobre dimensionado sector público, está estancado y abrumado por altos impuestos y cargas laborales. Es una situación completamente alejada de la que describen los críticos de las políticas de “austeridad”. Dichas políticas comprenden reducciones en los déficit fiscales a través de recortes en el gasto del gobierno. Pero en el caso de Francia el gasto público ha crecido y continúa creciendo en términos reales y los déficit fiscales no caen sino que se mantienen en niveles cercanos a 5% del PIB.
El mas grave problema de este escenario es que los franceses están en un estado de negación en relación con las reformas laborales y fiscales que deben realizar para enderezar su rumbo económico. Tienen la idea de que a ellos no les aplica las leyes económicas, las mismas que han forzado a sus vecinos Reino Unido, Italia, España, Portugal, e Irlanda a emprender distintas reformas laborales y fiscales. No se percatan que la trayectoria actual es insostenible y que entre mas permanezcan en ella, mayores serán las dificultades para recuperar el tiempo perdido.