Es realmente sorprendente la forma como la mayoría de los medios de comunicación han manejado el tema de las acusaciones de acoso sexual que le han hecho al candidato Cain.
El personaje ha sido acusado de realizar actos de acoso sexual hace 14 años cuando era presidente de la National Restaurant Association de Estados Unidos. En su momento no hubo ninguna demanda formal. Cain no ha sido condenado por este delito en un juicio. No hay pruebas concretas que indiquen que su conducta fue inapropiada. El candidato ha negado rotundamente que actuó inapropiadamente con las mujeres que años después lo acusan sin presentar pruebas específicas.
Hasta aquí los hechos que se conocen. El acoso sexual es un delito grave. Está tipificado en las leyes de Estados Unidos y en la de varios otros países como tal. Si alguien acusa a una persona de este delito debe probar que existió. Debe hacerlo con pruebas y no solamente con palabras. Tildar de culpable públicamente a una persona de un delito grave sin pruebas es otro delito. Y grave igualmente.
Pues bien, la mayor parte de la prensa de Estados Unidos ya condenó a Herman Cain de acoso sexual sin la presencia de pruebas y sin que siquiera haya sido acusado ante un juez. Todos los comentaristas y periodistas de las cadenas que apoyan a Barack Obama, y que son la mayoría, han dado por descontado que Cain es culpable de este delito. Se han burlado de él. Lo han llamado abiertamente delincuente sexual (sex ofender). Le han dicho mentiroso e incapaz. Han proferido una infinidad de juicios de valor condenatorios sobre el carácter y la integridad del personaje.
Los más probable es que nunca se sepa si Cain tiene la razón o las mujeres que lo acusan. Pero si esta es la situación, si las mujeres nunca probaron su caso, si ni siquiera estuvieron en capacidad de interponer una demanda ante la justicia de su país ni antes ni ahora, simplemente lo único que aplica es la presunción de inocencia. Los medios de comunicación no pueden convertirse en jueces que determinan la culpabilidad o no culpabilidad en el caso de delitos como el de acoso sexual. Ni siquiera en relación con otros delitos menos graves. No es esta su función.
Sin embargo, en el país donde se supone que los medios de comunicación han alcanzado niveles altos de profesionalidad, se comportan como emperadores en circo romano, arrojando la reputación e integridad de una persona que no es de su simpatía a los leones, sin que exista de por medio la más mínima prueba de conducta inapropiada por parte de la víctima.
Porque de nuevo, cualquiera puede acusar a cualquiera de cualquier cosa. Pero cuando se trata de un delito, esa acusación sólo es seria cuando es con pruebas y ante un juez. Y finalmente sólo es válida cuando el acusado es condenado en los tribunales.
(Advertencia: lanota.com sólo utiliza este nombre. No tiene relación alguna con portales o empresas que emplean la palabra lanota en otras combinaciones de nombres).
Hasta aquí los hechos que se conocen. El acoso sexual es un delito grave. Está tipificado en las leyes de Estados Unidos y en la de varios otros países como tal. Si alguien acusa a una persona de este delito debe probar que existió. Debe hacerlo con pruebas y no solamente con palabras. Tildar de culpable públicamente a una persona de un delito grave sin pruebas es otro delito. Y grave igualmente.
Pues bien, la mayor parte de la prensa de Estados Unidos ya condenó a Herman Cain de acoso sexual sin la presencia de pruebas y sin que siquiera haya sido acusado ante un juez. Todos los comentaristas y periodistas de las cadenas que apoyan a Barack Obama, y que son la mayoría, han dado por descontado que Cain es culpable de este delito. Se han burlado de él. Lo han llamado abiertamente delincuente sexual (sex ofender). Le han dicho mentiroso e incapaz. Han proferido una infinidad de juicios de valor condenatorios sobre el carácter y la integridad del personaje.
Los más probable es que nunca se sepa si Cain tiene la razón o las mujeres que lo acusan. Pero si esta es la situación, si las mujeres nunca probaron su caso, si ni siquiera estuvieron en capacidad de interponer una demanda ante la justicia de su país ni antes ni ahora, simplemente lo único que aplica es la presunción de inocencia. Los medios de comunicación no pueden convertirse en jueces que determinan la culpabilidad o no culpabilidad en el caso de delitos como el de acoso sexual. Ni siquiera en relación con otros delitos menos graves. No es esta su función.
Sin embargo, en el país donde se supone que los medios de comunicación han alcanzado niveles altos de profesionalidad, se comportan como emperadores en circo romano, arrojando la reputación e integridad de una persona que no es de su simpatía a los leones, sin que exista de por medio la más mínima prueba de conducta inapropiada por parte de la víctima.
Porque de nuevo, cualquiera puede acusar a cualquiera de cualquier cosa. Pero cuando se trata de un delito, esa acusación sólo es seria cuando es con pruebas y ante un juez. Y finalmente sólo es válida cuando el acusado es condenado en los tribunales.
(Advertencia: lanota.com sólo utiliza este nombre. No tiene relación alguna con portales o empresas que emplean la palabra lanota en otras combinaciones de nombres).