Todos en la eurozona esperan lo peor en relación con Grecia. El nuevo presidente ha anunciado una serie de medidas que sacarían al país de la eurozona.
Las medidas económicas que ha anunciado su nuevo Presidente Alexis Tsipras son completamente inviables. Grecia es un país relativamente improductivo que se quebró por exceso de gasto y de deuda. Su ingreso al euro fue lo que le permitió entrar en ese frenesí de endeudamiento.
Cuando se hizo evidente que no podía pagar sus deudas fue objeto de un fuerte programa de contracción tanto del gasto público como del privado. La intensidad de este ajuste fue proporcional al tamaño relativo del desajuste, uno que era el mas alto entre todos los países europeos afectados por la Gran Recesión de 2008-2009. En contraprestación recibió toda clase de ayudas financieras y refinanciaciones de la llamada “troika” conformada por e Banco Central Europeo (BCE), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Comisión Europea.
El gobierno de Grecia cayó en manos de unos radicales marxistas que desde el principio dijeron que no negociarían con la “troika” una extensión del programa de ajuste que se había venido implementando en los últimos años. Parte del electorado griego fue seducido por los cantos de sirena de estos radicales.
Es cierto que la deuda pública de Grecia es una de las mas altas del planeta. Actualmente se sitúa en 175% del PIB. Por otro lado, la economía griega se ha contraído en un 25% desde 2010 y ha estado en recesión durante seis años consecutivos. No sorprende entonces que muchos griegos perdieran la paciencia con el programa de ajuste económico.
Pero el problema es que la tragedia griega no es culpa de nadie mas sino de los griegos. Vivieron mas allá de sus medios por mucho tiempo (y lo siguen haciendo hasta cierto punto) y todavía necesitan de la respiración artificial financiera que le puedan proporcionar los países de la eurozona y entidades como el FMI.
Tsipras ganó con unas promesas solo cumplibles torciéndole el brazo a los demás países socios de la eurozona. El ministro de Finanzas de Alemania Wolfgang Schäubel le dijo a su contraparte griego Yanis Varufakis que “las promesas a costa de terceros no son realistas”. Y es que eso fueron las promesas de campaña del nuevo gobierno: que los contribuyentes de los demás países de Europa (y del resto del mundo a través del FMI) paguen para mantenerle a los griegos un insostenible nivel de vida.
Después de eso Schäubel declaró que “solo estamos de acuerdo en que no estamos de acuerdo”. Y no es Alemania solamente la que no esta de acuerdo con la posición del gobierno griego. Lo son también los relativamente disciplinados países del norte de Europa, así como los que están en programas de ajuste como Italia, España, Portugal e Irlanda y que ven la luz al final de túnel. Todos temen que si el gobierno griego se sale con las suyas con su irresponsabilidad, se irían al traste todos los esfuerzos de reordenamiento económico que se han implementado después de la crisis de 2008.
De manera que no prosperará la solicitud del gobierno griego a sus socios de la eurozona de mas plata para cumplir sus promesas populistas de campaña. En su primer discurso ante el parlamento griego Tsipras ratificó la implementación de estas promesas, entre las que se encuentran aumento del salario mínimo en 28% (en euros), restitución de derechos sindicales anteriores, cancelación de los planes de privatización, y una mesada adicional a los pensionados.
Además dijo que le pediría a los alemanes reparaciones por la invasión nazi a su país en la Segunda Guerra Mundial. Y anunció que acabaría con el esquema acordado con la “troika” para refinanciar y capitalizar los bancos de su país.
Según Hugo Dixon, editor de la agencia de noticias Reuters, el 70% de la población apoya la posición de confrontación con la eurozona de Tsipras. Pero por otro lado, hay un 70% que es partidario de mantenerse en la eurozona (“Greek euro exit will be hard to stop”, febrero 9 de 2015).
Pero imposible para los griegos estar en los dos mundos. Eligieron un gobierno altamente irresponsable en lo económico y terminarán por pagar el costo. Si se salen del euro, y de los acuerdos con la “troika”, quedarán en situación de insolvencia total. Su nueva moneda, el dracma, tendría un poder adquisitivo muy inferior al euro, lo que se traduciría en disminuciones drásticas adicionales en los estándares de vida de la población. Y les tocaría sudar la camiseta mucho mas que con los ajustes que tendrían que hacer en el caso de continuar en la eurozona.
Cuando se hizo evidente que no podía pagar sus deudas fue objeto de un fuerte programa de contracción tanto del gasto público como del privado. La intensidad de este ajuste fue proporcional al tamaño relativo del desajuste, uno que era el mas alto entre todos los países europeos afectados por la Gran Recesión de 2008-2009. En contraprestación recibió toda clase de ayudas financieras y refinanciaciones de la llamada “troika” conformada por e Banco Central Europeo (BCE), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Comisión Europea.
El gobierno de Grecia cayó en manos de unos radicales marxistas que desde el principio dijeron que no negociarían con la “troika” una extensión del programa de ajuste que se había venido implementando en los últimos años. Parte del electorado griego fue seducido por los cantos de sirena de estos radicales.
Es cierto que la deuda pública de Grecia es una de las mas altas del planeta. Actualmente se sitúa en 175% del PIB. Por otro lado, la economía griega se ha contraído en un 25% desde 2010 y ha estado en recesión durante seis años consecutivos. No sorprende entonces que muchos griegos perdieran la paciencia con el programa de ajuste económico.
Pero el problema es que la tragedia griega no es culpa de nadie mas sino de los griegos. Vivieron mas allá de sus medios por mucho tiempo (y lo siguen haciendo hasta cierto punto) y todavía necesitan de la respiración artificial financiera que le puedan proporcionar los países de la eurozona y entidades como el FMI.
Tsipras ganó con unas promesas solo cumplibles torciéndole el brazo a los demás países socios de la eurozona. El ministro de Finanzas de Alemania Wolfgang Schäubel le dijo a su contraparte griego Yanis Varufakis que “las promesas a costa de terceros no son realistas”. Y es que eso fueron las promesas de campaña del nuevo gobierno: que los contribuyentes de los demás países de Europa (y del resto del mundo a través del FMI) paguen para mantenerle a los griegos un insostenible nivel de vida.
Después de eso Schäubel declaró que “solo estamos de acuerdo en que no estamos de acuerdo”. Y no es Alemania solamente la que no esta de acuerdo con la posición del gobierno griego. Lo son también los relativamente disciplinados países del norte de Europa, así como los que están en programas de ajuste como Italia, España, Portugal e Irlanda y que ven la luz al final de túnel. Todos temen que si el gobierno griego se sale con las suyas con su irresponsabilidad, se irían al traste todos los esfuerzos de reordenamiento económico que se han implementado después de la crisis de 2008.
De manera que no prosperará la solicitud del gobierno griego a sus socios de la eurozona de mas plata para cumplir sus promesas populistas de campaña. En su primer discurso ante el parlamento griego Tsipras ratificó la implementación de estas promesas, entre las que se encuentran aumento del salario mínimo en 28% (en euros), restitución de derechos sindicales anteriores, cancelación de los planes de privatización, y una mesada adicional a los pensionados.
Además dijo que le pediría a los alemanes reparaciones por la invasión nazi a su país en la Segunda Guerra Mundial. Y anunció que acabaría con el esquema acordado con la “troika” para refinanciar y capitalizar los bancos de su país.
Según Hugo Dixon, editor de la agencia de noticias Reuters, el 70% de la población apoya la posición de confrontación con la eurozona de Tsipras. Pero por otro lado, hay un 70% que es partidario de mantenerse en la eurozona (“Greek euro exit will be hard to stop”, febrero 9 de 2015).
Pero imposible para los griegos estar en los dos mundos. Eligieron un gobierno altamente irresponsable en lo económico y terminarán por pagar el costo. Si se salen del euro, y de los acuerdos con la “troika”, quedarán en situación de insolvencia total. Su nueva moneda, el dracma, tendría un poder adquisitivo muy inferior al euro, lo que se traduciría en disminuciones drásticas adicionales en los estándares de vida de la población. Y les tocaría sudar la camiseta mucho mas que con los ajustes que tendrían que hacer en el caso de continuar en la eurozona.