A noviembre el déficit comercial fue de US$14.508 millones. Se estima que 2015 cerró con uno equivalente a por lo menos 5,5% del PIB.
Si al déficit comercial (exportaciones de bienes menos importaciones de bienes) se agrega el déficit en la balanza de servicios (exportaciones de servicios menos importaciones de servicios) lo mas probable es que el año pasado haya terminado con un déficit en cuenta corriente de la balanza de pagos en el horizonte de 9% del PIB, algo nunca visto en los últimos cincuenta años.
Y lo mas preocupante es que no se vislumbra a mediano plazo una mejora en la situación de los precios internacionales del petróleo y del carbón, por lejos los dos principales productos de exportación de Colombia.
Es increíble que el gobierno de Juan Manuel Santos le siga escondiendo al país la gravedad de las implicaciones del pavoroso desequilibrio actual en las cuentas externas. Ese desequilibrio externo es en el fondo resultado de un exceso de gasto público y privado de inmensas proporciones. Un gasto desfinanciado que solamente puede ser cubierto con un creciente y explosivo endeudamiento.
Se trata de un exceso de gasto que no se arregla con la reciente propuesta del Ministro de Hacienda Mauricio Cárdenas de ahorrar en los vuelos internacionales de los funcionarios públicos enviándolos en clase económica en lugar de clase ejecutiva.
Todo el gobierno de Juan Manuel Santos está en estado de negación sobre la magnitud del ajuste que corresponde hacer en el gasto público. Sigue refiriéndose al Metro para Bogotá, a carreteras por aquí y por allá, a chorros de dinero para esa entelequia llamada “posconflicto”, y a billones adicionales para lo que llama “inversión social”.
Se desplomaron los ingresos externos de Colombia y ni siquiera se ha revaluado el Plan de Desarrollo que se aprobó con unas proyecciones completamente infladas en este y en todos los demás aspectos
Este gobierno, que creó mas ministerios, que infló las secretarías adjuntas a la Presidencia, que financió miles de inútiles estudios, que engolosinó a la clase política con grandes porciones de “mermelada”, ahora tendrá que revirar en forma abrupta por fuerza de las circunstancias.
De lo único que hablan los funcionarios públicos es de cómo Colombia es el país de mostrar en la región (mostrar qué?), mientras se devanan los sesos sobre cómo cobrarle mas impuestos a la gente en medio de una devaluación del peso que está aniquilando el ahorro y el poder compra de los colombianos.
Y lo mas preocupante es que no se vislumbra a mediano plazo una mejora en la situación de los precios internacionales del petróleo y del carbón, por lejos los dos principales productos de exportación de Colombia.
Es increíble que el gobierno de Juan Manuel Santos le siga escondiendo al país la gravedad de las implicaciones del pavoroso desequilibrio actual en las cuentas externas. Ese desequilibrio externo es en el fondo resultado de un exceso de gasto público y privado de inmensas proporciones. Un gasto desfinanciado que solamente puede ser cubierto con un creciente y explosivo endeudamiento.
Se trata de un exceso de gasto que no se arregla con la reciente propuesta del Ministro de Hacienda Mauricio Cárdenas de ahorrar en los vuelos internacionales de los funcionarios públicos enviándolos en clase económica en lugar de clase ejecutiva.
Todo el gobierno de Juan Manuel Santos está en estado de negación sobre la magnitud del ajuste que corresponde hacer en el gasto público. Sigue refiriéndose al Metro para Bogotá, a carreteras por aquí y por allá, a chorros de dinero para esa entelequia llamada “posconflicto”, y a billones adicionales para lo que llama “inversión social”.
Se desplomaron los ingresos externos de Colombia y ni siquiera se ha revaluado el Plan de Desarrollo que se aprobó con unas proyecciones completamente infladas en este y en todos los demás aspectos
Este gobierno, que creó mas ministerios, que infló las secretarías adjuntas a la Presidencia, que financió miles de inútiles estudios, que engolosinó a la clase política con grandes porciones de “mermelada”, ahora tendrá que revirar en forma abrupta por fuerza de las circunstancias.
De lo único que hablan los funcionarios públicos es de cómo Colombia es el país de mostrar en la región (mostrar qué?), mientras se devanan los sesos sobre cómo cobrarle mas impuestos a la gente en medio de una devaluación del peso que está aniquilando el ahorro y el poder compra de los colombianos.