Se anuncia con bombos y platillos un TLC entre Colombia y Venezuela. Los venezolanos no lo llaman TLC sino acuerdo de complementación económica y productiva.
En realidad, el nombre es lo de menos. Lo importante es que haya libertad de comercio entre los dos países. La hubo mientras Venezuela perteneció a la Comunidad Andina de Naciones (CAN). Luego Hugo Chávez echó por la borda todo lo alcanzado durante décadas de integración.
Ahora vuelve y se plantea una integración. Pero la situación es diferente. La economía de Venezuela ya no es la de antes. Hugo Chávez la tiene postrada con expropiaciones y controles gubernamentales de todo tipo. Es un comercio raquítico actualmente, aunque importante para las zonas de frontera.
Hugo Chávez es muy dado a firmar “acuerdos” bilaterales de todo tipo. Lo que le gusta es figurar en la prensa internacional y ante los venezolanos como promoviendo al sector productivo de su país. Pero no hay contraparte empresarial para ejecutar esos acuerdos. Las empresas expropiadas sencillamente no funcionan y las no expropiadas están paralizadas con la amenaza de expropiación.
Chávez ha firmado miles de acuerdos con toda clase de países. La gran mayoría de esos acuerdos no se cumplen. Los que firme con Colombia tampoco importan mayormente. Es poco lo que Colombia actualmente puede recibir de Venezuela fuera de gasolina para las zonas de frontera. Y es poco lo que Colombia puede ofrecerle a Venezuela, porque hacer negocios con un país que es mala paga no es nada fácil.
En los nueve primeros meses del año las exportaciones de Venezuela a Colombia fueron en promedio sólo US$14 millones mensuales. En su mejor momento llegaron a estar en casi US$200 millones mensuales. Pero las empresas expropiadas por el gobierno venezolano, incluidas las de acero y aluminio, así como las de alimentos, dejaron de exportar apenas los sindicatos tomaron control de las plantas.
O sea que la oferta exportable actual de Venezuela es inexistente. En el caso de las exportaciones de Colombia a Venezuela el panorama también es desolador. En enero–septiembre de 2010, las exportaciones colombianas al vecino país cayeron 69,2% frente al mismo período del año anterior. Su promedio mensual actual sólo alcanza los US$120 millones, cuando en las mejores épocas superó los US$400 millones mensuales.
Hoy por hoy Colombia le exporta a Venezuela primordialmente gas natural y algo de productos químicos, papel y sus manufacturas, y confecciones. Lo demás es mínimo. Es claro que los flujos comerciales también se han afectado con las expropiaciones de empresas colombianas como Almacenes Éxito.
Ahora bien, el empeño del Presidente de Colombia Juan Manuel Santos, al menos por ahora, es resolver algunos de los temas que obstaculizan el comercio bilateral. Uno de ellos es la deuda atrasada por exportaciones ya realizadas. Esa deuda llegó a US$900 millones al finalizar el primer semestre de 2010, y sólo se ha reducido en unos US$250 millones. Todavía está pendiente un buen saldo.
Difícil avanzar en el frente comercial mientras Venezuela no estabilice su sistema de pagos internacionales. Y eso no está a la vista. Sin embargo, hay que tener en cuenta que hay otros intereses fundamentales de Colombia que están en juego en sus relaciones con ese país. Es el caso de su lucha contra la guerrilla y el narcotráfico. Una mayor colaboración del gobierno de Chávez en estos frentes sería un logro para Santos.
Ahora bien, como suele suceder con los rimbombantes acuerdos económicos del gobierno de Hugo Chávez, se quedarán en el tintero. Eso de hacer realidad lo firmado, es lo de menos para Chávez. Lo único que le interesa es firmar para figurar en las noticias de las agencias internacionales. Son noticias huecas (intrascendentes), que hacen "ruido" y generan algún entusiasmo puntual entre sus seguidores, pero sobre las cuales no hay seguimiento alguno.
Ahora vuelve y se plantea una integración. Pero la situación es diferente. La economía de Venezuela ya no es la de antes. Hugo Chávez la tiene postrada con expropiaciones y controles gubernamentales de todo tipo. Es un comercio raquítico actualmente, aunque importante para las zonas de frontera.
Hugo Chávez es muy dado a firmar “acuerdos” bilaterales de todo tipo. Lo que le gusta es figurar en la prensa internacional y ante los venezolanos como promoviendo al sector productivo de su país. Pero no hay contraparte empresarial para ejecutar esos acuerdos. Las empresas expropiadas sencillamente no funcionan y las no expropiadas están paralizadas con la amenaza de expropiación.
Chávez ha firmado miles de acuerdos con toda clase de países. La gran mayoría de esos acuerdos no se cumplen. Los que firme con Colombia tampoco importan mayormente. Es poco lo que Colombia actualmente puede recibir de Venezuela fuera de gasolina para las zonas de frontera. Y es poco lo que Colombia puede ofrecerle a Venezuela, porque hacer negocios con un país que es mala paga no es nada fácil.
En los nueve primeros meses del año las exportaciones de Venezuela a Colombia fueron en promedio sólo US$14 millones mensuales. En su mejor momento llegaron a estar en casi US$200 millones mensuales. Pero las empresas expropiadas por el gobierno venezolano, incluidas las de acero y aluminio, así como las de alimentos, dejaron de exportar apenas los sindicatos tomaron control de las plantas.
O sea que la oferta exportable actual de Venezuela es inexistente. En el caso de las exportaciones de Colombia a Venezuela el panorama también es desolador. En enero–septiembre de 2010, las exportaciones colombianas al vecino país cayeron 69,2% frente al mismo período del año anterior. Su promedio mensual actual sólo alcanza los US$120 millones, cuando en las mejores épocas superó los US$400 millones mensuales.
Hoy por hoy Colombia le exporta a Venezuela primordialmente gas natural y algo de productos químicos, papel y sus manufacturas, y confecciones. Lo demás es mínimo. Es claro que los flujos comerciales también se han afectado con las expropiaciones de empresas colombianas como Almacenes Éxito.
Ahora bien, el empeño del Presidente de Colombia Juan Manuel Santos, al menos por ahora, es resolver algunos de los temas que obstaculizan el comercio bilateral. Uno de ellos es la deuda atrasada por exportaciones ya realizadas. Esa deuda llegó a US$900 millones al finalizar el primer semestre de 2010, y sólo se ha reducido en unos US$250 millones. Todavía está pendiente un buen saldo.
Difícil avanzar en el frente comercial mientras Venezuela no estabilice su sistema de pagos internacionales. Y eso no está a la vista. Sin embargo, hay que tener en cuenta que hay otros intereses fundamentales de Colombia que están en juego en sus relaciones con ese país. Es el caso de su lucha contra la guerrilla y el narcotráfico. Una mayor colaboración del gobierno de Chávez en estos frentes sería un logro para Santos.
Ahora bien, como suele suceder con los rimbombantes acuerdos económicos del gobierno de Hugo Chávez, se quedarán en el tintero. Eso de hacer realidad lo firmado, es lo de menos para Chávez. Lo único que le interesa es firmar para figurar en las noticias de las agencias internacionales. Son noticias huecas (intrascendentes), que hacen "ruido" y generan algún entusiasmo puntual entre sus seguidores, pero sobre las cuales no hay seguimiento alguno.
Por parte de Colombia (y de otros países) es impensable recuperar los flujos comerciales de otras épocas hasta tanto quienes gobiernan a Venezuela descubran la pólvora y se den cuenta que lo fundamental para progresar es la creación de riqueza y no su destrucción. Y que sin la iniciativa privada y un sistema de libre mercado, la pobreza se extenderá a la mayor parte de la población, no obstante tratarse de un país que tiene los recursos naturales para ser el más rico de la región.