A comienzos de mayo de 2017 los precios internacionales del petróleo descendieron a niveles no vistos desde noviembre de 2016.
Fue a finales del año pasado cuando los miembros de la OPEP decidieron reducir por seis meses sus cuotas de producción en un total de 1.6 millones de barriles diarios. Adicionalmente, unos países productores no miembros, entre los que se encuentra Rusia, aceptaron una reducción de 600.000 barriles diarios.
Una vez empezó a evidenciarse que los países cumplirían con estos recortes, el precio internacional ascendió a niveles en el horizonte de US$55 barril. Durante el primer trimestre se logró mantener ese aceptable precio. Pero en abril el panorama se tornó pesimista y el 4 de mayo se acercó a US$46 barril, es decir, una caída de mas de 15% en relación con los niveles pico del primer trimestre.
Varios factores han llevado a este desinfle. En Libia se están dando acuerdos políticos que permitirían elevar su producción en cuestión de dos meses de 700.000 barriles diarios a 1.5 millones de barriles diarios. A su vez, Rusia ha insinuado que no estaría interesada en reanudar en el segundo semestre sus recortes del primer semestre.
En Estados Unidos la actividad exploratoria en campos de petróleo de esquisto ha aumentado y la producción va en ascenso desde febrero de este año. Su producción total actualmente asciende a 9.3 millones de barriles diarios, un incremento de 700.000 barriles diarios con respecto a los niveles de septiembre de 2016, y la mayor actividad exploratoria sugiere que la producción podría continuar aumentando en lo que resta de 2017 y comienzos del año entrante.
A todas estas, hay escepticismo en relación con la extensión al segundo semestre de los recortes de la OPEP, al tiempo que se ha propagado un sentimiento negativo entre los fondos de cobertura con respecto al futuro de los precios internacionales. Se habla incluso de que el precio internacional podría llegar a niveles cercanos a US$40 barril.
Se confirma de esta manera que los esfuerzos de la OPEP por mantener en niveles artificialmente altos el precio del petróleo no están encaminados al éxito en un entorno de sobre producción como el actual.
De hecho, el gran sacrificado con los recortes recientes fue Arabia Saudita, que no solamente perdió participación de mercado frente a sus rivales Irán e Iraq, sino que además la bonancita reanimó a los muy competitivos productores de petróleo de esquisto de Estados Unidos.
Una vez empezó a evidenciarse que los países cumplirían con estos recortes, el precio internacional ascendió a niveles en el horizonte de US$55 barril. Durante el primer trimestre se logró mantener ese aceptable precio. Pero en abril el panorama se tornó pesimista y el 4 de mayo se acercó a US$46 barril, es decir, una caída de mas de 15% en relación con los niveles pico del primer trimestre.
Varios factores han llevado a este desinfle. En Libia se están dando acuerdos políticos que permitirían elevar su producción en cuestión de dos meses de 700.000 barriles diarios a 1.5 millones de barriles diarios. A su vez, Rusia ha insinuado que no estaría interesada en reanudar en el segundo semestre sus recortes del primer semestre.
En Estados Unidos la actividad exploratoria en campos de petróleo de esquisto ha aumentado y la producción va en ascenso desde febrero de este año. Su producción total actualmente asciende a 9.3 millones de barriles diarios, un incremento de 700.000 barriles diarios con respecto a los niveles de septiembre de 2016, y la mayor actividad exploratoria sugiere que la producción podría continuar aumentando en lo que resta de 2017 y comienzos del año entrante.
A todas estas, hay escepticismo en relación con la extensión al segundo semestre de los recortes de la OPEP, al tiempo que se ha propagado un sentimiento negativo entre los fondos de cobertura con respecto al futuro de los precios internacionales. Se habla incluso de que el precio internacional podría llegar a niveles cercanos a US$40 barril.
Se confirma de esta manera que los esfuerzos de la OPEP por mantener en niveles artificialmente altos el precio del petróleo no están encaminados al éxito en un entorno de sobre producción como el actual.
De hecho, el gran sacrificado con los recortes recientes fue Arabia Saudita, que no solamente perdió participación de mercado frente a sus rivales Irán e Iraq, sino que además la bonancita reanimó a los muy competitivos productores de petróleo de esquisto de Estados Unidos.
Y como si todo lo anterior no fuera suficiente, llegará eventualmente el impacto de la gran desregulación que ha iniciado el gobierno de Donald Trump en temas relacionados con la actividad del sector energético de su país.