Según el partido oficialista PSUV, las expoliaciones de propiedad ajena producen "la suprema felicidad y la justicia social."
La declaración fue hecha con motivo de las expropiaciones de Agroisleña, Fertinitro y Venoco. La excusa de expoliar para lograr la justicia social es muy conocida y no necesita presentación. Del término "justicia social" han abusado todos los gobiernos, especialmente cuando se trata de violar los derechos de propiedad. Basta citar a Nicolás Gómez Dávila: "Justicia social es el término para reclamar cualquier cosa a que no tenemos derecho."
Pero el término "suprema felicidad" si es toda una innovación. Expoliar para alcanzar la suprema felicidad es hasta ahora una excusa nunca antes utilizada. Violar un derecho ajeno como medio para conseguir la suprema felicidad, sólo en las peores épocas del Terror durante la Revolución Francesa.
Dado que todo lo que ha expropiado el gobierno de Hugo Chávez ha sido objeto de vandalismo y saqueo, se deduce que la suprema felicidad a que se refiere el PSUV es resultado no solamente del robo a los dueños de sus pertenencias, sino también de la aniquilación de lo que con tanto esfuerzo construyeron.
Y ciertamente los del PSUV deben disfrutar actualmente de una suprema felicidad ahora que a Chávez le ha dado por intensificar la expoliación de la riqueza de aquellos venezolanos que no son de su simpatía.
Decía Lionel Trilling que los liberales, en nombre del progreso, menosprecian lo bueno de la vida presente por tener la mira puesta en su realización en un futuro indeterminado. Los radicales, a su vez, creen que la buena vida elude al presente porque sólo se puede conseguir con la eventual llegada de una revolución de la cual surgirá una nueva sociedad y un nuevo hombre moldeado por el socialismo. Los marxistas, por otro lado, son más peligrosos: su profundo desafecto y disgusto con la humanidad tal como es y su fe ciega en una humanidad como ha de ser, los lleva a pensar que lo más importante es demoler todo lo que ha forjado el presente.
La historia del Siglo XX demostró que la humanidad "como ha de ser" de los marxistas es regimentada, gris, sin libertades individuales y estancada en lo económico. Es una en donde la envidia y el resentimiento son predominantes en las relaciones sociales.
Dado que todo lo que ha expropiado el gobierno de Hugo Chávez ha sido objeto de vandalismo y saqueo, se deduce que la suprema felicidad a que se refiere el PSUV es resultado no solamente del robo a los dueños de sus pertenencias, sino también de la aniquilación de lo que con tanto esfuerzo construyeron.
Y ciertamente los del PSUV deben disfrutar actualmente de una suprema felicidad ahora que a Chávez le ha dado por intensificar la expoliación de la riqueza de aquellos venezolanos que no son de su simpatía.
Decía Lionel Trilling que los liberales, en nombre del progreso, menosprecian lo bueno de la vida presente por tener la mira puesta en su realización en un futuro indeterminado. Los radicales, a su vez, creen que la buena vida elude al presente porque sólo se puede conseguir con la eventual llegada de una revolución de la cual surgirá una nueva sociedad y un nuevo hombre moldeado por el socialismo. Los marxistas, por otro lado, son más peligrosos: su profundo desafecto y disgusto con la humanidad tal como es y su fe ciega en una humanidad como ha de ser, los lleva a pensar que lo más importante es demoler todo lo que ha forjado el presente.
La historia del Siglo XX demostró que la humanidad "como ha de ser" de los marxistas es regimentada, gris, sin libertades individuales y estancada en lo económico. Es una en donde la envidia y el resentimiento son predominantes en las relaciones sociales.
Eso es lo que pretenden Chávez y sus partidarios con su socialismo del Siglo XXI. Su propuesta es, ni más ni menos, la de revivir en Venezuela el infierno que fuera en otros países el comunismo del Siglo XX.