El grupo de Sunburst Farms ha sido el principal receptor de las ayudas del gobierno nacional al sector de la floricultura. Las empresas del grupo siguen muy endeudadas.
Un indicador de endeudamiento que aplica bien en Colombia es el porcentaje de las ventas anuales que representan los pasivos de la empresa (Pasivos Totales / Ventas). Cuando ese porcentaje llega a 40% la situación de liquidez de la empresa empieza a ponerse estrecha, especialmente en negocios con rentabilidades y crecimientos promedio. Cuando el porcentaje es cercano a 50% el flujo de fondos sólo es manejable con rentabilidades altas o con un alto crecimiento de las ventas. Con más del 60% hay que acudir a los servicios del mago Mandrake.
Pues bien, en 2009, la relación entre pasivos y ventas de los principales cultivos del grupo Sunburst fue la siguiente: C.I. Splendor Flowers 72,1%; C.I. Caribbean 83,1%; C.I Flores Las Palmas 67%; C.I. Santa Mónica Flowers 96%; C.I. Floramérica 74,2%; C.I. Flores La Fragancia 75,4%; C.I. Agrícola Guacarí 86%; Americaflor 94,5%; C.I. Cultivos del Caribe 164%; C.I. Colombian Carnations 112,2%; C.I. Cultivos San Nicolás 102,9%; C.I. Flores de la Vega 41%; Jardines de Colombia 83,6%; y Flores Colombianas C.I. 319,3%.
Es evidente que la única forma de sobrevivir con estos niveles de endeudamiento en el negocio de la floricultura es ganarse la lotería de unos ingresos extras generados por una fuerte devaluación del peso. De lo contrario, habría que capitalizar los cultivos y reestructurar sus deudas. Y si eso no se puede, cerrarlos.
No se requiere un MBA para llegar a esta conclusión. Como tampoco hace ningún sentido que el gobierno continúe otorgando ayudas o subsidios a empresas o grupos que ya tienen altos endeudamientos y que no presentan planes de capitalización para bajarlos a niveles razonables.
Varios floricultores colombianos se han acostumbrado a solicitar y recibir ayudas oficiales periódicas sin poner de su parte capital alguno. Los dineros públicos no son para rescatar negocios inviables.
Cuando desde la Presidencia de la República se da la orden de “salvar” a un sector, sin deparar en la situación específica de los grupos o empresas que lo conforman, se corre el peligro de botar a la caneca dineros que son de todos los colombianos y que tienen un alto costo de oportunidad. Pero no sólo eso. Ese “salvamento” evita que se tomen las medidas correctivas para enfrentar la dura realidad y resolver los problemas, los cuales, por esa razón, tienden a volverse más graves de lo que eran.
Pues bien, en 2009, la relación entre pasivos y ventas de los principales cultivos del grupo Sunburst fue la siguiente: C.I. Splendor Flowers 72,1%; C.I. Caribbean 83,1%; C.I Flores Las Palmas 67%; C.I. Santa Mónica Flowers 96%; C.I. Floramérica 74,2%; C.I. Flores La Fragancia 75,4%; C.I. Agrícola Guacarí 86%; Americaflor 94,5%; C.I. Cultivos del Caribe 164%; C.I. Colombian Carnations 112,2%; C.I. Cultivos San Nicolás 102,9%; C.I. Flores de la Vega 41%; Jardines de Colombia 83,6%; y Flores Colombianas C.I. 319,3%.
Es evidente que la única forma de sobrevivir con estos niveles de endeudamiento en el negocio de la floricultura es ganarse la lotería de unos ingresos extras generados por una fuerte devaluación del peso. De lo contrario, habría que capitalizar los cultivos y reestructurar sus deudas. Y si eso no se puede, cerrarlos.
No se requiere un MBA para llegar a esta conclusión. Como tampoco hace ningún sentido que el gobierno continúe otorgando ayudas o subsidios a empresas o grupos que ya tienen altos endeudamientos y que no presentan planes de capitalización para bajarlos a niveles razonables.
Varios floricultores colombianos se han acostumbrado a solicitar y recibir ayudas oficiales periódicas sin poner de su parte capital alguno. Los dineros públicos no son para rescatar negocios inviables.
Cuando desde la Presidencia de la República se da la orden de “salvar” a un sector, sin deparar en la situación específica de los grupos o empresas que lo conforman, se corre el peligro de botar a la caneca dineros que son de todos los colombianos y que tienen un alto costo de oportunidad. Pero no sólo eso. Ese “salvamento” evita que se tomen las medidas correctivas para enfrentar la dura realidad y resolver los problemas, los cuales, por esa razón, tienden a volverse más graves de lo que eran.