Es muy temprano para hacer una evaluación, tal como la que hizo María Isabel Rueda en el caso de Hacienda, Transporte, y Minas y Energía.
En una de sus columnas en el diario El Tiempo Rueda califica como malo el desempeño de Juan Carlos Echeverry de Hacienda, Germán Cardona de Transporte y Carlos Rodado de Minas y Energía. Los argumentos de la columnista no son serios.
El principal criterio para evaluar la labor en un ministro son los resultados objetivos de su gestión y no las apreciaciones subjetivas del evaluador. En el caso de Hacienda lo que más importa es lo que suceda con la economía. Si los resultados son buenos en términos de crecimiento económico, empleo, inflación y equilibrio fiscal, por ejemplo, el ministro debería recibir una alta calificación. Lo demás es secundario.
En el caso del Ministerio de Transporte lo fundamental en las actuales circunstancias de Colombia, es si se desarrollan las obras viales que urgentemente se necesitan y que ya fueron adjudicadas en licitaciones del gobierno anterior. También es importante la terminación de la ampliación del aeropuerto El Dorado de Bogotá y la ejecución de otros múltiples proyectos relacionados con la infraestructura de transporte del país.
Similar al Ministerio de Transporte es el Ministerio de Minas y Energía. Colombia tiene en este sector el desafío de consolidar los logros del gobierno de Álvaro Uribe en materia de desarrollo petrolero y minero, así como la meta de convertir al país en una potencia regional en la generación, transmisión y distribución de energía eléctrica.
Es claro que el logro de todos estos resultados no dependen exclusivamente de la gestión de un ministro. Pero ellos inciden en el diseño de las políticas generales y en la creación de circunstancias favorables, incluido el clima de inversión, para el cumplimiento de los principales objetivos.
Ahora bien, en el caso de estos ministros (y de los demás) los logros toman tiempo. No son a corto plazo. Si por alguna circunstancia estos ministros duran poco tiempo en sus puestos, su gestión será prácticamente imposible de evaluar. Si por ejemplo permanecen dos años o más en el cargo, es más fácil realizar una justa evaluación.
Bordea en el ridículo una evaluación como la que hace María Isabel Rueda de la gestión de tres muy serios profesionales como son Echeverry, Cardona y Rodado, quienes apenas llevan escasos cinco meses de gestión en cargos de una muy alta complejidad y responsabilidad.
El principal criterio para evaluar la labor en un ministro son los resultados objetivos de su gestión y no las apreciaciones subjetivas del evaluador. En el caso de Hacienda lo que más importa es lo que suceda con la economía. Si los resultados son buenos en términos de crecimiento económico, empleo, inflación y equilibrio fiscal, por ejemplo, el ministro debería recibir una alta calificación. Lo demás es secundario.
En el caso del Ministerio de Transporte lo fundamental en las actuales circunstancias de Colombia, es si se desarrollan las obras viales que urgentemente se necesitan y que ya fueron adjudicadas en licitaciones del gobierno anterior. También es importante la terminación de la ampliación del aeropuerto El Dorado de Bogotá y la ejecución de otros múltiples proyectos relacionados con la infraestructura de transporte del país.
Similar al Ministerio de Transporte es el Ministerio de Minas y Energía. Colombia tiene en este sector el desafío de consolidar los logros del gobierno de Álvaro Uribe en materia de desarrollo petrolero y minero, así como la meta de convertir al país en una potencia regional en la generación, transmisión y distribución de energía eléctrica.
Es claro que el logro de todos estos resultados no dependen exclusivamente de la gestión de un ministro. Pero ellos inciden en el diseño de las políticas generales y en la creación de circunstancias favorables, incluido el clima de inversión, para el cumplimiento de los principales objetivos.
Ahora bien, en el caso de estos ministros (y de los demás) los logros toman tiempo. No son a corto plazo. Si por alguna circunstancia estos ministros duran poco tiempo en sus puestos, su gestión será prácticamente imposible de evaluar. Si por ejemplo permanecen dos años o más en el cargo, es más fácil realizar una justa evaluación.
Bordea en el ridículo una evaluación como la que hace María Isabel Rueda de la gestión de tres muy serios profesionales como son Echeverry, Cardona y Rodado, quienes apenas llevan escasos cinco meses de gestión en cargos de una muy alta complejidad y responsabilidad.