Un país partido en dos, sin mandato para el ganador, bloqueado en su proceso político decisorio, y con una trayectoria económica insostenible.
Muchos se preguntan para qué hubo elecciones. El mismo Presidente e igual composición en el Congreso. Barack Obama en esta ocasión ganó a duras penas, con una coalición de votos que es de su hechura y que probablemente el Partido Demócrata no podrá repetir en próximas elecciones.
Los afroamericanos votaron en la misma proporción arrolladora de 2008, no obstante que ha sido el grupo más afectado económicamente durante la primera administración de Obama. Los latinos igualmente lo hicieron en forma masiva en contra de Mitt Romney, un voto castigo por la posición poco humana e inteligente del Partido Republicano con este cada vez mas importante grupo étnico.
Difícil que en el futuro haya un líder como Obama que cautive el voto afroamericano como él lo hizo. Difícil que los republicanos no adopten una posición mas inteligente frente al electorado latino. Difícil que otro candidato del Partido Demócrata consiga el 75% de esta porción del electorado que sumados representa cerca de una cuarta parte del total de votos. Y difícil que este electorado acuda tan masivamente a las urnas el día de las elecciones como lo hizo en las dos elecciones de Obama.
O sea que se puede pronosticar que la base de la coalición electoral triunfadora de Obama es frágil en extremo, y mas aun si se tiene en cuenta que el triunfo de 2012 fue bastante estrecho. Pero además porque los problemas económicos de Estados Unidos están muy lejos de resolverse y el actual Presidente parece el menos indicado para rectificar el rumbo dadas sus rígidas posiciones ideológicas.
En especial, porque es un Presidente que cree que la solución a los problemas económicos radica en una mayor intervención estatal. No lo desvela los elevadísimos niveles actuales de la deuda pública y se inclina por mayores impuestos para redistribuir riqueza y mas regulaciones estatales sobre la actividad productiva para orientarla hacia los fines políticos de su preferencia. Considera que el gasto público es la panacea para estimular la economía.
Es fácil pronosticar lo que logrará con este esquema. Más desánimo empresarial, menos inversión, menos crecimiento económico, mas desempleo, mas pobreza, menos recaudos tributarios, mayores déficit fiscales y masivas emisiones monetarias. El problema es que actualmente Estados Unidos no dispone del margen de maniobra para adoptar este tipo de políticas.
Han aumentado, entonces, las probabilidades de que la economía mas importante del planeta caiga en un prolongado período de estancamiento. Y si esto se da el Partido Demócrata será triturado en la próxima elección presidencial por un electorado que en ese momento ya no votará por consideraciones raciales sino exclusivamente por consideraciones relacionadas con el bolsillo.
Los afroamericanos votaron en la misma proporción arrolladora de 2008, no obstante que ha sido el grupo más afectado económicamente durante la primera administración de Obama. Los latinos igualmente lo hicieron en forma masiva en contra de Mitt Romney, un voto castigo por la posición poco humana e inteligente del Partido Republicano con este cada vez mas importante grupo étnico.
Difícil que en el futuro haya un líder como Obama que cautive el voto afroamericano como él lo hizo. Difícil que los republicanos no adopten una posición mas inteligente frente al electorado latino. Difícil que otro candidato del Partido Demócrata consiga el 75% de esta porción del electorado que sumados representa cerca de una cuarta parte del total de votos. Y difícil que este electorado acuda tan masivamente a las urnas el día de las elecciones como lo hizo en las dos elecciones de Obama.
O sea que se puede pronosticar que la base de la coalición electoral triunfadora de Obama es frágil en extremo, y mas aun si se tiene en cuenta que el triunfo de 2012 fue bastante estrecho. Pero además porque los problemas económicos de Estados Unidos están muy lejos de resolverse y el actual Presidente parece el menos indicado para rectificar el rumbo dadas sus rígidas posiciones ideológicas.
En especial, porque es un Presidente que cree que la solución a los problemas económicos radica en una mayor intervención estatal. No lo desvela los elevadísimos niveles actuales de la deuda pública y se inclina por mayores impuestos para redistribuir riqueza y mas regulaciones estatales sobre la actividad productiva para orientarla hacia los fines políticos de su preferencia. Considera que el gasto público es la panacea para estimular la economía.
Es fácil pronosticar lo que logrará con este esquema. Más desánimo empresarial, menos inversión, menos crecimiento económico, mas desempleo, mas pobreza, menos recaudos tributarios, mayores déficit fiscales y masivas emisiones monetarias. El problema es que actualmente Estados Unidos no dispone del margen de maniobra para adoptar este tipo de políticas.
Han aumentado, entonces, las probabilidades de que la economía mas importante del planeta caiga en un prolongado período de estancamiento. Y si esto se da el Partido Demócrata será triturado en la próxima elección presidencial por un electorado que en ese momento ya no votará por consideraciones raciales sino exclusivamente por consideraciones relacionadas con el bolsillo.