La diferencia entre el dólar oficial y el dólar paralelo es casi de 300%. Las reservas internacionales están en un precario nivel.
A pesar de los precios internacionales relativamente altos del petróleo y de una reciente devaluación de la tasa de cambio oficial de 46,5% a mediados de febrero de 2013, no se vislumbra en el horizonte el final a la tormenta cambiaria que actualmente azota al país. Son varios los elementos que llevan al pesimismo sobre la capacidad del gobierno de Nicolás Maduro para salir de esta crisis cambiaria:
1) A comienzos de mayo, es abrumadora la diferencia entre tasa oficial de 6,70 bolívares por dólar y la del dólar paralelo de 25,00 bolívares por dólar. Algunos consideran que el dólar paralelo está incluso por encima de esta última cifra.
2) Las reservas internacionales han venido cayendo en 2013 a una tasa insostenible. Bordeaban a comienzos del año US$29.500 millones y se estima que a finales de abril eran cercanas a US$25.000 millones. Ahora bien, no se sabe qué porcentaje de estas reservas son líquidas, pero se calcula que son menos de la mitad.
3) La falta de inventarios del sistema productivo es dramática, tanto a nivel de materias primas y bienes intermedios, como de bienes finales, incluidos los de consumo básico. Se estima que las empresas venezolanas tienen deudas vencidas con sus proveedores del exterior cercanas a US$9.000 millones.
4) La deuda externa de PDVSA supera los US$40.000 millones, sin que genere excedentes suficientes para atender el gasto mínimo requerido para el mantenimiento de la infraestructura petrolera y menos aún para la inversión dirigida a expandir su capacidad productiva. Su iliquidez se origina, entre otros factores, en los escandalosos subsidios a la gasolina en el mercado interno, en cuantiosos aportes para financiar al resto del sector público, en generosísimos regalos a países extranjeros, en una rampante corrupción, y en el peso de una burocracia que es mas del doble de la que se tenía cuando se extraía 30% mas petróleo que actualmente.
5) La inestabilidad política enrarece un entorno económico ya de por si muy complicado. La legitimidad de Nicolás Maduro está en entredicho por las acusaciones de la oposición sobre las irregularidades que tuvieron lugar en su elección. Es muy bajo el margen de maniobra que tiene este personaje para tomar medidas impopulares dirigidas a frenar la actual crisis cambiaria. Un aumento reciente en los salarios borró en buena medida el impacto sobre los ingresos fiscales de la última devaluación.
En resumen, Venezuela es hoy por hoy un país sin divisas, desabastecido, y con una muy burocratizada, ineficiente y corrupta administración pública. Sin reservas internacionales, con niveles de deuda ya elevados, con un déficit fiscal que puede estar en este año por los lados de 12% del PIB, con una inflación que es de las mayores del planeta, con una producción petrolera estancada, y con expectativas de devaluaciones masivas adicionales, se le ha cerrado progresivamente el acceso a recursos frescos en los mercados internacionales de capitales o la posibilidad de obtener financiación adicional de gobiernos como los de China y Rusia.
Mientras que el resto de los países petroleros del planeta se encuentran todavía disfrutando, en medio de una gran estabilidad cambiaria, de los beneficios de un ciclo de largo plazo de altos precios internacionales del crudo, Venezuela se las ha arreglado para echar por la borda la oportunidad de transformar en beneficios reales para su población esa bonanza petrolera y ha terminado por caer en una crisis cambiaria de proporciones dantescas, que no es otra cosa que el resultado de una pésima administración económica que lleva mas de un década.
1) A comienzos de mayo, es abrumadora la diferencia entre tasa oficial de 6,70 bolívares por dólar y la del dólar paralelo de 25,00 bolívares por dólar. Algunos consideran que el dólar paralelo está incluso por encima de esta última cifra.
2) Las reservas internacionales han venido cayendo en 2013 a una tasa insostenible. Bordeaban a comienzos del año US$29.500 millones y se estima que a finales de abril eran cercanas a US$25.000 millones. Ahora bien, no se sabe qué porcentaje de estas reservas son líquidas, pero se calcula que son menos de la mitad.
3) La falta de inventarios del sistema productivo es dramática, tanto a nivel de materias primas y bienes intermedios, como de bienes finales, incluidos los de consumo básico. Se estima que las empresas venezolanas tienen deudas vencidas con sus proveedores del exterior cercanas a US$9.000 millones.
4) La deuda externa de PDVSA supera los US$40.000 millones, sin que genere excedentes suficientes para atender el gasto mínimo requerido para el mantenimiento de la infraestructura petrolera y menos aún para la inversión dirigida a expandir su capacidad productiva. Su iliquidez se origina, entre otros factores, en los escandalosos subsidios a la gasolina en el mercado interno, en cuantiosos aportes para financiar al resto del sector público, en generosísimos regalos a países extranjeros, en una rampante corrupción, y en el peso de una burocracia que es mas del doble de la que se tenía cuando se extraía 30% mas petróleo que actualmente.
5) La inestabilidad política enrarece un entorno económico ya de por si muy complicado. La legitimidad de Nicolás Maduro está en entredicho por las acusaciones de la oposición sobre las irregularidades que tuvieron lugar en su elección. Es muy bajo el margen de maniobra que tiene este personaje para tomar medidas impopulares dirigidas a frenar la actual crisis cambiaria. Un aumento reciente en los salarios borró en buena medida el impacto sobre los ingresos fiscales de la última devaluación.
En resumen, Venezuela es hoy por hoy un país sin divisas, desabastecido, y con una muy burocratizada, ineficiente y corrupta administración pública. Sin reservas internacionales, con niveles de deuda ya elevados, con un déficit fiscal que puede estar en este año por los lados de 12% del PIB, con una inflación que es de las mayores del planeta, con una producción petrolera estancada, y con expectativas de devaluaciones masivas adicionales, se le ha cerrado progresivamente el acceso a recursos frescos en los mercados internacionales de capitales o la posibilidad de obtener financiación adicional de gobiernos como los de China y Rusia.
Mientras que el resto de los países petroleros del planeta se encuentran todavía disfrutando, en medio de una gran estabilidad cambiaria, de los beneficios de un ciclo de largo plazo de altos precios internacionales del crudo, Venezuela se las ha arreglado para echar por la borda la oportunidad de transformar en beneficios reales para su población esa bonanza petrolera y ha terminado por caer en una crisis cambiaria de proporciones dantescas, que no es otra cosa que el resultado de una pésima administración económica que lleva mas de un década.