Dijo en México que no es cristiano construir una muralla en la frontera de ese país con Estados Unidos.
¿Qué hace el Papa haciendo este tipo de declaraciones? Todo el mundo lo interpretó como una referencia directa a Donald Trump. ¿Cómo se atreve el Papa a cuestionar la fe religiosa de un individuo al que ni siquiera conoce? Pero, además, según sus declaraciones, otros mortales partidarios de poner orden en ese desastre que es la frontera sur de Estados Unidos están violando la fe cristiana.
Estados Unidos está en todo su derecho de imponer controles en su frontera. De construir una muralla si así lo decide su gobierno. De impedir la inmigración ilegal a su territorio. Es un derecho soberano de todo país y la fe religiosa de quienes están a cargo de estas responsabilidades no está en juego.
Este Papa no ha cuestionado la fe religiosa de personajes como los hermanos Castro o de otros dirigentes comunistas que pululan en América Latina y que violan sin rubor los derechos básicos mas elementales de las poblaciones que gobiernan. Pero si se atreve a hablar de la fe religiosa de ciudadanos norteamericanos que proponen una política de inmigración mas estricta que la actual.
Las murallas del Estado Vaticano son de las mas altas e inexpugnables. Este Papa debería derribarlas y someterse a las consecuencias de hacerlo, antes de ponerse de chistoso a cuestionar la fe religiosa de quienes han pensado construirlas en su país, ante una situación realmente caótica al otro lado, donde abundan los hornos crematorios y toda clase de actividades criminales de las mafias, y donde la complicidad y corrupción de las autoridades mexicanas son una palpable realidad.
El candidato republicano católico Marco Rubio, inmediatamente después de las arrevesadas declaraciones del Papa, tuvo que salir en defensa del derecho de Estados Unidos a poner orden en esa frontera. El otro candidato católico Jeb Bush tuvo igualmente que manifestarse en el mismo sentido.
Y es que el Papa con esta declaración se involucró indebidamente en la política interna de Estados Unidos en un momento electoral candente. Al causar indignación entre la mayoría de los votantes protestantes terminó por favorecer a quien quería perjudicar, al hasta ahora inatajable Trump.
Este es un Papa que critica al capitalismo como si se fuera el origen de todos los males habidos y por haber. Es un Papa que no se hace las preguntas obvias. Por ejemplo, si el capitalismo fuera tan terrible, ¿por qué gente de todas partes del planeta hace hasta lo imposible para vivir en Estados Unidos, la sociedad capitalista por excelencia?
Este es un Papa que cree que el apostolado religioso consiste en pobretear a la gente. Débil en reconocer las pajas en los ojos de los países mas atrasados, unas pajas mas grandes que una catedral, pero implacable inquisidor cuando se trata de caerle a quienes crean riqueza y hacen las cosas mejor. Tal la patética doble moral latinoamericana de este Papa.
Estados Unidos está en todo su derecho de imponer controles en su frontera. De construir una muralla si así lo decide su gobierno. De impedir la inmigración ilegal a su territorio. Es un derecho soberano de todo país y la fe religiosa de quienes están a cargo de estas responsabilidades no está en juego.
Este Papa no ha cuestionado la fe religiosa de personajes como los hermanos Castro o de otros dirigentes comunistas que pululan en América Latina y que violan sin rubor los derechos básicos mas elementales de las poblaciones que gobiernan. Pero si se atreve a hablar de la fe religiosa de ciudadanos norteamericanos que proponen una política de inmigración mas estricta que la actual.
Las murallas del Estado Vaticano son de las mas altas e inexpugnables. Este Papa debería derribarlas y someterse a las consecuencias de hacerlo, antes de ponerse de chistoso a cuestionar la fe religiosa de quienes han pensado construirlas en su país, ante una situación realmente caótica al otro lado, donde abundan los hornos crematorios y toda clase de actividades criminales de las mafias, y donde la complicidad y corrupción de las autoridades mexicanas son una palpable realidad.
El candidato republicano católico Marco Rubio, inmediatamente después de las arrevesadas declaraciones del Papa, tuvo que salir en defensa del derecho de Estados Unidos a poner orden en esa frontera. El otro candidato católico Jeb Bush tuvo igualmente que manifestarse en el mismo sentido.
Y es que el Papa con esta declaración se involucró indebidamente en la política interna de Estados Unidos en un momento electoral candente. Al causar indignación entre la mayoría de los votantes protestantes terminó por favorecer a quien quería perjudicar, al hasta ahora inatajable Trump.
Este es un Papa que critica al capitalismo como si se fuera el origen de todos los males habidos y por haber. Es un Papa que no se hace las preguntas obvias. Por ejemplo, si el capitalismo fuera tan terrible, ¿por qué gente de todas partes del planeta hace hasta lo imposible para vivir en Estados Unidos, la sociedad capitalista por excelencia?
Este es un Papa que cree que el apostolado religioso consiste en pobretear a la gente. Débil en reconocer las pajas en los ojos de los países mas atrasados, unas pajas mas grandes que una catedral, pero implacable inquisidor cuando se trata de caerle a quienes crean riqueza y hacen las cosas mejor. Tal la patética doble moral latinoamericana de este Papa.