Muchos creen que vender participación accionaria del gobierno nacional en Ecopetrol es la solución para financiar lo divino y lo humano.
En Colombia, varios analistas, entre los que se encuentra el ex ministro Rudolf Hommes, recomiendan vender otro 10% de participación del gobierno nacional en Ecopetrol, adicional al 10% que ya propuso el Presidente Juan Manuel Santos, para resolver el tema de los damnificados por el invierno que azotó al país a finales de 2010.
Lo primero que es necesario precisar es que Ecopetrol debe financiar un muy ambicioso plan de inversiones en los próximos años para cumplir con su meta de pasar de una producción actual cercana a 600.000 barriles de petróleo equivalente dia (bped) a una de 1 millón bped en 2015. Además, la empresa está comprometida con la ampliación y renovación del sistema de refinerías, así como con la construcción del Oleoducto Bicentenario para transportar la creciente producción de crudo.
Solamente en 2011 Ecopetrol deberá gastar más de US$7.000 millones para cumplir con su plan de inversiones. La generación de recursos propios no alcanza, por lo que deberá colocar bonos en el mercado nacional e internacional y además utilizar la alternativa ya aprobada por ley de ampliar en 9,9% su capital accionario.
La emisión de acciones para capitalizar la empresa y la venta de una porción significativa de su participación por parte del gobierno nacional, no puede hacerse de manera rápida y simultánea. Simplemente el valor de la acción se desplomaría y el fisco recibiría mucho menos de lo esperado.
Por otro lado, la reducción de la participación del gobierno nacional implicaría menos ingresos en las reparticiones futuras de dividendos de Ecopetrol, que actualmente son una fuente significativa de recursos fiscales. Es decir, el impacto fiscal de la operación no es simplemente lo producido por la venta de las acciones, ojalá vendidas a un buen precio, sino que hay que tener en cuenta la reducción de los dividendos en vigencias futuras, los cuales podrían llegar a ser considerables si la empresa cumple con sus metas de producción a mediano plazo.
Ecopetrol no es una piñata que hay que reventar para disponer de recursos cada vez que se presenta una emergencia. Lo fundamental es garantizar su expansión, para lo cual hay que adoptar una estrategia que optimice su valor para los accionistas (incluido el gobierno nacional). Mientras más alto sea el precio de su acción, mayor es su capital y su capacidad para financiar esa expansión, la que le proporcionará al país recursos adicionales para atender sus necesidades sociales más urgentes.
En el caso de la atención a los damnificados del actual invierno, especialmente los del departamento del Atlántico afectados por la ruptura del Canal del Dique, la financiación podría provenir de préstamos a muy largo plazo de entidades multilaterales como el Banco Mundial y el BID, lo cual, dicho sea de paso, enseriaría el diseño y la ejecución de los programas de ayuda.
Lo primero que es necesario precisar es que Ecopetrol debe financiar un muy ambicioso plan de inversiones en los próximos años para cumplir con su meta de pasar de una producción actual cercana a 600.000 barriles de petróleo equivalente dia (bped) a una de 1 millón bped en 2015. Además, la empresa está comprometida con la ampliación y renovación del sistema de refinerías, así como con la construcción del Oleoducto Bicentenario para transportar la creciente producción de crudo.
Solamente en 2011 Ecopetrol deberá gastar más de US$7.000 millones para cumplir con su plan de inversiones. La generación de recursos propios no alcanza, por lo que deberá colocar bonos en el mercado nacional e internacional y además utilizar la alternativa ya aprobada por ley de ampliar en 9,9% su capital accionario.
La emisión de acciones para capitalizar la empresa y la venta de una porción significativa de su participación por parte del gobierno nacional, no puede hacerse de manera rápida y simultánea. Simplemente el valor de la acción se desplomaría y el fisco recibiría mucho menos de lo esperado.
Por otro lado, la reducción de la participación del gobierno nacional implicaría menos ingresos en las reparticiones futuras de dividendos de Ecopetrol, que actualmente son una fuente significativa de recursos fiscales. Es decir, el impacto fiscal de la operación no es simplemente lo producido por la venta de las acciones, ojalá vendidas a un buen precio, sino que hay que tener en cuenta la reducción de los dividendos en vigencias futuras, los cuales podrían llegar a ser considerables si la empresa cumple con sus metas de producción a mediano plazo.
Ecopetrol no es una piñata que hay que reventar para disponer de recursos cada vez que se presenta una emergencia. Lo fundamental es garantizar su expansión, para lo cual hay que adoptar una estrategia que optimice su valor para los accionistas (incluido el gobierno nacional). Mientras más alto sea el precio de su acción, mayor es su capital y su capacidad para financiar esa expansión, la que le proporcionará al país recursos adicionales para atender sus necesidades sociales más urgentes.
En el caso de la atención a los damnificados del actual invierno, especialmente los del departamento del Atlántico afectados por la ruptura del Canal del Dique, la financiación podría provenir de préstamos a muy largo plazo de entidades multilaterales como el Banco Mundial y el BID, lo cual, dicho sea de paso, enseriaría el diseño y la ejecución de los programas de ayuda.